martes, 20 de agosto de 2024

La actitud resentida

La búsqueda de la venganza parece ser una característica común a los movimientos totalitarios, es decir, resulta común tanto en los líderes totalitarios como en quienes los apoyan. Consideran que la venganza es la forma de "hacer justicia" si bien las razones para vengarse son generalmente inventadas por las personas resentidas.

La actitud del resentimiento es la actitud del odio a largo plazo y es la forma de vida adoptada por muchas personas. De ahí que, para entender el comportamiento de los ideólogos, líderes y masas socialistas, deben tenerse presente los aspectos básicos de sus personalidades. Robert Greene escribió al respecto: "En su niñez, estas personas nunca sintieron que el amor y afecto que sus padres les daban eran suficientes; siempre estaban ávidas de más atención".

"Esta sensación de insatisfacción y desilusión se prolonga toda su vida. Jamás reciben el reconocimiento que merecen. Son expertas en analizar el rostro de los demás en busca de posibles señales de falta de respeto o desdén. Ven todo en relación consigo mismas; si alguien tiene más que ellas, es un signo de injusticia, de ofensa personal".

"Cuando sienten esa falta de respeto y reconocimiento, no arden en cólera; son cautelosas y les gusta controlar sus emociones. En cambio, incuban el dolor, y la sensación de injusticia no hace más que aumentar a medida que reflexionan en ella. No perdonan con facilidad. En algún momento se vengarán, con un acto de sabotaje o agresión pasiva astutamente diseñado".

"Como tienen un continuo sentimiento de agravio, tienden a proyectarlo en el mundo y a ver opresores en todos lados. Así, suelen convertirse en líderes de quienes se sienten excluidos y oprimidos. Si estas personas obtienen poder, pueden volverse muy crueles y vengativas, capaces al fin de desahogar su rencor en diversas víctimas".

"En general, poseen un aire de arrogancia; están por encima de los demás, aun si nadie lo reconoce. Alzan demasiado la frente y suelen adoptar una sonrisita de suficiencia o una mirada desdeñosa. Ya mayores, son propensas a elegir batallas mezquinas, incapaces de contener el rencor que han acumulado con el paso del tiempo. Su amargura aleja a mucha gente, así que terminan aliándose con quienes tienen la misma actitud que ellas, con los que forman una comunidad".

"El emperador romano Tiberio (42 a.C.-37 d.C.) es tal vez el mejor ejemplo clásico de este tipo. De niño, su tutor notó algo malo en él. «Es un cántaro moldeado con sangre y bilis», le escribió a un amigo. El escritor Suetonio, quien conoció a Tiberio, lo describió así: «Lleva la cabeza orgullosamente en alto...Callaba casi siempre, hablaba sólo de vez en cuando...E incluso entonces lo hacía con extrema renuencia, al tiempo que ejecutaba un gesto desdeñoso con los dedos»".

"El emperador Augusto, su padrastro, tenía que disculparse con frecuencia en el senado por «desagradables modales, llenos de altanería». Tiberio odiaba a su madre, quien nunca lo amó lo suficiente. Jamás se sintió apreciado por Augusto, sus soldados ni el pueblo romano. Cuando se hizo emperador, lenta y metódicamente cobró fría y cruel venganza de quienes, en su opinión, lo habian menospreciado".

"Cuando envejeció, fue cada vez más impopular. Sus enemigos formaban toda una legión. Al sentir el odio de sus súbditos, se retiró a la isla de Capri, donde pasó los últimos once años de su reinado prácticamente sin poner un pie en Roma. Se dice que repetía en sus últimos años: «Después de mí, ¡que el fuego destruya la Tierra!». A su muerte, Roma estalló en júbilo; la multitud expresó su sentir con la famosa frase «¡Al Tíber con Tiberio!»".

(De "Las leyes de la naturaleza humana"-Editorial Océano de México SA de CV-México 2019).

1 comentario:

agente t dijo...

Pues con el actual proceso de destrucción de la familia el número de resentidos sólo hará que aumentar todavía más. Se avecina una sociedad invivible.