martes, 6 de agosto de 2024

El débil fundamento económico del "socialismo científico"

Los seres humanos, en un marco de libertad, establecen intercambios voluntarios de bienes y servicios que conducen a la ley de la oferta y la demanda. Ello implica que existe un sistema económico natural que posteriormente los economistas tratarán de optimizar.

También se han propuesto sistemas económicos "artificiales" en los cuales se rechaza la ley de la oferta y la demanda, como es el caso del socialismo marxista. En este caso, se supone que una vez establecida la expropiación de los medios de producción, surgirá una sociedad libre de los defectos observados en las economías naturales, o aproximaciones a la economía de mercado.

Una economía científica es aquella que describe el comportamiento de los seres humanos en el mercado, y con la cual se trata de encontrar las variables relevantes, o de mayor influencia, buscando la optimización del sistema. También aquí, como en la ética natural, lo que "debe ser" implica una optimización de "lo que es".

Por el contrario, con una "economía artificial" se busca que los seres humanos se adapten a una planificación estatal previa, abandonando la libertad asociada a los intercambios voluntarios. En lugar de ser la teoría la que se adapte a la realidad (actitud científica) se supone que la realidad se debe adaptar a la teoria (actitud anticientífica).

En la economía natural se pueden establecer cálculos en función del precio de mercado de cada uno de los items intervinientes en lo que se desea fabricar o adquirir. En una economía artificial, al no existir el mercado regido por la oferta y la demanda, no existe tal cosa como el "precio de mercado", por lo cual es imposible el cálculo económico. De ahí que resulta absurdo calificar como "científico" a un socialismo cuya base económica resulta tan pobre y con tan poco sentido práctico.

Al respecto, Sylvia Nasar escribió: "Ludwig von Mises aceptaba que una economía planificada podía asegurar una serie de servicios y bienes, pero no tenía claro qué pasaba después. ¿Cómo puede asegurar el Estado que el valor que tendrá para el consumidor un automóvil, por ejemplo, igualará o superará el valor de las horas de trabajo, el acero, el caucho y otros recursos empleados para producirlo? ¿Cómo se puede determinar si el coche tendrá más valor para los consumidores que el autobús que se podría fabricar con los mismos recursos?".

"Según Mises, en una economía de mercado los consumidores y los comercios pueden efectuar este tipo de cálculos basándose en información sobre los precios. Por ejemplo, se puede averiguar si el coste de fabricación de un coche es superior o inferior al importe que los consumidores están dispuestos a pagar por él. Para ello, pueden sumarse las horas de trabajo, los kilogramos de acero y de caucho, los gastos de comercialización, distribución y otros insumos, multiplicarlos por los respectivos precios y obtener el total".

"Por otra parte, para determinar el valor que le darán los consumidores, se puede tomar el precio de venta y multiplicarlo por uno para el caso de un solo vehículo. ¿Es razonable fabricar coches? Si el coste es menor que los ingresos, se pueden seguir fabricando. Si su fabricación sale más cara de lo que la gente está dispuesta a pagar por ellos, es mejor pensárselo".

"Según Mises, el problema de sustituir el mercado por una economía planificada es que ya no hay precios de mercado a partir de los cuales hacer los cálculos. Evidentemente, pueden inventarse, pero si no hay nadie produciendo o comprando según las normas del mercado, no serán precios de mercado; es decir, no reflejarán, y menos aún en tiempo real, las preferencias subjetivas de los consumidores que solicitan un producto o los cálculos de las empresas que deciden si lo suministrarán o no. Por lo tanto, no aportan la información necesaria para tomar una decisión racional. No hay forma de saber si se están aprovechando al máximo los recursos o derrochándolos irreflexivamente" (De "La gran búsqueda"-Debate-Buenos Aires 2013).

1 comentario:

agente t dijo...

Es tan cierto lo expuesto que el Comité Estatal de Planificación de la URSS se ayudaba discretamente de diversas publicaciones occidentales en las que aparecían periódicamente los precios de los productos usados en las diversas áreas económicas para establecer los precios en la economía que dirigía centralizadamente. Naturalmente sin hacer público ese detalle.