sábado, 15 de junio de 2024

Israel: presente y futuro

Por Daniel Helft

Yishai Sarid: “El círculo de violencia y muerte lleva a Israel al abismo”

Lejos de considerarse un pacifista, el escritor israelí advierte sin embargo que el mayor error que podría cometer su país es actuar de un modo parecido al de Hamas

Yishai Sarid tenía dos sueños de infancia. El del futbolista que gana un Mundial con la camiseta de Israel quedará para otra vida. Pero el del escritor reconocido se ha cumplido con creces. Este abogado israelí de 59 años lleva publicadas siete novelas, muchas de las cuales fueron best sellers, traducidas a varios idiomas y ganadoras de premios internacionales. “Me encanta leer buenos libros, por eso mi primera intención cuando escribo, más allá de temas ideológicos y políticos, es escribir libros que a mí me gustaría leer”, dice.

Desde 2009, Sarid publica una novela cada dos o tres años (en Hispanoamérica sus libros son publicados por la editorial Sigilo). Todas tratan temas cercanos a su historia y a su corazón, dice. Entre ellos, el eterno conflicto bélico en su país, las consecuencias e impactos que esos eventos tienen sobre la población israelí y su condición de nieto de sobrevivientes del Holocausto.

Son asuntos que Sarid conoce íntimamente. Creció con ellos. Su padre, hombre de la izquierda israelí, fue un alto funcionario de gobierno y prominente columnista político, muchas veces señalado como una brújula moral en Israel por sus posiciones éticas y principistas. Sarid se formó como abogado, fue fiscal federal y actualmente encabeza su estudio legal en Tel Aviv. Pero también tiene una sólida experiencia militar. Al terminar sus tres años de servicio obligatorio, firmó para continuar su carrera como oficial de inteligencia y pasó media vida adulta como reservista.

Su última novela se titula en inglés Hacked (hackeado en español). La palabra tiene en hebreo una connotación distinta, cercana a la noción de “vulnerabilidad”, explica. Trata sobre la vida de Ziv, un joven prodigio que es involucrado en el oscuro mundo de la ciberseguridad, donde las debilidades humanas lo llevan a decisiones siniestras. La novela se alzó con el prestigioso premio Brenner otorgado por la Hebrew Writers Association y obtuvo un galardón oficial israelí que cuenta con 10.000 dólares de recompensa. Sarid donó el dinero a una organización de familiares israelíes y palestinos que perdieron familiares en la guerra (Israeli Palestinian Bereaved Families For Reconciliation and Peace.)

Si bien un gesto de esa naturaleza puede hacer pensar en una vocación pacifista, Sarid aclara cortante: “No soy un pacifista. Fui oficial en el ejército y pienso que debemos tener un ejército fuerte si queremos sobrevivir en esta región tan complicada”.

El escritor reconoce que la única solución posible para la coexistencia entre judíos y palestinos son dos Estados conviviendo en las fronteras previas a la guerra de 1967, aunque sabe que en el contexto actual esa salida es imposible. También tiene claro que no todo es lo mismo en el campo palestino y que Hamas y la Autoridad Palestina son dos entidades muy distintas. La primera siempre priorizó el terror y la violencia, mientras que la segunda ha logrado trabajar con Israel. “La Autoridad Palestina no ama a Israel y preferiría no tenernos aquí, pero han mantenido una política de acuerdos”.

En ese sentido, Sarid dispara contra Netanyahu, a quién desprecia por sus políticas, que han dividido a la sociedad israelí, y por haber fortalecido a Hamas para evitar posibles acuerdos de paz y cesión de territorios a los palestinos. También, por haber incorporado a su gobierno a elementos extremistas, como el ministro de Seguridad, Itamar Ben Gvir, o el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, a quienes define como “fascistas y racistas” y a quienes responsabiliza por desprestigiar a la democracia israelí. “No podemos engañarnos. Esas cosas también se registran en el exterior.”

Pero eso no lo hace menos implacable con Hamas. Para Sarid, el primer paso a una solución en la región es encontrar y exterminar al líder de la organización, Yahya Sinwar. No duda en colocar la mayor responsabilidad por la catastrófica situación actual en la región en las políticas palestinas que rechazaron sistemáticamente las ofertas de paz a lo largo de la historia y recurrieron a la violencia para sabotearlas.

Sarid cree que parte del problema que llevó a la garrafal falla de la inteligencia israelí que culminó con la invasión de Hamas se encuentra en la temática de su último libro, pese a que fue escrito un año antes de la masacre. “Yo hablo de personajes que son muy buenos con la tecnología, pero emocionalmente inmaduros. El gobierno depositó su confianza en ese tipo de personas para evitar episodios como el del 7 de octubre y falló. Estábamos tan enamorados de la tecnología que no vimos lo que sucedía frente a nuestros ojos.”

–¿Qué evaluación hace de esta guerra, que ya lleva ocho meses?

