miércoles, 14 de mayo de 2025

Similitudes totalitarias

La gente generalmente se escandaliza, con justa razón, cuando en política aparece un partido neonazi. Pero no ocurre lo mismo cuando se trata de un partido socialista, siendo que históricamente han sido igualmente peligrosos para el ciudadano común. Desde un principio se advierte el engaño al denominarse “partidos”, lo que da idea de que son partes o sectores de la sociedad en igualdad de derechos con otros partidos. Sin embargo, tanto el nazismo como el socialismo real tienden a prohibir a toda oposición, o a eliminarla, incluidos otros partidos políticos, si las circunstancias lo permiten.

Mientras que los nazis proclaman públicamente sus perversas intenciones, los socialistas las disfrazan revistiéndolas con nobles adjetivos, por lo que la peligrosidad sería mayor en este caso. Leemos en Wikipedia: “En su libro Le Malheur du siėcle, Alain Besançon afirmó que el comunismo es más perverso que el nazismo porque utiliza el espíritu universal de justicia y bondad para difundir el mal. Cada experiencia comunista empieza desde la inocencia para llevar hasta el crimen en nombre del bien”.

En cuanto a los “padres fundadores” del socialismo marxista, puede advertirse cierto racismo, que, sumado a la discriminación de clase social, conforman una tendencia a sembrar y a expandir ideológicamente la violencia destructiva en toda la sociedad. Jean-Françoise Revel escribió: “Escribe Watson que «el genocidio es una teoría propia del socialismo». Engels pedía en 1849 el exterminio de los húngaros que se habían levantado contra Austria. Da a la revista dirigida por su amigo Karl Marx, la Neue Rheinische Zeitung, un sonado artículo cuya lectura recomendaba Stalin en 1924 en sus Fundamentos del leninismo”.

“Engels aconseja en dicho artículo que, además de a los húngaros, se hiciera desaparecer a los serbios y otros pueblos eslavos, a los vascos, bretones y escoceses. En Revolución y contrarrevolución en Alemania, publicado en 1852 en la misma revista, el mismo Marx se pregunta cómo desembarazarse de «esos pueblos moribundos, los bohemios, carintios, dálmatas, etcétera»”.

“La raza cuenta mucho para Marx y Engels. Éste escribe en 1894 a una de las personas con las que mantenía correspondencia, W. Borgius: «Para nosotros, las condiciones económicas determinan todos los fenómenos históricos, pero la raza es en sí un dato económico…». En este principio se basaba Engels, siempre en la Neue Rheinische Zeitung (15 de febrero de 1849), para negar a los eslavos toda capacidad de acceder a la civilización. «Aparte de los polacos», escribe, «los rusos y, quizá, los eslavos de Turquía, ninguna nación eslava tiene porvenir pues a los demás eslavos les faltan las bases históricas, geográficas, políticas e industriales necesarias para la independencia» y para la capacidad de existir”.

“Es cierto que Engels atribuye parte de la «inferioridad» eslava a circunstancias históricas, pero considera que el factor racial imposibilita la mejora de esas circunstancias. ¡Imaginemos la indignación que provocaría un «pensador» al que se le ocurriera formular el mismo diagnóstico sobre los africanos!”.

“Según los fundadores del socialismo, la superioridad racial de los blancos es una verdad «científica». En las notas preparatorias del Anti-Dühring, evangelio de la filosofía marxista de la ciencia, Engels escribe: «Si, por ejemplo, los axiomas matemáticos son en nuestros países perfectamente evidentes para un niño de ocho años, sin ninguna necesidad de recurrir a la experimentación, es como consecuencia de la 'herencia acumulada'. Por el contrario, sería muy difícil enseñárselos a un bosquimano o a un negro de Australia»”.

“Ya en el siglo XX, algunos intelectuales socialistas, grandes admiradores de la Unión Soviética, como H.G. Wells y Bernard Shaw, reivindican para el socialismo el derecho de liquidar física y masivamente a las clases sociales que obstaculizan o retrasan la revolución. En 1933, en el periódico The Listener, Bernard Shaw, dando muestras de gran capacidad de anticipación, llega a urgir a los químicos para que «descubran un gas humanitario que cause una muerte instantánea e indolora, en suma, un gas refinado –evidentemente mortal- pero humano, desprovisto de crueldad», destinado a acelerar la depuración de los enemigos del socialismo”.

“Recordemos que durante su juicio en Jerusalén en 1962, el verdugo nazi Adolf Eichmann invocó como defensa el carácter «humanitario» del zyclon B con el que se gaseó a los judíos durante la Shoah. El nazismo y el comunismo tienen como objetivo común la metamorfosis, la redención «total» de la sociedad, es decir, de la humanidad. Por ello, se sienten con derecho a aniquilar a todos los grupos raciales o sociales que se considera que obstaculizan, aunque sea involuntaria e inconscientemente -«objetivamente» en la jerga marxista-, la sagrada empresa de la salvación colectiva” (De “La gran mascarada”-Taurus-Madrid 2000).

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