Para disponer de una información mínima que permita establecer razonamientos posteriores, es necesario sintetizar la historia de un país asociándola a momentos y hombres claves que definen el rumbo a seguir en los próximos años. Implica que la mente del lector disponga de una especie de esquema general, aunque incompleto, que servirá para ubicar las distintas etapas atravesadas por una nación.
Mientras que México, Perú y Chile tenían ya un nombre antes de su etapa de emancipación, la Argentina ni siquiera poseía el que después adoptó. Nicolás Shumway escribió: “El nombre Argentina conserva la asociación con la plata en tanto deriva de argentum, plata en latín. Popularizado en un poema de 1602 de Martín del Barco Centenera, el nombre Argentina se volvió un sustituto obligatorio de rioplatense en lengua poética, y se consolidó en versos patrióticos del poeta neoclásico Vicente López y Planes, famoso por «El Triunfo Argentino» de 1807, celebración de la victoria de Buenos Aires sobre los invasores ingleses. Más tarde, en el «Himno Nacional Argentino», del mismo autor, el nombre obtuvo una posición más oficial, aunque fue sólo en la Constitución de 1826, dieciséis años después de la rebelión del país contra España, donde «República Argentina» se volvió el nombre oficial de la nación” (De “La invención de la Argentina”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 2005).
Entre las ideas orientadoras de la nueva nación, aparecen los escritos de Mariano Moreno, quien propone comerciar con Inglaterra, además de España, pero previendo ventajas para Buenos Aires, relegando al resto del país. Juan Bautista Alberdi escribió al respecto: “Moreno es el representante del espíritu de la Revolución de Mayo; esto es exacto, estando al sentido con que Buenos Aires ha entendido y desarrollado la Revolución de Mayo, a saber: destrucción y desconocimiento…de toda autoridad soberana de fuera o dentro; predominio provincial de Buenos Aires sobre toda la nación, primero en nombre de Fernando VII, después en nombre de la Nación Argentina…aislamiento del puerto que hace el tráfico de todas las provincias para quedarse solo con la renta de las provincias”.
“El partido de Saavedra era el partido verdaderamente nacional, pues quería que la nación toda interviniese en su gobierno; el de Moreno era el localista, pues quería que la autoridad se ubicase en la capital, no en la nación” (De “Grandes y pequeños hombres del Plata”-Editorial Plus Ultra-Buenos Aires 1974).
El predominio de las ideas de Moreno fue el germen de las guerras civiles que se desarrollaron durante gran parte del siglo XIX. Shumway comenta: “Esta política provocó sesenta años de guerras en las que murieron miles de hombres. También creó un profundo y duradero rencor que persiste aún hoy”.
En escritos de Mariano Moreno, aparecidos póstumamente, se advierte que coexisten en su mente ideas liberales cuyos objetivos serán logrados por medios totalitarios. El citado autor agrega: “Moreno resume la posición contradictoria de establecer la paz mediante el terror, la democracia mediante la represión, la libertad mediante la coerción”.
“Moreno es útil como paradigma de las posturas contradictorias que corren a lo largo del pensamiento argentino. Por un lado, usó la retórica de la libertad para proponer un reinado de terror; predicó la libre expresión mientras aplicaba la censura; contribuyó a la asunción de un papel hegemónico por parte de Buenos Aires, aunque ocasionalmente apoyó de palabra ideas de igualdad provincial; apoyó la formación de un congreso constitucional representativo, pero trató de excluir de él a los caudillos provinciales con cuyas ideas no coincidía; hizo grandes frases en favor de la soberanía popular, pero prefirió el gobierno de una pequeña minoría ilustrada”.
“Apoyó la idea de un Estado paternalista, aislacionista e intervencionista que sigue vampirizando el potencial económico del país”.
Terminado el conflicto militar interno, desde 1880 a 1910, aproximadamente, se produce la llegada masiva de inmigrantes y el inicio de una etapa de rápido crecimiento, que ubica a la Argentina en el 7mo lugar entre todos los países. El despegue económico fue influido por las ideas liberales y la Constitución de 1853, basada en el pensamiento de Alberdi. Todo hace suponer que las generaciones posteriores, al menos, tratarán de emular lo que funcionó bien en su momento. Sin embargo, en la actualidad se tiene una imagen distorsionada de la época por cuanto sólo se muestra a las familias de inmigrantes viviendo pobremente en conventillos de Buenos Aires, sin advertir que tal situación fue momentánea para la mayoría de ellas, ya que el Estado no tenía medios para aceptar a miles de inmigrantes asignándoles una “vivienda digna” cuando tampoco se la podían ofrecer a muchos nativos.
Los inmigrantes fueron progresando gracias al trabajo arduo y a las inversiones productivas que se hacían en el país. Téngase en cuenta que muchos trabajadores europeos venían por un tiempo a trabajar, sin sus familias, para retornar luego a sus lugares de origen. Esto contradice la opinión generalizada que aduce una “explotación laboral” como norma de la época. Si así hubiese sido, nadie habría venido a trabajar desde tan lejos.
Finalizada la Primera Guerra Mundial, comienza a dejarse de lado el ideario liberal de la democracia política y económica (mercado) instalándose en la opinión pública ideas anarquistas, nacionalistas y totalitarias, predominando en la Argentina el nacionalismo fascista. Leopoldo Lugones puede ser considerado como una figura representativa de esa época cuando afirmaba que había llegado “la hora de la espada” (y el fin de la democracia liberal). Comienza la época de las dictaduras siendo Juan D. Perón el que logra, mediante el voto popular, establecer finalmente un régimen totalitario. También Hitler había ascendido al poder utilizando métodos democráticos para luego dejarlos de lado.