–La guerra va muy mal. Nuestra situación general es muy mala. La guerra en sí estaba justificada. Una clásica guerra de autodefensa. Fuimos atacados sin razón y soportamos masivas muertes de civiles. Una verdadera masacre, creo que no hace falta entrar en detalles. Y nuestra respuesta fue brutal. Destruimos la Franja de Gaza y causamos muchísimo sufrimiento. Y si bien la culpa es de Hamas por haber iniciado la guerra, no hemos logrado nuestros objetivos militares, que eran aplastar a Hamas. Sus células siguen activas. No son un ejército convencional. Se esconden bajo tierra y mantienen cautivos a los rehenes. Mientras tanto Netanyahu pierde el tiempo y no puede decidir qué hacer con ese lugar terrible que es Gaza. Además tenemos los ataques en el norte de Israel. Así que es una situación terrible en lo militar, en lo diplomático y también para nuestra moral.

–¿Cree que la vida política de Netanyahu está cerca de concluir? ¿Podría iniciarse una nueva etapa política en Israel?

–No estoy seguro, porque la población israelí se ha vuelto más de derecha desde el 7 de octubre. Ya lo era desde la segunda intifada, en los años 2000. Pero ahora se volcó más a la derecha todavía. Y el problema es que Netanyahu construye poder sobre el odio a los árabes y a los judíos liberales, intelectualizados, educados, y eso causa un problema enorme de división en nuestra sociedad, lo que es terrible.

–¿Hay alguna posibilidad de dialogo en el contexto actual?

–Mire, hubo épocas en que no hablábamos con la OLP y después nos sentamos a hablar, así que todo es posible. Pero Hamas acaba de violar a nuestras mujeres y asesinar a nuestras familias. Entonces sentarse a hablar no es un opción. Si pudiésemos capturar y exterminar al líder de Hamas, Yahya Sinwar, creo que eso nos permitiría comenzar una nueva página, pero hasta que ello no suceda será imposible. No nos sentaremos a negociar con el mayor asesino de judíos desde el Holocausto. Eso es imposible.

–Estamos ante un círculo de violencia que no termina.

–Así es y nuestra mayor falla sería parecernos a Hamas. El círculo de violencia y muerte está en ambos lados y eso nos lleva al abismo. Israel siempre fue la envidia de todos nuestros vecinos porque somos una democracia, una país liberal que es innovador y creativo y libre y en consecuencia mucho mas exitoso en lo económico, social y cultural que todos los países que nos rodean.

–En ese sentido, ¿hay un conflicto de visiones en Israel?

–Exactamente. Y Netanyahu no es loco, pero está rodeado de gente loca. Gente muy extrema que quiere reconstruir las colonias judías en Gaza y tomar Cisjordania. Israel es un milagro en el sentido que fue creado luego del Holocausto y sobrevivió guerras terribles y en medio de todo eso igual se estableció como una democracia, con libertad de prensa y opinión, con un sistema judicial independiente, libertad para las artes y la cultura y todo esto nos permitió prosperar. Nuestros líderes fueron seculares, liberales y también muy militaristas, lo cual fue esencial y sigue siendo esencial. Ese es el modelo que creó el milagro israelí. Pero en la última década emergió un conflicto dentro de Israel entre el viejo país, secular, abierto, educado, contra un grupo religioso conservador, cerrado, muy cercano a Netanyahu. Son dos visiones muy distintas de país. Perderíamos todas nuestras ventajas si nos transformáramos en un país extremista y corrupto como tantos en la región.

–Parecen problemas muy serios para Israel.

–Así es, aunque nunca diría que Israel es el mayor culpable de lo que sucede aquí. Los palestinos tienen mucho más culpa que nosotros. En 1948 se negaron a reconocer nuestro Estado y entraron en guerra para eliminarnos. Cuando nos acercamos a la paz en los 90, iniciaron una campaña de terror con atentados suicidas en Israel. Y el 7 de octubre es un crimen inexcusable. Pero, si seguimos con el juego de la culpa seguiremos siendo miserables por siempre, y ¿qué proyecto de vida le estaremos dejando a nuestros hijos?

–¿Le preocupan los ataques a la legitimidad de Israel?

–Creo que tenemos muchos problemas, pero Israel es en esencia un proyecto totalmente moral. Su existencia es justa. Soy un sionista y no me disculpo por eso. Y personalmente este es mi lugar y no pienso irme a ningún lado. Tengo raíces muy profundas en esta tierra.

(De www.lanacion.com.ar)

1 comentario:

agente t dijo...

Todo este asunto parte de un favorecimiento excesivo a los israelíes en la creación por la ONU de los dos estados, concediéndoles un exceso de territorio de acuerdo con la población de ambas etnias existente en ese momento. Tampoco los palestinos estuvieron acertados negándose a aceptar al estado de Israel. Hubiese sido mejor para sus intereses su aceptación a la vez que la denuncia del desigual trato sufrido. Realmente pareciera que exista desde el inicio una voluntad poderosa de que no se pueda llegar a un arreglo aceptable para ambas partes.

Actualmente la mera existencia de Hamas es un obstáculo inmenso para la paz e igual puede afirmarse de la innegable voluntad expansionista del estado israelí.