viernes, 26 de julio de 2024

El primer eslabón de la cadena de la violencia

Resulta evidente, al menos para un sector de la sociedad, que las personas son influenciadas por el medio social en donde viven. Si un individuo escucha unas dos o tres veces por día que el culpable de sus desventuras y adversidades es el sistema, los empresarios, los judíos o el imperialismo yanqui, en poco tiempo aceptará tales comentarios como una verdad indiscutible. Si, además, tal individuo tiene alguna secreta ambición de poder, es muy posible que tratará de ingresar en alguna organización clandestina orientada al terrorismo.

Puede decirse que quienes propagan rumores falsos, en cierta forma son cómplices necesarios de los crímenes que se cometerán en el futuro. Pero existe un primer eslabón de la cadena de violencia en los "intelectuales", quienes difunden con mayor amplitud los rumores falsos e incluso los crean, aunque en forma de teorías o tratados "científicos". De ahí que a pocos pueda extrañar que los "intelectuales" argentinos publicaron libros de los cuales un 80% promovían la guerrilla prosoviética. Enrique Díaz Araujo escribió: "Sumados los libros antiguerrilleros y presuntamente neutrales (159) constituyen cerca de una sexta parte de los publicados para festejar la guerrilla y/o atacar a las fuerzas militares que la reprimieron (655)" (De "La guerrilla en sus libros"-Buenos Aires 2008).

El terrorismo de izquierda puesto en práctica, seguía las tácticas de Lenin, es decir, se mataba preventivamente a quienes en el futuro o en el presente se opondrían al establecimiento del socialismo; de ahí algunas estimaciones de que era "necesario" liquidar a un millón de ciudadanos argentinos. "En suma, como lo expresara el fiscal adjunto en el juicio a los comandantes del Proceso, Dr. Luis María Ocampo: «La guerrilla fue formada en Cuba e impulsada a través de Cuba por Rusia»" ("La guerrilla en sus libros").

Muchas veces se habla de que en los años 70 hubo una "guerra civil" en la Argentina. En realidad hubo un ataque de fuerzas prosoviéticas con un sector de traidores, nacidos en la Argentina, que se plegaron a esas fuerzas antinacionales.

Si alguien supone que sólo son culpables quienes mataban empresarios, militares, policías y demás, debe tenerse presente el caso de Charles Manson, quien dominaba mentalmente a quienes luego ordenaba cometer asesinatos, mientras que la justicia de EEUU lo condenó a cadena perpetua por considerarlo autor intelectual (y necesario) de esos crímenes. De ahí que los autores de libros dirigidos a futuros terroristas de izquierda, fueron también cómplices necesarios de esos crímenes.

Entre las instituciones promotoras del terrorismo de izquierda (Montoneros y ERP), se encuentra la Iglesia Católica, de la cual todavía esperamos que emita algún reconocimiento de culpa, aunque parece imposible tal cosa por cuanto existe afinidad ideológica entre sus directivos y el marxismo-leninismo. Es importante la opinión de Héctor Aguer, quien fuera arzobispo de La Plata, y vivió de cerca la barbarie de los años 70. Al respecto expresó: "Los Montoneros han sido una creación de la Iglesia, es decir, han salido de la Iglesia, del nacionalismo católico, de la acción Católica, de la pastoral universitaria, de los curas del tercer mundo, de la teología de la liberación".

"No podemos hacernos los distraídos con eso. Así como también yo les he dicho a mis colegas: todas las unidades militares tenían sus capellanes. Los capellanes a lo mejor no sabían todo lo que estaba ocurriendo. Pero si sabían que estaba ocurriendo lo que hoy sabemos que ocurrió, debían haber dicho que eso es pecado mortal. Sin dudas las autoridades del episcopado intervenían, sabían cosas. Y estoy seguro que han hecho todo lo posible por ayudar. Lo que yo digo es que no podemos hacernos los distraídos, ni tampoco podemos cargas todas las tintas sobre los criminales militares" (De "El último cruzado" de Pablo Morosi y Andrés Lavaselli-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2018).

Algunos "intelectuales" se referían a los terroristas católicos-marxistas como "jóvenes idealistas", aunque tales ideales parecieran haber estado constituidos por un afán desmedido de poder; tan desmedido que llegaron al asesinato masivo de gente inocente. El lema aparente de quienes buscaban el poder o “hacer la historia”, a cualquier costo, parece haber sido: Usar y tirar una vez que no sirve a nuestro propósito; ya se tratara de vidas humanas, amistades o incluso ideas. Tal es así que, cuando llega Carlos Menem a la presidencia, y utiliza el disfraz de neoliberal, participan en su gobierno unos 500 ex Montoneros, quienes olvidan su lucha armada por “una patria socialista” al apostar esta vez por “una patria capitalista”. Julio Alsogaray (h), ex Montonero, expresó: “Siento que lo peor ha sido el pase al menemismo, la traición a los ideales por los cuales muchos dieron la vida” (Citado en “Montoneros” de Viviana Gorbato-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1999).

