miércoles, 4 de septiembre de 2024

El sentido y la ética que lo favorece

Es importante advertir el vínculo estrecho entre sentido o finalidad, por una parte, y la ética que favorece el logro de tal sentido o finalidad. Esto puede verse en el caso del fútbol, en donde el sentido o finalidad es lograr la mayor cantidad de goles a favor. La palabra gol, que proviene de goal, del inglés, significa "meta" u "objetivo". A partir de ese sentido del juego, asociamos el bien y el mal según que se permita o se impida lograrlo, respectivamente; siendo una especie de "ética" del juego, ya que toda ética implica favorecer el objetivo a lograr (el bien) y evitar lo que impide lograrlo (el mal). Así, el buen jugador es el que logra goles a favor y evita goles en contra, o colabora con ello, mientras que el mal jugador es el que poco o nada favorece, y hasta impide, lograr el objetivo.

En cuanto al sentido de la vida, fue Víktor E. Frankl quien advirtió este vínculo estrecho entre sentido y ética, escribiendo al respecto: “Tarde o temprano nos veremos obligados, no ya a moralizar, sino a ontologizar la moral; habrá que definir el bien y el mal, no como algo que debamos o no hacer, sino el bien como aquello que favorece la realización del sentido que encomienda a un ente y se le elige, y el mal como aquello que impide su realización” (De “El hombre doliente”-Editorial Herder SA-Barcelona 1987).

El proceso de crecimiento individual ha de estar asociado al hecho de ubicar nuestra vida individual en la corriente de un posible sentido del universo y de un sentido de la humanidad derivado de aquel. Así lograremos un sentido objetivo de la vida individual, además de los sentidos particulares que cada individuo buscará mediante actividades especializadas. Tal sentido objetivo implica "subirse a un ómnibus" para un mejor viaje por nuestra existencia individual.

La ausencia de un sentido objetivo permite la introducción de “sentidos subjetivos”, o bien del “sinsentido”, lo cual puede desviarnos de la voluntad aparente del orden natural. Entonces, de la ausencia de un sentido objetivo del universo puede inferirse la ausencia de un sentido objetivo de la propia vida del hombre, lo que lleva además a la ausencia de una ética objetiva y a su reemplazo, desde el relativismo moral, por diversas éticas subjetivas.

Debe distinguirse entre una verdadera ausencia de sentido del universo, regido por leyes naturales pero carente de toda finalidad, de una aparente ausencia promovida por parte de filósofos o científicos que manifiestan tal "fe negativa", ya que resulta poco sencillo poder verificar tal sentido o tal ausencia de sentido del universo.

Si existen leyes naturales, es posible hablar entonces de un orden natural, y de ahí podemos asociarle un sentido aparente a dicho orden, que puede, o no, ser considerado como favorable a la vida inteligente. Desde el momento en que existen reglas del juego, resulta difícil negar que no tengan cierto sentido o finalidad.

Ya sea que el sentido del universo sea de "nuestro agrado", o no lo sea, sólo nos queda la posibilidad de adaptarnos al mismo, y tal proceso de adaptación es la finalidad aparente asociada a la humanidad. De ahí que toda ética implica favorecer nuestra supervivencia plena, siendo el bien (absoluto u objetivo) el que la favorece y el mal (absoluto y objetivo) el que impide tal supervivencia.

Si no existiera la vida inteligente, esta vez el universo nos parecería algo sin sentido; una enorme complejidad sin nadie que lo observa. De ahí la consideración de tal vida como la "autoconsciencia del universo".

Por lo general, se habla de creyentes y ateos, si bien no resulta sencillo legitimar tales calificativos. Por lo general se dice, exagerando un poco, que "ateo es el que no comparte mi creencia en Dios" y "creyente es el que comparte mi creencia". Si a un creyente se le dice "ateo", seguramente se ofenderá, casi de la misma forma en que un ateo reaccionará si se lo denomina "creyente". A partir del análisis anterior podría intentarse encontrar una mejor definición de creyente y ateo. Creyente sería el que supone la existencia de un orden natural con un sentido o finalidad objetivos, y de ahí la existencia de una finalidad de la vida y una ética natural y objetiva asociada. Ateo sería el que supone un universo sin sentido, abriendo la posibilidad de establecer "éticas subjetivas" o bien siendo partidario del relativismo moral.

1 comentario:

agente t dijo...

Puede ser compatible la existencia de un universo con leyes naturales, pero sin sentido, sin telos objetivo, con la necesidad de un sentido para la vida de los humanos, deducido racionalmente, y lo que es más importante, sentido emocional y universalmente sin dificultad.