lunes, 24 de junio de 2024

Sometidos y sometedores

Por lo general, suponemos que las personas que, en forma voluntaria, se someten con fanatismo a las ideas y a la voluntad de un líder político o religioso, serán personas con cierta capacidad de resignación ante su actitud sumisa. Sin embargo, muchas veces se advierte que tales personas, cuando se les presenta una oportunidad favorable, tenderán a someter a otros a su propia voluntad.

Todo indica que los imperialismo, los totalitarismos o los colonialismos se han propagado mayormente por este proceso multiplicador de actitudes sometedoras. Un conjunto numeroso de personas autosometidas y fanatizadas por un líder, se convierten en emisores secundarios de una actitud sometedora, pero esta vez contra la voluntad de sus posibles víctimas. En las últimas épocas este proceso pudo observarse en el autosometido a la URSS, Fidel Castro, quien envía tropas cubanas para someter a Angola, mientras prepara guerrilleros para someter a toda Latinoamérica al entonces Imperio Soviético.

En la Argentina, los súbditos incondicionales de Perón, denigrados de por vida por un líder que les inculcó el odio hacia varios sectores de la sociedad y de la humanidad, por lo general muestran una excesiva soberbia en cuanto logran algún puesto en el Estado. De ahí el destrato en las reparticiones públicas ante quienes muestran algunos rasgos de antiperonismo.

A lo largo de la historia se advierten casos similares, todos amparados por el principal defecto social: la búsqueda de poder sobre los demás seres humanos, como una clara búsqueda de desigualdad, muchas veces amparada en una publicitada búsqueda de "igualdad social". Quienes fundamentan sus propuestas en la autoridad de tal o cual político, intelectual, profeta o filósofo, rechazan toda referencia a la realidad y a las leyes naturales que rigen las acciones humanas. Jeremy Bentham había advertido esta falencia humana, escribiendo al respecto: "Quien, con ocasión de una ley propuesta, quiere referir todo a la autoridad no disimula la opinión que tiene de sus oyentes. Los cree incapaces de formar un juicio sobre pruebas directas; y si están dispuestos a someterse a este insulto, ¿no puede presumirse que lo reconocen como injusto?".

"Parece ante todo que esta inferioridad confesa debería tener por compañero inseparable la modestia y hasta la humildad; pero si se contempla de más cerca se verá que los más celosos defensores de la autoridad de opinión han sido siempre los más intolerantes. La arrogancia y el servilismo no son incompatibles; al contrario, no hay disposiciones que mejor se avengan. El que se humilla ante un superior cuenta con resarcirse con la sumisión que impone a otros".

"Lo que quiere es infundir en el espíritu de los hombres una debilidad semejante a la debilidad física de la infancia, para conducirlos de la mano. Los pensadores más libres, los que más han sido acusados de empecinarse en sus opiniones, se muestran, cuando son contradichos, menos irascibles, menos impacientes que esas especies de devotos políticos que, habiendo renunciado a la facultad de examen, no quieren concedérsela a nadie. Según ellos, apelar a la razón es una temeridad odiosa; ofrecer y pedir argumentos es una presunción intolerable" (De "Tratado de los sofismas políticos"-Editorial Leviatan-Buenos Aires 1986).

1 comentario:

agente t dijo...

Se trata del rechazo al uso de la razón, a la discusión razonada y a la comparativa de opiniones y resultados. Todas ellas son tomadas por debilidad y excusa para la insumisión cuando lo que se pretende con ellas es la ilustración de las decisiones, su elección por una mejor motivación.