lunes, 26 de agosto de 2024

Cuando la historia influye negativamente

La historia es una valiosa fuente de ejemplos que sirve para evidenciar los efectos de las decisiones y de las acciones humanas, tanto para volver a aplicar las que produjeron buenos resultados como para rechazar las que los produjeron en forma negativa. Pero la historia no debería ser una guía para orientarnos hacia el futuro, sino que tal guía han de ser las leyes naturales invariantes, que son las mismas del pasado, del presente y del futuro.

Sin embargo, a partir de actitudes derivadas de los nacionalismos y las religiones, en muchas partes del planeta se recurre a la historia con el fin de restaurar situaciones políticas, o geopolíticas, de varios siglos atrás, con la consiguiente proliferación de conflictos y guerras. Así, los actuales conflictos entre israelíes y palestinos, y entre rusos y ucranianos, derivan de posturas que miran en forma casi permanente al pasado, sin apenas intentar recurrir a mirar las cosas como si todos fuéramos "ciudadanos del mundo", amparados y regidos por las mismas leyes naturales.

Al respecto, Bruno Tertrais escribió: "Pocas veces el pasado ha estado tan presente. Nunca, en época moderna, ha tenido tanta importancia en las relaciones internacionales y en la escena geopolítica. En un mundo que se pretende sin memoria, la Historia ha irrumpido por varios lados. Dáesh quiere restaurar el Califato y eliminar las fronteras coloniales. Turquía e Irán se inspiran en su pasado imperial. China justifica sus derechos sobre las islas adyacentes a su territorio sacando a relucir mapas antiguos. Rusia se anexiona el lugar de su pretendido bautismo. Hungría entrega pasaportes a los antiguos miembros del Imperio austrohúngaro. En Europa, los inmigrantes son considerados los nuevos bárbaros".

"La Historia es una fuente de motivación para los pueblos y un instrumento de legitimación y de movilización para sus dirigentes. Esta afirmación es obviamente un clásico, especialmente en los regímenes autoritarios. «La conmemoración del pasado conoció un cénit en la Alemania nazi y la Italia fascista», nos recuerda Jacques Le Goff. Mientras el hitlerismo buscaba enraizarse en una cultura germánica mítica y heroica, Mussolini veneraba la antigua Roma".

"El régimen del Estado francés glorificó a los francos (en la condecoración de la Francisque), a Carlos Martel y a su nieto Carlomagno, y a Juana de Arco. Stalin invocaba a Iván el Terrible y a Pedro el Grande. Y, para responder a Alemania, que por su parte apelaba al espíritu de los caballeros teutónicos, revivió la gesta en la que Alexander Nevski, durante la batalla del lago Peipus en 1242, venció a los caballeros teutónicos".

"Mao se comparaba con el emperador Qin Shi Huang, que había unificado el Imperio en el siglo III a.C. El sha convocó las almas de Darío y de Ciro, Saddam Hussein a las de Saladino y Nabucodonosor. Hugo Chávez se veía a sí mismo como el heredero de Simón Bolívar".

"El pasado está por todas partes. En la era del retorno de la nación y de la yihad global, el pasado aparece exhumado, reconstruido, reinventado, mitificado para servir de inspiración o de revulsivo, de justificación a las reivindicaciones, de guía para la acción, de referencia para la interpretación de las situaciones".

"Se exaltan las grandes victorias de la nación o se conmemoran las derrotas. Se legisla o se reforman las constituciones para ajustarlas a la Historia. Se restaura, se realizan excavaciones arqueológicas, se exige la repatriación de los objetos antiguos. Se abren museos y memoriales o, a la inversa, se destruyen los símbolos del pasado. Se reescriben los manuales de Historia, se graban películas y videoclips de propaganda, se renombran ciudades y provincias" (De "La venganza de la Historia"-RBA Libros SA-Barcelona 2028).

1 comentario:

agente t dijo...

Casi siempre que se recurre a la historia se hace con fines más que nada propagandísticos y como coartada para intenciones poco confesables como son las imperialistas, cuando no directamente crematísticas. Nadie en su sano juicio cree que sea fuente directa de inspiración o legitimidad.