Héctor Oesterheld, geólogo y autor de historietas, como “El eternauta”, ingresa a Montoneros junto a sus cuatro hijas. Eran conscientes de ingresar en un conflicto en donde ambos bandos buscaban, por cualquier medio, la aniquilación del opositor. Tal es así, que todos terminan asesinados. La esposa de Oesterheld comenta sobre sus hijas: “Eran muy jóvenes, a ellas las influenciaron como a toda una generación de adolescentes. Porque no nos olvidemos que estaban en el secundario. En ese momento una iba al Nacional San Isidro y las otras a un colegio de hermanas que habían elegido, y ahí es donde hubo personas. Una sobre todo, que era hijo de un amigo de casa, de mucho cariño y confianza. Era un muchacho que había sido aspirante a sacerdote, que luego dejó, se apartó, para meterse con los curas del Tercer Mundo, y bueno, ahí empezaron todos…” (De “Matar y morir” de Vicente Massot-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2011).

El gran ideólogo de la violencia en la Argentina fue Juan D. Perón. En una carta enviada desde su exilio en España, les dice a los Montoneros: "Mis queridos compañeros: Estoy completamente de acuerdo y encomio todo lo actuado. Nada puede ser más falso que la afirmación que con ello ustedes estropearon mis planes tácticos porque nada puede haber en la conducción peronista que pudiera ser interferido por una acción deseada por todos los peronistas (…) Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria. Es el concepto cabal de tal actividad beligerante. Organizarse para ello y lanzar las operaciones para «pegar cuando duele y donde duele» es la regla. Donde la fuerza represiva esté: nada; donde no esté esa fuerza: todo. Pegar y desaparecer es la regla porque lo que se busca no es una escisión sino un desgaste progresivo de la fuerza enemiga (…)”.

“Pero por sobre todas las cosas han de comprender los que realizan la «guerra revolucionaria» que en esa «guerra», todo es lícito si la finalidad es conveniente (…). Ni es nueva la guerra revolucionaria y menos aun la guerra de guerrillas. Pienso que tal vez la guerra de guerrillas ha sido la primitiva forma de guerra, tan empleada en la afamada guerra de los escitas y de Darío II (…) de ello se infiere que los Montoneros, en su importantísima función guerrera, han de tener comandos muy responsables y en lo posible operar lo más coordinadamente posible con las finalidades de conjunto y las otras fuerzas que en el mismo o distinto campo realizan otras formas de acción, también revolucionaria (…) Finalmente compañeros, les ruego que hagan llegar a los compañeros mis más afectuosos saludos y acepten mis mejores deseos. Un gran abrazo. Juan Domingo Perón” (De “La otra parte de la verdad” de Nicolás Márquez-Mar del Plata 2004).

Nicolás Márquez escribió, refiriéndose a Perón: “Quien pasa del franquismo al castrismo en un santiamén tampoco tiene mayores inconvenientes morales en jugar con fuego en este indecoroso malabarismo dialéctico al alentar el homicidio generalizado que llevó adelante la organización terrorista de izquierda Montoneros cuando tras sindicarla como «juventud maravillosa» y arengarla con un «Si yo tuviera 50 años menos, no sería incomprensible que anduviera ahora colocando bombas o tomando la justicia por mi propia mano» terminara meses después tildando a los mismísimos Montoneros como «mercenarios infiltrados» y masacrándolos con el auxilio del chamán José López Rega y su Alianza Anticomunista Argentina: «El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una Patria justa, libre y soberana» le arrojó Perón a sus ex «mis muchachos»” (De “Perón. El fetiche de las masas”-Grupo Unión-Buenos Aires 2015).

1 comentario:

agente t dijo...

Es escandalosa la utilización que se ha hecho y hace de la vulnerabilidad de los jóvenes frente a los discursos que justifican y loan la violencia política, bien porque son personas propensas a la violencia de por sí gracias a sus circunstancias personales y sociales (autoritarismo familiar, práctica de la delincuencia individual o grupal u otras), bien por la radicalización vía la profundización en una determinada ideología guerrera, o lo más común, la mezcla de ambos condicionantes, siempre previa selección individual por parte de los dirigentes terroristas.