Respecto a la incorporación de los avances tecnológicos a la educación, existen dos posturas extremas. Una de ellas es la de los “innovadores” que rechazan prácticas pedagógicas con el argumento de que son “anticuadas”, sin tener presente si los efectos educativos son positivos o negativos. Con el mismo criterio proponen incluir de alguna forma toda nueva tecnología que aparece en el mercado.
Otra de las posturas extremas es la de los “conservadores” que proponen mantener vigentes todas las prácticas educativas que en el pasado han dado buenos resultados, oponiéndose a cualquier innovación que limite de alguna forma tales prácticas.
Para distinguir lo positivo de lo negativo, en materia educativa, debe tenerse en cuenta el objetivo al cual está orientado el proceso educativo. Por lo general se intenta apuntar a fortalecer el contenido de la “memoria natural” del alumno o bien se intenta fortalecer la “memoria artificial” del mismo. Se entiende por “memoria natural” a las ideas básicas que se deberían llevar en la mente para, luego, poder disponer de una base para todo razonamiento posterior. La “memoria artificial” ha de estar constituida por los libros o bien por Internet, adonde cada individuo podrá informarse de aspectos que no lleva en su memoria natural.
La primera conclusión es que la educación impartida debe apuntar a todo conocimiento básico y sintético que pueda ser llevado en la memoria natural. Por lo general, tales ideas básicas, sobre determinado tema, involucrarán algo más amplio que las ideas básicas, pero apuntando siempre a intentar estructurar la mente del alumno aportándole ideas y conocimientos validados principalmente por la ciencia experimental.
Otro aspecto a considerar es el posible entrenamiento mental que el aprendizaje permite concretar, como es el caso de las matemáticas, que no sólo interesan por sus posibles aplicaciones prácticas sino también por el aspecto antes mencionado. Así, los “innovadores” proponen el uso de calculadoras a temprana edad, con lo cual en cierta forma a los niños se los va incapacitando mentalmente ya que pierden una importante fuente de entrenamiento mental.
Algo similar podrá ocurrir con Internet y con la Inteligencia Artificial, cuyo uso no debería apuntar a reemplazar el entrenamiento mental asociado a la escritura y al lenguaje, no siendo “necesario” que tales medios deban emplearse en materia educativa, excepto que se los ubique como una importante ampliación de la “memoria artificial”, mientras que el proceso educativo debe apuntar en realidad a construir una base de conocimientos para llevar en forma permanente en la “memoria natural”.
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