jueves, 5 de septiembre de 2024

La Creación y las leyes del azar

Por lo general, se asocia cierto caos o desorden al azar vigente en algunos procesos naturales, como es el proceso de la vida y su evolución. De ahí que muchos autores aduzcan que la aparición de la vida inteligente es un proceso fortuito y que, por lo tanto, no responde a ningún plan ni tampoco asocian al universo finalidad alguna. Este es el caso de Jacques Monod. Sin embargo, el azar tiene sus leyes y, por lo tanto, los procesos regidos por el azar pueden tener una finalidad inherente. Christian de Duve escribió: “Podría parecer que he optado por Teilhard en contra de Monod, pero no es así; científicamente me siento mucho más cerca de Monod que de Teilhard. Sin embargo, he optado a favor de un universo con sentido en oposición a uno que no lo tenga. No porque quiero que así sea, sino porque así interpreto la evidencia científica disponible, que incluye mucho de lo que fue conocido por Monod, quien sabía mucho más que Teilhard”.

“Monod subrayó la improbabilidad de la vida y la mente y el papel preponderante del azar en su surgimiento, y por ende la falta de designio en el universo, su absurdo y su carencia de sentido. La manera en que interpreto los mismos hechos es diferente. Le doy el mismo papel al azar, pero actuando dentro de un conjunto tan estricto de restricciones que obligatoriamente debe producir la vida y la mente, no una sino muchas veces. A la famosa frase de Monod «El universo no estaba preñado con la vida, ni la biosfera con el hombre», yo respondo: «Falso. Sí lo estaba»” (De “Polvo vital”–Editorial Norma SA-Bogotá 1999).

Por otra parte, el astrofísico Hubert Reeves escribió: “El lector de Monod habrá notado hasta qué punto mi visión de los acontecimientos difiere de la suya. Es una cuestión de interpretación. Los hechos los aprendo de los biólogos. Han sido adquiridos por medio de una tecnología científica que presenta todos los caracteres de la objetividad. Pero la interpretación de los hechos procede de la persona entera, comprendida su lógica, sus emociones, sus pulsiones, sus vivencias anteriores. Implica a la vez a la observación y al observador. A ese nivel, no es «objetiva». Cada persona tiene la suya, que conviene respetar, pero no forzosamente adoptar. Para Monod, el papel esencial del azar en la evolución biológica prueba la ausencia de una «intención» en la naturaleza. En ese sentido, denuncia como ilusoria la antigua alianza del hombre con el universo. El hombre es un accidente del trayecto, en un cosmos vacío y frío. Es un hijo del azar. Cierto. Pero del «azar controlado». Quitémonos el sombrero ante la naturaleza que ha dominado al «azar» para hacer de él un admirable aliado.” (De “Paciencia en el azul del cielo”–Ediciones Juan Granica SA-Barcelona 1982).

Para convencernos de la existencia de las leyes del azar, se pueden arrojar varias monedas al aire y contar las diversas frecuencias de caídas. Para los que asocian el azar al caos o al desorden, no podrán preverse los resultados de esa experiencia. Sin embargo, mediante el cálculo de probabilidades se podrá saber con bastante aproximación tal comportamiento. A mayor cantidad de tiradas de monedas, habrá una mayor aproximación.

No sólo la vida se ha ido formando por procesos regidos por las leyes del azar, ya que el fundamento de todo lo existente, la mecánica cuántica, implica la existencia de leyes físicas basadas en probabilidades y estadísticas. También en este caso, existe un determinismo sólo para un elevado número de partículas atómicas, desapareciendo tal determinismo para pocas partículas. Este es el mismo de tirar una moneda al aire una vez, con un resultado totalmente incierto, ya que puede caer tanto cara como ceca. Pero si a esa moneda la arrojamos al aire 1 millón de veces, es posible afirmar que caerá unas 500.000 veces cara y unas 500.000 veces ceca, o algo muy próximo. Aumentado el número de tiradas, la aproximación al 50% para cara y para ceca será mayor aún.

Como antes se dijo, en la errónea interpretación del rol del azar en la formación de todo lo existente, radica una postura un tanto pesimista acerca de la existencia de un posible sentido del universo, lo que caracteriza a las bases del ateísmo, definiendo de esa forma a la postura de quienes niegan la posibilidad de un sentido o una finalidad del universo.

Lo que llama la atención es que también los sectores religiosos teístas, que suponen la posibilidad de intervenciones de Dios en los acontecimientos cotidianos, interpretan el azar en forma algo similar a los ateos, y de ahí suponen que, necesariamente, tuvo que existir un Creador por cuanto con el “solo azar” no fue posible la conformación de la vida tal como la conocemos.

Desde la religión natural, o deísmo, identificada con la ciencia experimental, se supone que Dios no creó el universo que conocemos mediante intervenciones localizadas en el tiempo, sino que creó las leyes naturales que le fueron dando forma, incluso considerando las leyes del azar entre esas leyes. Al identificar a Dios, o al Creador, con esas leyes, se adopta una postura más simple que las propuestas por las diversas religiones, siendo compatibles con la realidad, al menos con las conclusiones de la ciencia experimental.

1 comentario:

agente t dijo...

El azar no son las leyes de la probabilidad sino las de la selección natural.