El buen político se prepara tanto en lo intelectual como en la forma de comunicarse con la gente, mientras que el politiquero sólo tiene aptitudes para convencer a la gente, careciendo de capacidad para la gestión desde el Estado. En países en decadencia, como la Argentina, se observa, durante los periodos eleccionarios, una inusitada cantidad de candidatos que ven en la política una forma de beneficiarse personalmente a la vez que carecen de una mínima capacidad de gestión.
Estos aspectos fueron contemplados en la antigüedad por Marco Tulio Cicerón, quien escribió; "Mucho he meditado con respecto a este asunto: si el dominio de la palabra y el estudio profundo de la elocuencia han sido para los hombres y las sociedades fuentes de bienes más que de males. Si tengo en cuenta las desventuras de nuestra república, si repaso mentalmente las calamidades que han pasado en otras épocas los Estados más poderosos, noto que han tenido parte de culpa en sus desdichas hombres elocuentísimos".
"Por otro lado, si basándome en las tradiciones históricas me llego a tiempos más lejanos, hallo muchas ciudades fundadas, muchas guerras terminadas, muchas alianzas hechas primeramente por la sabiduría, pero más por la elocuencia. De modo que, luego de tanto meditar sobre esta cuestión, la razón misma me induce a creer que, si la sabiduría es poco útil a los Estados sin la elocuencia, a su vez la elocuencia sin la sabiduría es casi siempre funesta, útil nunca".
"El hombre que desprecia el puro y noble estudio de la moral y del deber para entregarse puramente al ejercicio de la palabra, es un miembro inútil para sí mismo, peligroso para la patria que lo cobija en su seno. El hombre que, al contrario, se reviste del arsenal de la elocuencia, no para atacar, sino para defender los intereses de su país, lo creo destinado a ser de gran utilidad al Estado y a sí mismo y el mejor de los ciudadanos" (De "El arte de la invención"-Editorial TOR-Buenos Aires 1946).
Para el buen ejercicio de la política no sólo hace falta sabiduría, sino una sabiduría selecta y vocación. Cicerón agrega: "Si deseáramos buscar el origen de lo que denominamos elocuencia -ya se la considere como fruto de estudio, del arte y del ejercicio, ya se la mire como un don de la naturaleza- hallaremos que debe su nacimiento a las más nobles causas y a las razones más honorables".
Es oportuno mencionar el caso del militar Napoleón Bonaparte y del físico-matemático Pierre Simon de Laplace, en la gestión pública. E.T. Bell escribió al respecto: "Como un ejemplo de la falta de eficacia práctica de los matemáticos suele citarse la opinión de Napoleón acerca de Laplace, que, según se dice, fue expresada cuando Napoleón estaba prisionero en Santa Elena: «Un matemático de primera fila -como era Laplace- se reveló rápidamente como un mediocre administrador; desde sus primeros actos vimos que nos habíamos engañado. Laplace no enfocaba las cuestiones desde su verdadero punto de vista; encontraba sutilezas por todas partes, tenía tan sólo ideas dudosas, y finalmente llevó a la administración el espíritu de lo infinitamente pequeño»".
"Este sarcástico testimonio fue inspirado por el breve desempeño -tan sólo seis meses- del cargo de Ministro del Interior. Recordemos, sin embargo, que Luciano Bonaparte necesitaba un cargo en ese momento y fue quien sucedió a Laplace; es, pues, posible que Napoleón haya racionalizado su inclinación bien conocida al nepotismo. El juicio de Laplace acerca de Napoleón no se conoce, pero quizá pudiera ser expresado en estos términos: «Un soldado de primera categoría, Napoleón, se reveló rápidamente tan sólo como un político mediocre; desde sus primeros actos vimos que estaba equivocado. Napoleón planteaba todas las cuestiones desde un punto de vista particular, sospechaba la traición en todas partes, pero, al mismo tiempo tenía una fe infantil en sus partidarios, y, finalmente, llevó el espíritu de la infinita generosidad a una cueva de bandidos»" (De "Los grandes matemáticos"-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1948).
Mientras que el docente tiene que tener suficiente responsabilidad como para no influir de mala manera en sus alumnos, el político, al acceder a la función pública, deberá mostrar una responsabilidad mucho mayor. De ahí que debería leer primeramente libros sobre ética antes que de técnicas de persuación. J.A.C. Brown escribió: "Los intentos de cambiar las opiniones de los demás son más antiguos que la historia registrada, y debemos suponer que se originaron con el desarrollo del lenguaje".
"Por medio de la palabra se adquiere el poder de manejar o persuadir a la gente sin recurrir necesariamente a la fuerza física, y es improbable que antes de poder hablar tuvieran los hombres opinión alguna que cambiar. La violencia directa o la amenaza de violencia pueden producir sumisión a la voluntad de otro individuo o de otro grupo, pero las ideas se crean y se modifican en primer término a través de la palabra hablada o escrita".
"En una época de conflictos ideológicos, en que naciones enteras se ven sujetas a la persuación en grupo a través de los nuevos medios y técnicas de comunicación y del influjo de los movimientos de masas conducidos por demagogos, es importante descubrir con precisión qué grado de rigidez o de flexibilidad tiene realmente la mente humana; hasta donde es posible producir auténticos cambios en la forma de pensar de un individuo o de un grupo, y lograr cierto conocimiento de los medios empleados para ese fin".
"Algunas autoridades aceptan la premisa de que todos nos hallamos virtualmente a merced de los medios de comunicación masivos y de los métodos funestos de estimulación grupal, en tanto que otras han sugerido que el lavado de cerebro y otras técnicas similares puestas al alcance del moderno manipulador del pensamiento no sólo son poco menos que irresistibles sino que provocan cambios reales y permanentes en la perspectiva política y religiosa".
"Si tales creencias están bien fundadas, el panorama de la civilización tal como la conocemos no es grato de contemplar; si no lo están, entonces un examen crítico debe poder demostrar que la mente es bastante más reacia de lo que parecen suponerlo quienes mantienen tales puntos de vista. Por otra parte, se dan a veces circunstancias en que los cambios de actitud son necesarios y deseables" (De "Técnicas de persuación"-Compañía General Fabril Editora SA-Buenos Aires 1965).
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1 comentario:
Digamos que la elocuencia es necesaria porque todo propósito general debe ser bien comunicado para que obtenga aquiescencia. Por lo tanto, el problema real radica en esos propósitos, sean claros y nítidos o, todo lo contrario. Es en este último caso cuando una elocuencia bien desarrollada desde un punto de vista técnico puede hacer pasar por apreciable y hasta entusiasmante algo que en realidad esconde algo malo, perverso o simplemente de interés particular.
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