domingo, 14 de julio de 2024

La inflación aceptada

Si bien el proceso inflacionario resulta negativo para una sociedad, afecta de distinta forma a los distintos sectores. De ahí que, quienes se ven favorecidos de alguna manera por este proceso, lo prefieron y lo apoyan por cuanto sus intereses personales o sectoriales están por encima de los intereses generales. El sector político, a cargo del gobierno, es el más beneficiado por cuanto el "impuesto inflacionario" es el más fácil de recibir desde el Estado. También los sectores amparados por la "máquina de imprimir billetes" se ven favorecidos circunstancialmente por este proceso.

A continuación se transcribe un artículo al respecto; si bien se trata de la descripción de un proceso económico en determinado país y en determinada época, tiene validez para ser aplicado a otros países y en otras épocas:

LA INFLACIÓN ACEPTADA

Por Rene Sedillot

Es buen signo que se discuta el pro y el contra de la inflación, pues cuando sobrepasa cierto ritmo concita contra ella la opinión unánime de todos los testigos.

Francia no practica la inflación como quien deja que las aguas desbordadas de un río inunden su jardín; más bien actúa como el torpe jardinero que ya no sabe cerrar el grifo de riego. Claro está que, como este accidente dura ya más de cuarenta años, el jardín comienza a estar algo más que un poco húmedo.

De humor caprichoso, Francia cambia a menudo de jardinero, como si con cada cambio creyera hallar al hombre capaz de recuperar el control del grifo descompuesto. Pero el nuevo servidor no ha tenido tiempo de estudiar el artefacto, y ya se le dan las gracias y se lo reemplaza.

Los habitantes del jardín francés son perfectamente conscientes de esta extraña política, y a veces la deploran; pero muchos de ellos aprovechan el riego, que les permite, sin el menor esfuerzo, obtener grandes beneficios de su rinconcito de tierra. Si conocen al jardinero, esperan que dirija hacia ellos el chorro de agua. Si no es uno de sus amigos, exigen que venga otro, más complaciente que el anterior. Y de este modo continúa el juego, en el que el riego de cada uno implica la amenaza general de inundación.

Si el riego cesa durante unos pocos instantes, los franceses se indignan. La sequía -es decir, la deflación- los sorprende y desampara. Los priva de ciertas comodidades a las que se han acostumbrado: por ejemplo ¡es tan sencillo pagar impuestos atrasados con francos depreciados! Contra la estabilidad de 1935, votaron por el jardinero León Blum; contra la estabilidad de 1955 votaron por el aprendiz de jardinero Pierre Poujade.

En conjunto, fingen repudiar la inflación, pero individualmente desean los medios y los efectos de la misma. Les halaga la opulencia nominal de sus sueldos, el alza nominal del mueble Luis XVI o de la esmeralda que compraron el año anterior. Como les resulta fácil convertirse en millonarios, derivan de ello un secreto orgullo. De la experiencia vivida recogen algunas lecciones prácticas, con las que componen una especie de breviario:

Contraerás grandes deudas -sin preocuparte del reembolso.

Preferirás los bienes reales -ávidamente antes que cualquier otro.

Huirás de tu propia moneda -buscando otros medios de pago.

Acumularás existencias -si los precios suben rápidamente.

Al cliente maltratarás -si no paga instantáneamente.

Pero tus impuestos no pagarás -sino, evidentemente, con el mayor atraso.

Tu empresa ampliarás -gracias a la autofinanciación.

De la inflación dirás mal -pero la apoyarás resueltamente.

También el Estado tiene sus mandamientos inflacionarios. Para el ministro de finanzas, y para el alto funcionario responsable de los dineros públicos, la receta es paralela:

Administrarás la inflación -como si fuera un medicamento.

Con ella deudas borrarás -hábil y limpiamente.

En ella impuestos hallarás -que se pagan sin dolor.

Al Tesoro procurarás -abundantes recursos, y lo harás con elegancia.

De modo que evitarás -graves disgustos al Gobierno.

De este modo se entroniza la inflación...tolerada, luego aceptada, y aun deseada. Ya no es una intrusa en la casa, y forma parte de la familia. Se consiente su presencia, y se lamentaría que estuviese ausente.

(De "El ABC de la inflación" de Rene Sedillot-Ediciones Siglo XX SRL-Buenos Aires 1962).

1 comentario:

agente t dijo...

El problema inflacionario tiene su última causa en que los bancos centrales han sustituido al mercado en la esfera monetaria, sustituyendo la información dispersa de los agentes económicos por índices y diverso aparataje matemático sin verdadero valor objetivo, es decir, haciendo lo mismo que los planificadores centrales de los países del socialismo real, lo que tendrá consecuencias de similar alcance en cuanto a su resultado a medio y largo plazo.