domingo, 1 de septiembre de 2024

Julian Huxley y la religión del futuro

Las religiones bíblicas presuponen una situación en la que Dios revela a los hombres su voluntad, siendo el hombre un espectador cuya misión consiste esencialmente en contemplar y obedecer a la deidad; un Dios Todopoderoso frente a un hombre nada-poderoso. Al observar el universo y a los seres humanos bajo la visión evolucionista, por el contrario, se advierte esta vez un proceso de evolución biológica seguido de otro, a cargo de los seres humanos, y es la evolución cultural de la humanidad. Con ello se materializa aquella posibilidad de que el hombre sea un colaborador de Dios en la empresa de la Creación, al menos en la formación de la humanidad. Henri Bergson escribió: “Lo más sublime que Dios ha creado es haber hecho al hombre cooperador suyo en la creación”.

En cuanto al proceso de la evolución cultural, puede decirse que el principal objetivo implica alcanzar mayores niveles de adaptación al orden natural. Debido a que la adaptación biológica implica un lento proceso que requiere de largos periodos para mostrar cambios en las especies en evolución, el hombre mismo es quien debe continuar con el proceso adaptativo, aunque esta vez se establezca a través del conocimiento de nosotros mismos y del medio en donde se desarrolla nuestra vida. Julian Huxley escribió: “Se han definido la responsabilidad y el destino del hombre, considerándolo como un agente, para el resto del mundo, en la tarea de realizar sus potencialidades inherentes tan completamente como sea posible".

"Es como si el hombre hubiese sido designado, de repente, director general de la más grande de todas las empresas, la empresa de la evolución, y designado sin preguntarle si necesitaba ese puesto, y sin aviso ni preparación de ninguna clase. Más aun: no puede rechazar ese puesto. Precíselo o no, conozca o no lo que está haciendo, el hecho es que está determinando la futura orientación de la evolución en este mundo. Este es su destino, al que no puede escapar, y cuánto más pronto se dé cuenta de ello y empiece a creer en ello, mejor para todos los interesados” (De “Nuevos odres para el vino nuevo”-Editorial Hermes-Buenos Aires 1959).

Las religiones politeístas y monoteístas tienden a considerar que todo lo existente está dividido entre lo natural y lo sobrenatural, predominando lo subjetivo. Por el contrario, la ciencia experimental, al describir las leyes naturales que rigen todo lo existente (las leyes de Dios), tiene la posibilidad de fundamentar una religión natural y objetiva. Julian Huxley escribió: “El concepto de Dios ha alcanzado los límites de su utilidad: no puede continuar evolucionando. Los poderes sobrenaturales fueron creados por el hombre para que llevasen la carga de la religión. Del difuso «maná» mágico a los espíritus personales; de los espíritus a los dioses; de los dioses a Dios –así, en líneas generales, ha ido la evolución”.

“Sin embargo –y esto es vital- el desvanecimiento de Dios no significa el fin de la religión. La desaparición de Dios es, en el sentido más estricto de la palabra, un proceso teológico; y mientras las teologías cambian, los impulsos religiosos que les dieron origen persisten”.

“La desaparición de Dios significa una refundición de la religión, y una refundición fundamental. Significa que el hombre tome sobre sus hombros la carga de responsabilidades finales que anteriormente había traspasado a Dios”.

“El derrumbe de la teología sobrenaturalista ha sido acompañado por el derrumbe, primero de las sanciones morales sobrenaturales y luego de todo fundamento absoluto para la moral. Esto también debe considerarse como un proceso que, en caso de continuidad de la civilización, es irreversible”.

El citado autor vislumbra que, en el futuro, será la psicología social la que podrá orientar al hombre siendo la rama científica central del humanismo evolucionista, denominación que Huxley atribuye a la religión del futuro. “Los hombres se darán cuenta de que el planeo económico y social no resuelve sus problemas en tanto que la ignorancia y la falta de control continúen respecto a sus propias mentes. La ciencia psicológica ocupará entonces el lugar que le corresponde, con la psicología social como rama dominante. Y esto significará una nueva comprensión de los fenómenos religiosos y nuevas posibilidades de integrarlos en la vida de la comunidad”.