La última etapa de la historia nacional está caracterizada por el asedio de una guerrilla que pretendió imponer un régimen comunista a “imagen y semejanza” del impuesto en Cuba por Fidel Castro. A pesar de los fracasos del socialismo, por lo cual fue abandonado por la casi totalidad de los países, persiste la ideología totalitaria con la idea predominante de destruir al sistema capitalista. Puede hacerse una síntesis de las cuatro etapas de la historia argentina, al menos como una guía breve:
Mariano Moreno: Buenos Aires vs. provincias => Guerras civiles del siglo XIX
Juan B. Alberdi: Constitución liberal => Auge de la nación
Leopoldo Lugones: Nacionalismo fascista => Totalitarismo peronista
Fidel Castro: Expansión soviética => Guerrilla marxista-leninista
Una de las características de la expansión del imperio soviético fue la promoción de una especie de “guerra santa” contra los distintos países “infieles”. Al igual que la expansión del Islam, se la consideraba lícita y sagrada, mientras que sus víctimas involuntarias debían ofrendar sus vidas a una “noble causa” ordenada desde lo alto, es decir, de Alá, o del Kremlin.
Al igual que los marxistas consideran que el sector productivo (la burguesía) está constituido por personas perversas y explotadoras, mientras que el resto (el proletariado) está exento de defectos y pleno de virtudes, consideran a la guerrilla terrorista, promotora del socialismo, bajo el concepto de “jóvenes idealistas” que luchan por un mundo mejor, mientras que quienes se defienden del terrorismo son “militares genocidas”. Carlos Manuel Acuña escribió: “Los funcionarios internacionales se mostraban más preocupados por los derechos humanos de los terroristas que por los de sus víctimas. La presión se hacía sentir sobre el gobierno que aparecía sospechado de atentar contra los derechos humanos de los terroristas y, en consecuencia, pasible de investigaciones y sanciones externas que lo debilitarían políticamente. Con las manos atadas, debía limitar su eficiencia antiterrorista lo que prolongaba el conflicto, lo mantenía extendido en el tiempo y la solución a la violencia se mostraba lejana y hasta imposible” (De “Verbitsky. De La Habana a la Fundación Ford”-Ediciones del Pórtico-Buenos Aires 2003).
Luego de que la guerrilla fuera derrotada militarmente, surge en la región latinoamericana la venganza y la difamación hacia los militares aduciendo que no actuaron acorde a las leyes vigentes, sino que actuaron igual que los terroristas (terrorismo de Estado), aunque el principal motivo de la condena es por haber impedido que sus países cayeran bajo la órbita soviética. Acuña agrega: “Marginados de toda posibilidad histórica y carentes de propuestas doctrinarias, la tarea que desempeñan tiene una finalidad excluyente: la descalificación de la función castrense, es decir, el desprestigio de las instituciones militares para insertarlo en la opinión pública y lograr que ésta las rechace”.
“Todas las agresiones producidas una vez que concluyeron las guerras contra el terrorismo se reprodujeron como un calco en todos los países donde tuvieron lugar. El Salvador, Nicaragua, Colombia, Perú, Brasil, Bolivia, Chile, la Argentina, el Uruguay, por citar en una secuencia geográfica los casos más destacados, soportaron los mismos ataques políticos con idénticos argumentos sobre la vulneración de los derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad latinoamericanas, mientras se eximió y exime a los terroristas de muchos peores cargos”.
Por lo general, se supone que todos los norteamericanos, incluidos políticos y gobernantes, piensan y sienten de manera idéntica. Sin embargo, algunos sectores de ese país adoptaron posturas favorables a la guerrilla marxista. El citado autor agrega: “Cuando el ex ministro de Defensa y ex candidato a la presidencia de Colombia, general (R) Harold Bedoya fue invitado a los EEUU para que diera su opinión sobre el “Plan Colombia” destinado a combatir el terrorismo, destacó las contradicciones que existían en el doble mensaje que surgía de las acciones norteamericanas en la materia: por un lado se aportaba un presupuesto que impedía la aplicación de la mejor tecnología aérea para derrotar a las guerrillas en un terreno que dominaban y por el otro se hablaba de la vocación irrestricta para erradicar el flagelo. El ex ministro de Defensa reiteró que en su país «la producción de drogas se está multiplicando en un cien por cien cada cuatro años», por lo que «en doce años –plazo para que culmine el Plan Colombia- tendrá 270 mil hectáreas de cultivos…Se diseña –aseguró- un plan sin objetivos reales»”.
“Más adelante se refirió a los múltiples contactos que las FARC mantienen con personalidades norteamericanas y europeas –por ejemplo, el presidente del parlamento italiano, Luciano Volante- y acotó: «Al mismo tiempo que se promueven reuniones entre los jefes insurgentes e importantes autoridades financieras estadounidenses, el propio Departamento de Estado de los EEUU, el propio Congreso de los EEUU califica (a las FARC y al ELN) como una organización terrorista internacional y como una organización de narcotraficantes». «De manera que estas contradicciones van a enloquecer al mundo. Nadie entiende –agregó Bedoya- como EEUU dicen que son malos estos delincuentes para los EEUU pero son buenos para Colombia. Lo que es malo para EEUU –dialogar con terroristas, negociar soberanía con terroristas- sí es bueno que se haga en Colombia»”.
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