Los diversos totalitarismos intentan afianzar su postura ideológica promoviendo una lucha contra el mal, es decir, contra un sector de la sociedad que lo materializaría. De acuerdo a cuál ha sido el sector elegido, se caracteriza a un totalitarismo en particular, siendo los principales el totalitarismo racial (nazismo), el totalitarismo de clases sociales (marxismo-leninismo) y el totalitarismo de creencias religiosas (teocracia islámica).
En todos los casos, una persona decente, que no pertenezca a la “raza superior” o a la “clase social correcta” o profece una fe distinta a la “fe verdadera”, es posible que, en ciertas circunstancias, su vida corra peligro. Este es el mayor absurdo y la mayor injusticia cometida por los diversos totalitarismos, que en la actualidad reciben el apoyo y la adhesión de muchos seres humanos.
En el caso del Islam, cuya ideología proviene de Dios a través de Mahoma, según se afirma, promueve la lucha contra los infieles, es decir, contra los que no pertenecen a esa fe. Lo interesante y absurdo del caso es que sería el mismísimo Dios el que da las “órdenes” para la lucha, en forma independiente de los méritos morales que un “infiel” pueda mostrar.
La actual lucha en países de Occidente contra todo lo asociado a la civilización occidental, especialmente su fundamento cristiano, en cierta forma favorece el auge del Islam, con oscuras perspectivas futuras para quienes tengan que padecer el totalitarismo teocrático.
A continuación se menciona un artículo al respecto:
Déjenme explicarles por qué un musulmán conduciría un automóvil contra una multitud de personas inocentes. Yo fui criado como mulsulmán y sé exactamente porqué sucede esto. No es pobreza ni opresión, ni siquiera radicalización. Es el resultado lógico de la doctrina islámica en sí.
No importa si eres musulmán o no. Los seres humanos llevamos la culpa muy dentro de nosotros. Sabemos que no somos lo suficientemente buenos y pasamos la vida intentando redimirnos mediante buenas acciones, pensando que con ello desaparecerá la culpa.
El cristianismo, por ejemplo, ofrece una salida a la culpa, una solución que no se basa en tus obras, sino en las de Cristo. La salvación no se gana, se da. Aceptas que no puedes redimirte porque Cristo hizo todo por ti. Eso significa que eres libre. Libre para vivir, libre para construir, libre para servir, libre para amar.
Cuando los cristianos se sienten perdidos, destrozados y necesitan perdón, pueden ir a la iglesia, hablar con un pastor o sacerdote y salir sabiendo que han sido perdonados.
El Islam, por otra parte, no ofrece redención, sino que convierte la culpa en un arma. En lugar de brindarnos salvación, Alá nos expone, nos hace recaer sobre nuestros pecados y nos amenaza con el fuego del infierno y la tortura de la tumba.
El Corán no es un libro de paz, sino un libro de amenazas. Obliga a los musulmanes a obedecer mediante el miedo, la humillación y el castigo.
Entonces, ¿qué sucede cuando un musulmán busca la redención? Trata de ser mejor musulmán. Reza, ayuna, hace caridad, va al Haij y hace todo lo que Alá ordena. Pero nunca funciona. Lo sé. Yo lo hice.
Y por mucho que reces, por mucho que lo intentes, la culpa nunca desaparece. Porque en el fondo, todo musulmán sabe que no es suficiente. Alá siempre exige más.
Dios ama a quienes mueren luchando contra los infieles. No es una opinión, está en el Corán, en los hadices y en todas las lecciones que se enseñan a los niños.
Por eso los musulmanes, incluso los llamados "moderados", siempre dudan en condenar el terrorismo; saben que Alá exige la yihad. Puede que no estén dispuestos a cometerla, pero no pueden decir que está mal.
Entonces, cuando un musulmán no logra alcanzar la paz a través de los rituales religiosos, tiene dos opciones:
Ríndete, deja de ser devoto y aprende a vivir con la culpa, o comprométete con la yihad porque esa es la única manera de ser fiel a ti mismo.
El Corán lo explica claramente: "Matad a quienes no adoren a Dios ni obedezcan al Profeta" (9:29).
De modo que cuando un musulmán abraza plenamente esta identidad, matar a los infieles no sólo está justificado, sino que es motivo de alegría. Es un acto de:
Salvarse a si mismo
Obedecer a Allah
Asegurando tu eternidad
Finalmente escapando del peso aplastante de la culpa.
Es por esto que un musulmán puede conducir su coche contra una multitud de personas inocentes y no sentir nada más que satisfacción. Porque por primera vez en su vida, finalmente cree que ha hecho algo digno de redención.
Por Dan Burmawi
(Publicado en facebook por Pablo Lato)
El autor del artículo supone, como muchos “cristianos”, que con sólo “creer” o “aceptar” a Cristo, ya se hizo todo lo que hay que hacer, olvidando que la salvación o la liberación respecto de nuestros defectos morales sólo se produce con el cumplimiento de los mandamientos bíblicos, ya que se trata de una religión moral y no una religión pagana o una religión “cognitiva”.
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