sábado, 12 de abril de 2025

Los inicios de la era Soviética

La instauración del socialismo en la Rusia de principios del siglo XX, implicó imponer, a nivel masivo, el modelo básico de sociedad utópica varias veces establecido a lo largo de la historia, a nivel sectorial, aunque siempre con mediocres o malos resultados. Los socialismos sectarios estaban constituidos generalmente por integrantes voluntarios, mientras que el socialismo marxista fue impuesto contra la voluntad de la mayoría de los rusos.

La creencia esencial de Marx implicaba que, con sólo abolir la propiedad privada de los medios de producción, en forma casi mágica se solucionarían todos los problemas sociales y humanos. Incluso pensaba que, con el tiempo, el Estado habría de desaparecer. La realidad se opuso a sus proyectos, ya que, al abolir la propiedad privada de los medios de producción, habría de aparecer un Estado mucho mayor que el anterior y esta vez, al actuar como una gran empresa, habría de surgir una explotación laboral mucho más intensa que la atribuida al sistema capitalista. Calvin B. Hoover escribió: “¿Qué esperaban los socialistas del sistema económico que confiaban continuase con el fin del capitalismo? ¿En qué manera la evolución del Estado soviético ha colmado estas esperanzas? Para los socialistas lo más fundamental era la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción en la nueva sociedad. Las más apetecibles consecuencias para la sociedad habrían de seguir, como resultado de cambio tan vital. La autoridad sobre el proceso productivo ya no dependería más de la propiedad privada. Los cargos administrativos serían desempeñados por los más capaces y no simplemente por los propietarios o los favoritos de éstos”.

“La producción se organizaría para ser utilizada y no con fines de lucro; para abastecer las necesidades de las masas y no para satisfacer las exigencias fastuosas y superfluas de los millonarios. Se evitaría el desperdicio de la competencia. La producción sería planeada racionalmente, en lugar de estar suspendida en un caos, en determinado punto, entre la competencia y el monopolio. Con este programa y recibiendo el obrero el valor total de su trabajo, no sería, en modo alguno, necesario hacer más lenta la producción por falta de demanda. No habrían depresiones económicas, ni pobreza ni hambre en medio de la abundancia”.

“Los obreros trabajarían con entusiasmo, en lugar de hacerlo con resentimiento, puesto que lo harían para ellos en vez de contribuir al acrecentamiento de las utilidades de los capitalistas. Eliminadas las rentas emergentes de la propiedad, la desigualdad en la distribución tendería a desaparecer. Con la extinción del patrón-capitalista el obrero trabajaría en libertad y no bajo la severa y a menudo arbitraria mano de la autoridad”.

“Tales las esperanzas de todos los socialistas, de los socialistas marxistas, desde los socialdemócratas germanos, hasta los bolcheviques rusos, al igual que las de los socialistas utópicos. Los demócratas sociales y la mayoría de los demás partidos socialistas, creían que estos objetivos podían alcanzarse pacíficamente por medios democráticos y parlamentarios. Los conductores bolcheviques, por el contrario, habían insistido en la destrucción del dispositivo del Estado burgués mediante la revolución violenta, y en la liquidación, como clase, de los administradores burgueses de la sociedad capitalista. Pero creían también que la eliminación completa de la propiedad privada permitiría la materialización de estas esperanzas. Además los bolcheviques sostenían que después del periodo de transición necesaria para la eliminación del poder de los explotadores capitalistas, ya no habría Estado alguno”.

“El defecto fatal de este razonamiento fue no poder dar respuesta al obvio interrogante: si el dueño de una propiedad privada o corporativa, o su comisionado no ha de dirigir la producción, ¿quién tiene que hacerlo? Decir que lo hará el «pueblo» o «la clase trabajadora» no es, realmente una respuesta. La responsabilidad siempre está limitada y la autoridad es esgrimida siempre por personas. ¿Cómo habrá de elegirse estos administradores de la economía y cuáles habrán de ser los límites de sus facultades entre ellos mismos y sobre los demás?” (De “La economía, la libertad y el Estado”-Editorial Víctor Lerú SRL-Buenos Aires 1960).

La dirección económica de las empresas estatizadas sin indemnización alguna a sus antiguos propietarios, quedaron en manos de revolucionarios que estaban mentalmente preparados para el robo y la destrucción, y no para la producción, por lo cual la producción comenzó a caer abruptamente, y por ello Lenin tuvo que volver provisoriamente, a través de la NEP (Nueva Política Económica), al sistema económico anterior, permitiendo que los agricultores mantuvieran los derechos previos a la revolución de 1917.

El autor antes citado, escribió al respecto: “Lenin tuvo que enfrentar inmediatamente la cuestión del control colectivo en una economía en la que la propiedad privada como principio de organización, había sido destruida efectivamente por la revolución de octubre. La importancia capital de mantener por lo menos la producción industrial mínima indispensable para alimentar la población urbana, siquiera en base al más bajo nivel de subsistencia y subvenir a las necesidades del Ejército Rojo durante la guerra civil, redujo drásticamente el periodo de la experimentación soviética, con el control de las plantas industriales ejercido por los comités de trabajadores o por los funcionarios administrativos elegidos por los obreros. Poco después de la revolucionaria incautación de las fábricas por los trabajadores, se hizo evidente que las plantas industriales no podrían ser administradas en cualesquiera de tales formas «democráticas» y que iba a ser indispensable instaurar cierta forma de administración autoritaria. Bajo las exigencias de la guerra civil, Lenin no tuvo que debatir la cuestión de si podría ser factible en el futuro, el control obrero bajo circunstancias más favorables, o si el control autoritario era compatible con la doctrina marxista”.

“Cuando la transitoria administración de la industria, ejercida por los comités de trabajadores en cada fábrica, había demostrado ser completamente impracticable, las plantas industriales fueron organizadas simplemente como partes del aparato gubernamental. Este sistema fue, naturalmente, embarazoso en grado sumo y espantosamente improductivo. El procedimiento mediante el cual una planta industrial obtenía materias primas sin pagar de otra planta, en la primera fase de la producción, o productos agrícolas requisados a los campesinos, y se entregaban a los organismos oficiales los artículos terminados –también sin pagar-, tornó imposible el mantenimiento de las cuentas financieras”.

“La provisión, por parte del gobierno, de raciones inadecuadas para los trabajadores y la entrega a las plantas industriales de un papel moneda en proceso de rápida desvalorización para hacer frente a los pagos de salarios, completaban el cuadro administrativo casi rayano en el caos. En consecuencia, la creciente crisis de productos alimenticios que necesitaba la «Nueva Política Económica» de Lenin en la agricultura, sirvieron en realidad como excusa para la amplia reorganización del control de las plantas industriales que se necesitaba”.

“La evolución del sistema administrativo de la industria soviética, que habría de resultar mucho menos democrático que en las naciones capitalistas occidentales, siguió el desarrollo del Estado político absoluto y totalitario soviético”.

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