domingo, 8 de septiembre de 2024

Del "ni una menos" al "con mis hijos no te metas"

Cuando se trata de introducir en la sociedad cambios revolucionarios, o cambios de cierta importancia, se apunta a comenzar con los niños, para que en ellos perduren los cambios en el futuro y por la facilidad que existe para inculcarles cualquier tipo de creencia o conocimiento.

Este es el caso de la “ideología de género”, basada en la creencia de que ser hombre o mujer es una “construcción social” en lugar de constituir una categoría biológica derivada del proceso de evolución biológica por selección natural. Tal ideología abre las puertas a la homosexualidad por cuanto se trata de inducir en los niños la posibilidad de que descubran que son “niños en un cuerpo de mujer” o “niñas en un cuerpo de hombre” u otras derivaciones, ajenas a la biología, y que puedan construirse en base a considerar que nuestros atributos humanos dependen sólo de la influencia familiar y social y no dependan de la herencia genética fruto de millones de años de evolución biológica.

Para encubrir los objetivos poco favorables a los niños, se dice que la “ideología de género”, incluida en la educación primaria, principalmente, se establece para limitar o erradicar la violencia contra las mujeres, bajo la expresión “Ni una menos”, cuando en realidad lo que se logra es instalar la posibilidad de la homosexualidad.

Como nadie se va a negar a limitar o erradicar los asesinatos de mujeres, sirve tal expresión para una plena aceptación por parte de la sociedad. Cuando, con el tiempo, advierten la realidad de la Educación Sexual Integral (ESI), puede resultar demasiado tarde.

Para reafirmar la “elección de género” por la cual un hombre biológico afirma “sentirse una mujer”, desde el Estado, en los diversos países, se castiga o se sanciona legalmente, a veces severamente, el reconocimiento biológico solamente y el rechazo de la elección mencionada. Quienes se guían por las afirmaciones científicas, que concuerdan con las afirmaciones bíblicas, son caracterizados como atrasados, medievales, fascistas u otros calificativos despectivos.

Como ejemplo puede citarse un libro cuyo título es Ni una menos desde los primeros años: educación de género para infancias más libres, de Cecilia Merchán y Nadia Fink, compiladoras (Editorial Chirimbote-Buenos Aires 2016). La libertad asociada al título pareciera ser una libertad de elección sexual, teniendo disponibles varias categorías que les serán “sabiamente” indicadas o sugeridas por los maestros y promotores de la ideología mencionada.

En la introducción de las compiladoras se lee: “Es un libro que busca respuestas y plantea propuestas para avanzar en una sociedad más igualitaria. Creemos que sólo es posible si comenzamos, desde los primeros años, por quitar los prejuicios y estereotipos que rodean la idea de los vínculos familiares, los de géneros y los roles que se nos atribuyen desde el momento en que nacemos”.

“En todos los casos, en todas estas luchas, está siempre presente la necesidad de dar comienzo a una profunda y revolucionada manera de mirar la educación y la socialización, que nos permita pensar desde una perspectiva mucho más abierta, más inclusiva, nuestra historia y la de las nuevas generaciones”. “Los y las invitamos, entonces, a recorrer este camino que tiene tantas bifurcaciones como múltiples y libres infancias deseamos”.

Puede decirse que, hasta hace poco tiempo, las ideas predominantes en educación y moral dependían de los conocimientos científicos y de la tradición bíblica; ambas vías apuntando a adaptarnos al orden natural, si bien estando alejados de ser satisfactoria tal adaptación. A partir de la ideología de género habríamos de orientarnos por las ideas de Simone de Beauvoir, para quien el vínculo sexual entre adultos y niños habría de ser una posibilidad. En el libro citado, Mónica Tarducci y Marcelo Zelarallán escriben: “Uno de los textos clave para entender la desigualdad entre varones y mujeres fue El segundo sexo, libro escrito por Simone de Beauvoir, filósofa y escritora francesa, publicado en 1949”.

“Para Beauvoir, hay que considerar la dominación masculina no como resultado de los aspectos anatómicos o naturales, sino como producto de una construcción social y de las mujeres; esta idea está enunciada en su famosa frase No se nace mujer, se llega a serlo, que es un antecedente importante del concepto de género”.

Puede decirse que el marxismo de la escritora francesa tiende a reemplazar a la biología experimental, mientras que su ateísmo tiende a reemplazar todo lo que provenga de la Biblia, siendo un síntoma del desplazamiento ideológico que predomina en muchos ámbitos de las sociedades actuales.

1 comentario:

agente t dijo...

La componente social del ser humano existe, pero no puede utilizarse para anular la componente natural (biológica y evolutiva). De hacerse, el resultado será todavía más artificial y forzado que el propio de los excesos represores propios de los puritanismos tradicionales.