miércoles, 4 de septiembre de 2024

Perón, Eva y la religión

Así como en la actualidad resultan comparables los PBI (Producto Bruto Interno) de las naciones con las facturaciones anuales de las grandes empresas, las religiones reconocidas son comparables con las ideologías totalitarias, que funcionan como neopaganismos. Por ello se advierte que hay religiones que ven a la sociedad integrada por creyentes e infieles, y también ideologías totalitarias que ven amigos y enemigos, que en ocasiones pasan a ser creyentes e infieles, haciendo casi indistinguibles algunas religiones de los totalitarismos.

En realidad, sólo deberían denominarse "religiones" (las que unen a los adeptos) a las que tienen validez universal, ya que no funcionan como "religión" las que unen a sus adeptos pero para luchar contra el resto de la sociedad o contra el resto de la población mundial.

En la Argentina todavía sigue vigente la denominada "grieta" social que divide a los peronistas respecto de los sectores democráticos. Esta división interna, promovida por el tirano totalitario, viene de fines de la década de los 40 y principio de los 50 del siglo pasado, cuando Perón se enfrenta con la Iglesia Católica y contra otros sectores.

En una primera impresión, surge la idea de que el enfrentamiento final entre Perón y la Iglesia Católica fue un síntoma de una simple lucha por el poder. Para algunos autores, sin embargo, fue una especie de competencia religiosa, que aún sigue vigente cuando algunos sectores proponen una beatificación o canonización de Eva Perón, si bien sus atributos personales distan bastante del ideal cristiano.

Mariano Plotkin escribió al respecto: "Durante la segunda presidencia de Perón se hizo notorio que la Iglesia y el Estado estaban embarcados en una lucha por el control del espacio simbólico. El imaginario político peronista estaba adquiriendo las características de una verdadera religión política que no admitía alternativas. Una circular emitida por el Ministerio en febrero de 1953 exigía a los maestros de religión que adecuaran sus enseñanzas a los principios de la Doctrina Nacional Justicialista. En noviembre de 1954 se establecieron en las escuelas oficiales «consejeros espirituales» proveídos por la Fundación Eva Perón, y finalmente, en 1955, cuando el conflicto entre la Iglesia y el Estado comenzó a tomar un giro violento, la educación religiosa que había sido establecida en 1943 fue eliminada" (De "Mañana es San Perón"-Ariel-Buenos Aires 1993).

Por otra parte, David Rock escribió: “La influencia política de Eva Perón alcanzó su apogeo entre 1948 y 1951. Al sostener que «su única religión era el peronismo y que su único dogma era la fe en Perón», Evita parecía pretender transformar el régimen en una teocracia. Durante esos años se autoasignó el papel de intermediaria entre el pueblo y Perón evocando el lugar que las enseñanzas de la Iglesia le daban a la Virgen”.

“«El general Perón, siguiendo el ejemplo de Jesús, buscó sus amigos entre los pobres…No conocemos la historia de otro gobernante que se ocupara como el general Perón de cumplir lo que Tú, Señor, dijiste: ̀Dejad que los niños vengan a mí», declamaba”.

“Los peronistas eran ahora denominados «creyentes» por el régimen, y las ideas justicialistas, «verdades», superiores incluso a aquellas proclamadas por la Iglesia. Algunos discursos de Perón criticaban oblicuamente a la Iglesia como demasiado extravagante, dados los requerimientos de simplicidad postulados por el régimen. En una Argentina «socialmente justa» se necesitaba una «religión de la humildad, de renunciamiento… la religión de los pobres, de los que sienten hambre y sed de justicia, de los desheredados»”.

"En las escuelas, Perón ya no quería ultraclericales sino peronistas incondicionales que inculcaran una ciega lealtad hacia el régimen. Los maestros, como lo subrayó Franceschi más adelante, ya no eran devotos de las enseñanzas de la Iglesia, sino que «escribieron textos de lectura en los que se enseñaba a los niños a equiparar esa mujer de conocidos antecedentes», como él denominaba a Eva Perón, «con la Virgen María». Tan pronto como el régimen exhibió esas orientaciones, la Iglesia empezó a llamar «tirano» a Perón” (De "La Argentina autoritaria"-Ariel-Buenos Aires 1993).

Es algo repetido en distintas etapas de la vida nacional que Perón y los peronistas se dedican a sabotear todo gobierno que no provenga de su propia secta, o neopaganismo. De ahí que la Argentina se asemeje a un cuerpo que padece cáncer, ya que el sector peronista actúa como un tejido maligno que busca expandirse por todo la nación, limitando el accionar del resto de la sociedad.

1 comentario:

agente t dijo...



Todo esto demuestra que al pueblo se le puede hacer partícipe de un deliro con bastante facilidad.

“En cuanto un hombre cree que sólo necesita creer en la verdad de una propuesta, a la que no le respalda ninguna evidencia –los no creyentes van al infierno, los judíos beben sangre de niños-, se es capaz de cualquier cosa”.
Sam Harris en "El fin de la fe: religión, terror y el futuro de la razón"