En las actitudes básicas de todo ser humano, existen predisposiciones que necesariamente van juntas, como las dos caras de una misma moneda. Este es el caso de la envidia y la burla; la envidia consiste en entristecerse por la alegría de otro, lo que implica que también existirá la predisposición a alegrarse por la tristeza de ese otro. Ambas predisposiciones constituyen el odio.
En el caso del egoísmo, las "dos caras de la moneda" serían la avaricia y la codicia. Mientras que la codicia es la tendencia a intentar poseer todo bien material con exclusividad, la avaricia implica una incapacidad para dar a los demás algo propio. Claudia Noceda escribió: "Contrariamente a lo que pueda suponerse, el pecado de la avaricia-codicia no queda circunscripto a la posesión de lo material. Se evidencia en todos los campos de las relaciones humanas: hay avaricia para dar alegría a otro, compartir felicidad, dar lo que al otro le hace bien o necesita, pudiendo hacerlo".
"La avaricia-codicia es un mal que se manifiesta en el dolor de dar y en la avidez de recibir. Implica la imposibilidad de dar no importa qué y la insaciabilidad en recibir todo" (De "La Matemática de la Virtud"-Editorial del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2007).
El egoísmo es la base de la corrupción; de ahí que una sociedad corrupta es aquella en que considera a la avaricia-codicia como un valor en sí mismo. La citada autora agrega: "El eslogan de terminar con la corrupción es un autoengaño. Tendemos a poner nuestras prioridades sociales en utopías. Curiosamente, nombramos la corrupción hasta el hartazgo y obviamos de hablar del pecado que la origina. Construimos índices y estadísticas, vemos si subimos o bajamos en las mediciones. La convertimos casi en un juego, ¿por qué? Porque nos negamos a asumir el pecado como tal, nos negamos también a hacernos cargo del pecado que nos cabe y, de este modo, eliminamos el sentimiento de culpa".
Los colectivistas, por lo general, tienden a asociar defectos a las virtudes observadas en las sociedades democráticas. Con ello buscan destruirlas para implantar alguna forma de socialismo. Así, consideran que el individualismo es lo mismo que el egoísmo, que el ahorro implica avaricia, que la ambición es codicia, etc. En forma semejante, el egoísta reviste de virtud todo aquello que comporta un defecto. La citada autora escribe al respecto: "La ambición es loable aunque puede degenerar en desmesura. La codicia es, desde el vamos, en su espíritu, una pasión que pone en marcha acciones reprobables".
"La ambición es un motor de la acción hacia objetivos ambicionados: un más alto puesto en el trabajo, una bella casa, prestigio, honor, etcétera. Puede poner en acto capacidades nobles en pos de lo deseado. Es un combustible valioso para la acción".
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1 comentario:
Frecuentemente desde la base social de la izquierda se acusa a los grupos proclives a la derecha de ser corruptos e insolidarios, pero si uno analiza de cerca sus actitudes descubre en ellos esa misma corrupción e insolidaridad que imputan a otros, con la particularidad de que las tienen con más intensidad porque tienen prisa por colmar sus aspiraciones materiales partiendo desde más abajo y contando con menos dones personales para generar rendimientos.
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