En las etapas iniciales de la ciencia económica, se considera que todo objeto susceptible de intercambio tiene cierto valor intrínseco, siendo el causante de ese valor la cantidad de trabajo empleado para producirlo. Luego se consideró que tal valor dependía del costo total requerido para tal producción. Pronto se advirtió que uno puede emplear mucho tiempo para realizar una obra de arte, un libro o cualquier otra cosa que carece totalmente de valor de intercambio.
Esta teoría errónea del valor, mantenida aún cuando apareció posteriormente otra más ajustada a la realidad, fue la de mayor importancia histórica, ya que Karl Marx realiza todo su análisis y una posterior “corrección de la sociedad” en base a tal error. Marx considera que el valor de todo bien depende exclusivamente del trabajo, incluso sin tener en cuenta el costo total, que depende también de otros factores.
Si todo valor depende sólo del trabajo, realizado principalmente por los proletarios, surge el concepto de “explotación laboral” y de “plusvalía”, esto es, se supone que necesariamente el dueño de una empresa se queda con gran parte del beneficio económico que le correspondería al trabajador. La “corrección” propuesta implica la expropiación de los medios de producción y el surgimiento del socialismo, que tantos sufrimientos produjo y produce en quienes lo padecen.
Posteriormente se asocia el valor a la escasez solamente, o bien a la utilidad solamente, mientras que finalmente se concluye que el valor de un bien o de un servicio depende conjuntamente de la escasez y de la utilidad. Como la utilidad depende de factores subjetivos, es decir, distintas personas valoran en distinta forma un mismo bien, incluso una misma persona valora un mismo bien en distinta forma según las circunstancias que se le presentan. Surge así el valor subjetivo de bienes y servicios, dejándose de lado la anterior valoración objetiva asociada al trabajo o al coste total.
Si bien un productor asocia el valor de un bien al costo total requerido para su fabricación, y lo pone a la venta, es posible que no encuentre compradores debido precisamente a que podría ocurrir que pocos estarán dispuestos a comprarlo. De ahí que el proceso de intercambio en el mercado depende de la valoración subjetiva de los demandantes. Luego, el fabricante dejará de producir lo que los demandantes rechazan.
Mientras que en las primeras etapas de la economía se sostiene que el valor de un objeto viene determinado por el trabajo requerido para su fabricación, en la actualidad se sostiene que es el valor del trabajo el que queda determinado por el valor subjetivo asignado al objeto por los demandantes. Luis Pazos escribió: “Uno de los corolarios de la teoría subjetivista es que el valor del trabajo debe determinarse a partir del valor del producto y no el valor del producto a partir del valor del trabajo” (De “Ciencia y teoría económica”-Editorial Diana SA-México 1981).
Como los intercambios en el mercado se establecen con continuidad si ambas partes intervinientes se benefician, ello se debe principalmente a que cada uno realiza un intercambio suponiendo que lo que adquiere vale más que lo que da a cambio. Así, si alguien posee una novela que jamás va a leer y la intercambia por un libro de matemáticas que otra persona posee y que tampoco va a leer, ambos realizan el intercambio convencidos de que se han beneficiado ampliamente. Alberto Benegas Lynch (h) escribió: “En la antigüedad, y sin atinar a señalar los elementos que hacían que aparezcan las valoraciones, distintos autores sostenían que para que el intercambio se llevara a cabo la cosa entregada y la recibida debían tener valor equivalente”.
“Con esta tesis afirmaban que existía una «ley de reciprocidad en los cambios». Los referidos autores no llegaban a percibir que es justamente la disparidad en las valoraciones lo que genera todo cambio. Si para mí, lo que poseo y lo que me ofrecen a cambio tienen el mismo valor no realizo transacción alguna. Desde luego que si aquel bien que me ofrecen tiene, a mi juicio, menos valor que lo que tengo, tampoco habrá cambio. Solamente cuando a lo que se me ofrece le atribuyo mayor valor que a mi objeto, habrá intercambio. El cambio se produce exclusivamente cuando ambas partes asignan valores dispares a lo que ofrecen y a lo que demandan. En otras palabras, indefectiblemente, en todo cambio voluntario ambas partes ganan siempre” (De “Fundamentos de análisis económico”-Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires-Buenos Aires 1979).
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