domingo, 16 de febrero de 2025

¿Quiénes son los seres humanos?

Si bien a nadie podemos quitarle el derecho natural de constituir el grupo de los seres humanos, debemos tener presente que todo derecho requiere una contraprestación, es decir, un deber. De ahí que no todos los seres humanos, biológicamente constituidos, responden eficazmente a los deberes que nos ha impuesto el orden natural, o el Dios de las religiones.

El sentido de la pregunta puede aclararse mediante una analogía del mundo deportivo. ¿Quiénes son los simpatizantes auténticos de tal club de fútbol?, o ¿quienes pueden considerarse partes constitutivas de dicho club? La respuesta es simple; quienes con sus acciones apoyan, favorecen o construyen algo para ese club. De ahí que quienes no hacen nada en favor de ese club o bien sus acciones tienden a perjudicarlo de alguna forma, quedarán fuera del grupo de los auténticos integrantes de la masa adherente.

En el caso de la humanidad, los auténticos seres humanos son quienes apoyan, favorecen o construyen algo en beneficio de toda la humanidad. Son los ciudadanos del mundo, no tanto por sus preferencias de tipo social, sino por sus acciones concretas. De ahí que quienes destruyen, o intentan destruir, lo que pertenece a la humanidad, son aquellos que voluntariamente se han excluido de ella. Es oportuno aclarar que nadie los excluye, sino que lo hacen ellos mismos.

Entre los auto-excluidos de la humanidad aparecen notoriamente aquellos líderes políticos que excluyen de la sociedad, y hasta de la vida, a millones de compatriotas, como es el caso de Cuba o Venezuela, y también de otros países menos conocidos. Las penosas situaciones que afrontan los excluidos, convertidos en inmigrantes de otras naciones, apenas son tenidos en cuenta en la mente de los líderes totalitarios.

La gravedad de la situación se advierte cuando Jorge Bergoglio, quien apoya abiertamente a los gobernantes totalitarios de Cuba y Venezuela, se opone al rechazo de inmigrantes a los EEUU. Es decir, al apoyar a los gobiernos socialistas de Cuba y Venezuela, Bergoglio apoya en forma consciente o inconsciente la expulsión de millones de cubanos y venezolanos. Luego, se opone a quienes no los reciben en otros países. La solución en este caso proviene de la tendencia a no expulsar a nadie, de manera que así tampoco habrán inmigrantes vagando por el mundo a la espera de alguien que los reciba con los brazos abiertos.

Todo indica que el propio líder de la Iglesia Católica, promotor del ya conocido y fracasado socialismo, parece auto-excluirse de la humanidad, con la gravedad de excluir a millones de seguidores que simpatizarán, al menos, con el socialismo, mientras que la base del cristianismo, el amor al próximo, promueve justamente todo lo contrario.

Las diversas religiones como también los diversos nacionalismos, actúan como fuerzas de dispersión que excluyen a muchos seres humanos de la humanidad. De ahí que la solución de los problemas humanos, o de la mayor parte de ellos, provendrá de la plena adaptación de todo ser humano a las leyes naturales impuestas por el orden natural, siendo la ética bíblica una síntesis de esas leyes aplicadas al ser humano.

Mientras que el conflicto entre palestinos e israelíes carece de solución, ya que ninguno de los bandos contempla al otro como seres humanos integrantes de la humanidad, algo similar ocurre del lado de Rusia que ignora abiertamente "la propiedad territorial" de su vecina Ucrania. Es oportuno mencionar la opinión de una escritora judía que debería ser escuchada por el sector israelí. Simone Weil escribió: “La verdadera idolatría es la codicia, y la nación judía en su sed de bienes carnales era culpable aun en los momentos en que adoraba a su Dios. Los hebreos hicieron un ídolo, no de metal o de madera, sino de una raza, una nación, algo igualmente terrestre. Su religión en esencia es inseparable de esta idolatría, a causa de la noción de «pueblo elegido»”.

En cuanto al catolicismo, la citada autora escribió: “Siempre que hay malestar en la inteligencia hay opresión del individuo por lo social, que tiende a hacerse totalitario. Sobre todo en el siglo XIII la Iglesia estableció un comienzo de totalitarismo. Por eso no carece de responsabilidad en los acontecimientos actuales [década de los 40]. Los partidos totalitarios se han formado por efecto de un mecanismo análogo al empleo de la fórmula «anathema sit» [sea anatema]. Esta fórmula y el empleo que se ha hecho de ella impiden a la Iglesia ser católica [universal] salvo su nombre”.

“Los sentimientos de los pretendidos paganos por sus estatuas eran probablemente los mismos que hoy inspiran los crucifijos y las estatuas de la Virgen y los santos, con las mismas desviaciones en las gentes espiritual e intelectualmente mediocres” (De “Carta a un religioso”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 2000).

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