Mientras que el feminismo auténtico, que produce buenos resultados, promueve derechos que alguna vez fueron negados a las mujeres, el feminismo desvirtuado es el que promueve luchas y antagonismos entre hombres y mujeres. En este caso, el hombre sería culpable del 100% de los conflictos de pareja y la mujer el 0%, por lo cual debería intentarse la total "independencia" de la mujer respecto del hombre.
Recordemos que, por cuestiones ideológicas, el izquierdista supone que todo lo social debe describirse en base a una supuesta lucha entre opresores y oprimidos, y que todo integrante de la sociedad es un opresor o bien un oprimido. Y por ello no resulta sorprendente que en una familia se caracterice como opresor al hombre y como oprimida a la mujer, proponiendo de paso la disolución familiar para ser reemplazada por otros tipos de asociación humana.
Como en realidad las culpas, por lo general, recaen tanto en hombres como en mujeres, no es válida la teoría de los opresores y de los oprimidos, no existiendo una lucha como tal. De ahí que, ante la inexistencia de esta lucha, se propone rechazar la figura jurídica del "femicidio" para volver al antiguo "homicidio", por lo que la izquierda y la ultraizquierda se unieron en reclamos por cuanto un izquierdista sin sembrar odio y divisiones pierde el sentido de su vida.
Desde la izquierda suponen que la misión principal del Estado es compensar las desigualdades previamente sospechadas, es decir, las desigualdades sociales, económicas, políticas, etc., que surgirían de la existencia de opresores y oprimidos. Quienes, por el contrario, suponen una posible igualdad moral de los distintos sectores de la sociedad, proponiendo la igualdad ante la ley, son vistos por los izquierdistas como fascistas que apoyan al sector opresor, es decir, a los empresarios, a los hombres y a las personas normales en general.
Respecto de este tema, Agustín Laje escribió: “Sería interesante preguntarse en primer término: ¿Por qué la violencia habría de tener género? Plantear la pregunta bajo ningún concepto implica reivindicar la violencia contra la mujer, ejercida por bestias que se dicen hombres; ante el fanatismo de los eslóganes, siempre es bueno dejar algunas cosas claras. Plantear la pregunta tampoco conlleva la intención de relativizar la problemática en cuestión”.
“Por empezar, en Argentina el 83% de los asesinados son hombres y el 16,4% mujeres. ¿Esto evidencia que tenemos que preocuparnos entonces más por los primeros que por las segundas? La pregunta es tan ridícula como el mismo hecho de analizar el problema de la violencia desde una perspectiva de género. Y es que el problema es la violencia, independientemente del género. Porque si no, lo que se instala es una falsa idea tal la que de hecho se ha instalado en nuestras sociedades: que violencia de género es simplemente la agresión del varón hacia la mujer, y que esta agresión está motivada en todos los casos por un odio de género”.
“En efecto, desde las mismas Naciones Unidas se ha definido a la violencia de género como «aquella que se dirige a individuos o grupos sobre la base de su género», aunque la aplicación cotidiana que se le da es sencilla y exclusivamente la violencia del hombre hacia la mujer que, sin importar los verdaderos móviles de la misma, se da por descontado el odio al sexo femenino como tal”.
“Una agrupación feminista, por ejemplo, define la violencia de género como «la violencia endémica en las relaciones intimas entre los dos sexos, iniciada por el varón sobre la mujer con el objetivo de perpetuar una serie de roles y estereotipos creados con el fin de continuar con la situación de desigualdad entre varones y mujeres». Esto es lo que se ha inyectado en el sentido común de nuestras sociedades. Pero dicho planteo es completamente ideológico, pues no sólo carece de respaldo empírico, sino que existen varios estudios que prueban que la mujer también puede iniciar la violencia contra el varón y que de hecho a menudo lo hace”.
“He aquí un breve recorrido sobre algunos de ellos: en un estudio longitudinal realizado en Estados Unidos por Murray Straus y Richard Gelles con más de 430 mujeres maltratadas, se encontró que el hombre daba el primer golpe en el 42,6% de los casos mientras la mujer lo hacía en el 52,7%. En la Encuesta Nacional de Violencia Familiar de Estados Unidos (1990) se encontró que los hombres y mujeres tenían las mismas probabilidades de dar el primer golpe a su pareja en el marco de un conflicto. El Departamento de Justicia de Estados Unidos analizó los 75 mayores condados judiciales y halló que, de 540 asesinatos entre cónyuges, en 318 (59%) casos era la mujer la víctima, y en 222 (41%) casos quien terminaba muerto era el hombre” (De “El libro negro de la nueva izquierda” de Nicolás Márquez y Agustín Laje-Grupo Unión-Buenos Aires 2016).
En nuestra época se advierte que las ideas marxistas, o la visión marxista de la realidad, predominan en casi todos los ámbitos. Así, como algo obvio y que no cabe la menor duda al respecto, se supone que todo empresario exitoso es explotador laboral hasta que demuestre lo contrario, que todo hombre es opresor de la mujer en el ámbito familiar, que todo país exitoso adquiere sus recursos robándolos a los países débiles, etc. Quienes cuestionen tales “verdades evidentes” será acusado de estar a favor de los opresores y en contra de los oprimidos, y luego será discriminado bajo el único criterio discriminador aceptado por la sociedad: hacia quienes se oponen a la visión marxista de la realidad.
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