sábado, 1 de junio de 2024

Ideas y creencias

Por no resultar tan evidente, conviene establecer una analogía previa para distinguir entre idea y creencia. Tal analogía la encontramos en el caso de un aprendiz de conductor, que razona en todo momento lo que debe hacer con el automóvil que conduce; luego de cierto tiempo, el automóvil y sus comandos pasan a ser una extensión del cuerpo del conductor y esta vez no tiene necesidad de razonar prácticamente nada de lo que hace. Las ideas que elaboramos, o que nos transmiten, se asemejan un tanto a la acción del aprendiz de conductor, mientras que las creencias las asociamos al manejo experto de quien no necesita razonar las acciones del manejo.

Puede decirse que las ideas generan creencias y, por lo tanto, las creencias erróneas (no compatibles con la realidad) podrán ser corregidas mediante ideas compatibles con esa realidad. Sin embargo, las creencias constituyen la base de la inercia mental, como un atributo que tiende a oponerse a todo cambio posible; de ahí las dificultades para promover cambios favorables en la sociedad y en cada uno de sus integrantes.

Nuestras ideas y creencias conforman nuestra personalidad. Y como, por lo general, las ideas y las creencias han sido elaboradas o asimiladas con bastante esfuerzo personal, cuesta bastante renunciar a ellas, aunque muchas veces debemos admitir que son erróneas. La inercia mental mencionada está vinculada con este aspecto. Humberto Maturana R. escribió: “Nunca nos enojamos cuando el desacuerdo es sólo lógico, es decir, cuando el desacuerdo surge de un error al aplicar las coherencias operacionales derivadas de premisas fundamentales aceptadas por todas las personas en desacuerdo. Pero hay otras discusiones en las cuales nos enojamos (es el caso de todas las discusiones ideológicas); esto ocurre cuando la diferencia está en las premisas fundamentales que cada uno tiene. Esos desacuerdos siempre traen consigo un remezón emocional, porque los participantes en el desacuerdo viven su desacuerdo como amenazas existenciales recíprocas. Desacuerdos en las premisas fundamentales son situaciones que amenazan la vida ya que el otro le niega a uno los fundamentos de su pensar y la coherencia racional de su existencia” (De “Emociones y lenguaje en educación y política”-Ediciones Pedagógicas Chilenas SA-Santiago 1994).

José Ortega y Gasset advirtió la diferencia entre ideas y creencias, por lo que conviene consultar sus escritos al respecto: "No hay vida humana que no esté desde luego constituida por ciertas creencias básicas y, por decirlo así, montada sobre ellas. Vivir es tener que habérselas con algo: con el mundo y consigo mismo. Mas ese mundo y ese «sí mismo» con que el hombre se encuentra le aparecen ya bajo la especie de una interpretación, de «idea» sobre el mundo y sobre sí mismo".

"Aquí topamos con otro estrato de ideas que un hombre tiene. Pero ¡cuán diferente de todas aquellas que se le ocurren o que adopta! Estas «ideas» básicas que llamo «creencias» no surgen en tal día y hora dentro de nuestra vida, no arribamos a ellas por un acto particular de pensar, no son, en suma, pensamientos que tenemos, no son ocurrencias ni siquiera de aquella especie más elevada por su perfección lógica y que denominamos razonamientos. Todo lo contrario: esas ideas que son, de verdad, «creencias» constituyen el continente de nuestra vida y, por ello, no tienen el carácter de contenidos particulares dentro de ésta".

"Cabe decir que no son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más aún: precisamente porque son creencias radicalísimas, se confunden para nosotros con la realidad misma -son nuestro mundo y nuestro ser-, pierden, por lo tanto, el carácter de ideas, de pensamientos nuestros que podían muy bien no habérsenos ocurrido".

"Cuando se ha caído en la cuenta de la diferencia existente entre esos dos estratos de ideas, aparece, sin más, claro el diferente papel que juegan en nuestra vida. Y, por lo pronto, la enorme diferencia de rango funcional. De las ideas-ocurrencias -y conste que incluyo en ellas las verdades más rigurosas de la ciencia- podemos decir que las producimos, las sostenemos, las discutimos, las propagamos, combatimos en su pro y hasta somos capaces de morir por ellas".

"Lo que no podemos es... vivir de ellas. Son obra nuestra y, por lo mismo, suponen ya nuestra vida, la cual se asienta en ideas-creencias que no producimos nosotros, que, en general, ni siquiera nos formulamos y que, claro está, no discutimos ni propagamos ni sostenemos. Con las creencias propiamente no hacemos nada, sino simplemente estamos en ellas. Precisamente lo que no nos pasa jamás -si hablamos cuidadosamente- con nuestras ocurrencias".

"El lenguaje vulgar ha inventado certeramente la expresión «estar en la creencia». En efecto, en la creencia se está, y la ocurrencia se tiene y se sostiene. Pero la creencia es quien nos tiene y sostiene a nosotros" (De "Ideas y creencias"-Espasa-Calpe SA-Madrid 1968).

1 comentario:

agente t dijo...

Las costumbres, adquiridas sin un gran esfuerzo, suministradas desde la familia, la parroquia, la escuela y por el entorno cercano en general, son otra fuente importante de fijación de ideas y creencias. Y por cierto, para Ortega todas las ideas que aceptamos por el hábito y la tradición son en un sentido meramente subjetivo falsas, porque no han sido íntimamente elaboradas por la mente de quien las tiene, sino que simplemente las repite tal cual las ha recibido, son los llamados lugares comunes.