“El resultado probable será que, en el Estado socializado, la relación entre religión y ciencia cesará gradualmente de ser una relación de choque y se convertirá en cooperativa. La ciencia será llamada a aconsejar qué manifestaciones del impulso religioso son intelectualmente permisibles y socialmente deseables, si este impulso ha de ser adecuadamente integrado en otras actividades humanas y uncido para participar en el arrastre del carro del destino del hombre a lo largo de la ruta del progreso” (De “El hombre está solo”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1947).

Si bien la religión natural surgió varios siglos atrás, cuando el conocimiento científico era un tanto rudimentario, nunca antes la humanidad tuvo la imperiosa necesidad de “unir a los adeptos” como en la actualidad. Los conflictos sociales y religiosos escapan a las posibilidades de las religiones vigentes, de ahí la importancia del planteo establecido por Julian Huxley, quien escribió: “La hipótesis sobrenatural, considerada como una reunión de la hipótesis teísta, de la hipótesis espiritual y de las diferentes consecuencias derivadas de ellas semeja haber llegado al límite de su utilidad como interpretación del universo y del destino humano y como base satisfactoria para la religión”.

“Una consecuencia casi universal y tal vez inevitable de la hipótesis teísta en sus formas desarrolladas es la suposición de la verdad absoluta. Una religión monoteísta casi invariablemente sostiene estar en posesión de la verdad absoluta sobre el destino humano; el hecho de que las religiones rivales afirmen criterios semejantes generalmente se supera afirmando que son «falsos» en tanto que únicamente la propia religión es «verdadera»”.

“Considero que los descubrimientos de la fisiología, la biología general y la psicología no sólo tornan posible sino que requieren una hipótesis naturalista, en la cual no hay lugar para lo sobrenatural y donde las fuerzas espirituales que funcionan en el universo se consideran como parte de la naturaleza, en la misma forma que las fuerzas materiales. Lo que es más, esas fuerzas espirituales son un producto particular de la actividad mental en el sentido amplio y las actividades mentales en general se consideran como poseedoras de una mayor importancia e intensidad en el curso del tiempo cósmico. Por lo tanto, nuestra hipótesis básica no es naturalista por oposición a lo sobrenatural, sino monista por oposición a lo dual y evolucionista por oposición a estática”.

“Otro postulado del pensamiento moderno es que la verdad no se revela de una vez por todas, sino que tiene que ser descubierta progresivamente. Esto en sí es un descubrimiento científico de primera magnitud. También es una consecuencia inevitable de nuestra hipótesis básica del naturalismo evolutivo, y el hecho de que la ciencia moderna ha determinado el descubrimiento progresivo de nuevas y mayores verdades confirma esa hipótesis” (De “Religión sin revelación”-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1967).

Teniendo presente las tendencias básicas de cooperación y competencia, y la existencia de la actitud característica, con sus componentes afectivas y cognitivas, es posible fundamentar las prédicas cristianas desde el ámbito de la psicología social. Con ello se apunta a la tan ansiada unificación entre ciencia experimental y religión moral, pudiendo interpretarse al cristianismo como una religión natural. Esta propuesta puede resultar incompatible con la ortodoxia católica, aunque resulte compatible con las leyes naturales que son, en realidad, la instancia superior que debemos tomar como referencia.

1 comentario:

agente t dijo...

No sé yo si es oportuno vincular la nueva religión propuesta, de base natural, humana y científica, a una religión teísta que se entiende periclitada. Es más, sería más coherente dejar atrás el término religión y llamar a la nueva cosmovisión simplemente humanismo u otra expresión que contuviera ese sustantivo.