Desde sectores religiosos se habla de la "perfección", o de la ausencia de defectos, de tal personaje, asociando tal condición a la adhesión a ciertas creencias personales. Esto ocurre también en las religiones morales, como el cristianismo. Tal calificación resulta un tanto absurda si se valora a las personas por sus adhesiones y creencias en lugar de "contabilizar" cuánto bien ha producido en el resto de los seres humanos. Tomás de Aquino escribió: "La perfección de la vida presente consiste en la fe, la esperanza y la caridad".
Por lo general, el individuo presuntuoso tiende a actuar en la vida según sus propensiones naturales; luego interpreta la religión en función de su accionar de manera de sentirse en el lugar más alto de perfección moral. Henri F. Amiel escribió: "El que no pide a la vida sino el perfeccionamiento moral, está menos expuesto a falsear su propia vida" (Del "Diccionario antológico del pensamiento universal" de Antonio Manero-UTEHA- México 1958).
Las diversas religiones que imperan en la actualidad tienden a desunir a los hombres, incluso a crear serios conflictos, por lo que no funcionan como deberían hacerlo. Y ello puede describirse aduciendo que se trata de propuestas que no favorecen la actitud ascendente, lateral e igualitaria, o bien lo logran sólo parcialmente. Considerando primeramente el caso en que la actitud es sólo ascendente, nos encontramos con posturas contemplativas en las que se busca un “inactivo autoperfeccionamiento”, como es el caso de algunas religiones para sacerdotes y no para el hombre común.
Cuando el espíritu competitivo llega al extremo, se promueve la adhesión religiosa como si se tratara de un partido político, considerando a los demás como extraños y enemigos. Si la actitud lateral, cuando existe, no es igualitaria, incluso si se promueve un antagonismo entre fieles e infieles, como lo propone el Islam, resulta una actitud poco ética que ha de provocar grandes conflictos. De ahí que el creyente musulmán no trate de adaptarse a las leyes y a las costumbres de los pueblos a donde va, ni tampoco trate de mantenerse en su lugar respetando las diferencias, sino que busca presionar a los pueblos originarios a adoptar su propia forma de vida. Oriana Fallaci escribió: “En este planeta nadie defiende su identidad y se niega a integrarse tanto como los musulmanes. Nadie. Porque Mahoma prohíbe la integración. La castiga. Si no lo sabe, échele un vistazo al Corán. Que le trascriban las suras que la prohíben, que la castigan. Mientras tanto le reproduzco un par de ellas. Ésta, por ejemplo: «Alá no permite a sus fieles hacer amistad con los infieles. La amistad produce afecto, atracción espiritual. Inclina hacia la moral y el modo de vivir de los infieles, y las ideas de los infieles son contrarias a la Sharia. Conducen a la pérdida de la independencia, de la hegemonía, su meta es superarnos. Y el Islam supera. No se deja superar». O esta otra: «No seáis débiles con el enemigo. No le ofrezcáis la paz. Especialmente mientras tengáis la superioridad. Matad a los infieles dondequiera que se encuentren. Asediadlos, combatidlos con todo tipo de trampas». En otras palabras, según el Corán tenemos que ser nosotros los que nos integremos. Nosotros los que aceptemos sus leyes, sus costumbres, su maldita Sharia [moral islámica]” (De “La Fuerza de la Razón”-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).
También el marxista-leninista confía en su "superioridad moral", creencia que justifica por su persistente insistencia en repartir lo de los demás, nunca lo suyo. Cuando apoya abiertamente a los líderes políticos que han producido decenas de millones de víctimas al intentar imponer el socialismo, tal supuesta superioridad provoca en las personas normales repugnancia y asco en grado extremo. Es un caso idéntico al de un nazi que proclamara su "superioridad moral" sobre el resto de los mortales.
En las épocas del "todo vale" no debemos extrañar la asociación de "buenas intenciones" (y por qué no "superioridad moral") a quienes eliminaron a millones de personas inocentes. Aldous Huxley escribió: “Varios millones de paisanos fueron muertos de hambre deliberadamente en 1933 por los encargados de proyectar los planes de los Soviets. La inhumanidad acarrea el resentimiento; el resentimiento se mantiene bloqueado por la fuerza. Como siempre, el principal resultado de la violencia es la necesidad de emplear mayor violencia. Tal es pues el planteamiento de los Soviets; está bien intencionado, pero emplea medios inicuos que están produciendo resultados totalmente distintos de los que se propusieron los primeros autores de la revolución” (De “El fin y los medios” de Aldous Huxley–Editorial Hermes–Buenos Aires 1955).
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1 comentario:
No deja de sorprender la nitidez del mensaje político de estas dos suras. Nos permiten hablar del Islam también como de un programa político y militar.
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