domingo, 23 de febrero de 2025

Gobierno de leyes vs. Gobiernos de individuos

En el caso del gobierno de los pueblos, existen dos posibilidades extremas, con una transición gradual entre ambas. En un caso tenemos un gobierno establecido mediante leyes humanas que contemplan gran parte de las posibles acciones sociales y que dejan muy poco margen para las decisiones de los gobernantes, quienes tratan de que tales decisiones sean compatibles con el espíritu de las leyes establecidas.

Este sistema tiene la ventaja de que varias personas, del presente y del pasado, han podido establecer un conjunto de leyes que fueron meditadas y puestas en práctica conduciendo a resultados positivos. Además, es posible que tales leyes tengan en cuenta, y sean compatibles con las leyes naturales que rigen las conductas individuales.

En el otro extremo encontramos gobiernos de personajes que poco o nada tienen en cuenta las leyes establecidas, ya sea porque tales leyes son poco eficaces o bien porque el gobernante las ignora considerando que su propio criterio personal es más seguro y eficaz que el sistema legal vigente. Este es el caso de los líderes totalitarios responsables de las grandes catástrofes humanas, ocurridas principalmente durante el siglo XX.

Las limitaciones que tiene el sistema legal se debe a que los propios gobernantes no lo respetan, o bien porque mayoritariamente es el pueblo el que poco respeta las leyes vigentes, y mucho menos las elementales reglas éticas necesarias para toda convivencia normal. Este es el caso de los argentinos, irrespetuosos de las leyes de tránsito y de toda ley vigente. Como síntoma puede mencionarse que ostentamos el sexto lugar, a nivel mundial, en una lista de los peores conductores de vehículos, lo que está ligado cercanamente al grado de respeto por las leyes vigentes. Es decir, pueden existir buenas leyes y aún buenos gobernantes, pero si el pueblo sigue con la tradicional anomia, jactándose de ello, como un aspecto "cultural", seguiremos en la senda del atraso y del subdesarrollo.

En el otro ámbito en que también existe la posibilidad de ambas formas de gobierno es en el caso del universo, en el cual estamos inmersos. En este caso, es posible advertir que todo lo existente está regido por alguna forma de ley natural, siendo la ley natural el vínculo permanente entre causas y efectos.

Así, una de las formas extremas está constituida por el universo con un Dios trascendente, que interviene en los acontecimientos humanos, cambiando o suspendiendo temporalmente la ley natural, por una parte, y el universo con el Dios inmanente, es decir, que se identifica con las leyes naturales y el orden natural, por otra parte. Podemos sintetizar ambas posturas de la siguiente forma:

Trascendente: Universo = Dios + Naturaleza

Inmanente: Universo = Dios = Naturaleza

Como el Dios de la visión trascendente requiere de intermediarios humanos, surgen varios "candidatos" que luchan entre sí y que son el origen de grandes conflictos religiosos que opacan totalmente la función de las religiones, que es la de "unir a los adeptos", es decir, unir a los seres humanos con Dios y a los seres humanos entre sí.

En la visión del Dios trascendente se supone que existen dos formas de leyes; naturales y sobrenaturales, mientras que en la visión inmanente existen sólo leyes naturales, coincidiendo con la visión científica de la realidad, es decir, admitiendo un universo regido por leyes naturales invariantes en el tiempo y en el espacio.

En este último caso se la denomina como religión natural, suponiendo que la religión surge del ser humano, mientras que los adherentes a la postura trascendente suponen que surge de Dios y, así como existe "el pueblo elegido" (judaísmo), existen también los individuos que suponen ser elegidos o llamados por el Dios que interviene en los acontecimientos humanos.

Debido a que las religiones bíblicas, con sus mandamientos éticos, resultan ser esencialmente religiones morales, antes que religiones cognitivas, el cumplimiento de los mandamientos es posible en ambos casos, es decir, es posible para el creyente en el Dios personal (que se parece a un ser humano), como también es posible para el adherente al Dios naturaleza (al Dios que se identifica con el orden natural).

Lo que siempre ha molestado es el caso en que los adherentes al Dios de la trascendencia cuando consideran suciamente a la postura inmanente como "atea", siendo el caso más representativo el de Baruch de Spinoza, quien fue, y es, calificado por muchos fanáticos como "ateo", mientras que fue una figura representativa de la postura inmanente.

En el caso del cristianismo a la postura trascendente se la denomina también "teísta", mientras que "deísta" sería la visión cristiana compatible con la visión inmanentista.

Los fanáticos teístas incluso clasifican como "nihilista" a la postura inmanente. Así, leemos: "El nihilismo es la inmanencia absoluta...En el secularismo toda trascendencia es reemplazada por el inmanentismo" (Eudaldo Forment Giralt). "Historia o época contemporánea caracterizada por la expansión del ateísmo a partir de «hacerse mundo» de la filosofía en su cadencia inmanentista y atea" (Rodolfo J. Mendoza) (De "Nihilismo y despertar religioso" de R.J. Mendoza-Universidad FASTA-Mar del Plata 2005).

Muchos adherentes a la postura teísta, cada vez más alejada de la realidad, se caracterizan por difamar toda forma de religión natural (deísmo), llegando al extremo de asociarse con el marxismo-leninismo y la Teología de la Liberación, ocupando tales ideólogos los mayores puestos jerárquicos de la Iglesia Católica. En lugar de advertir sus propios errores y limitaciones, se encargan de mentir sobre otras posturas religiosas que podrán constituir la superación de una era de luchas "religiosas" de nunca acabar.

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