sábado, 20 de julio de 2024

Campos de concentración, de reeducación o de trabajos forzados

Entre los "legados" que el socialismo real deja a la posteridad, aparecen los campos de concentración, puestos en funcionamiento por Vladimir Ilich Lenin y copiados más tarde por Adolf Hitler y los nazis. Casi siempre se habla de los campos de concentración nazis, dando un manto de silencio sobre aquellos que fueron establecidos en la Unión Soviética. Octavio Paz escribió: "En 1947 leía yo, con frío en el alma, la obra de David Rousset sobre los campos de concentración de Hitler: Los días de nuestra muerte. El libro de Rousset me impresionó doblemente: era el relato de una víctima de los nazis pero asimismo era un lúcido análisis social y psicológico de ese universo aparte que son los campos de concentración del siglo XX. Dos años después Rousset publicó en la prensa francesa otra denuncia: la industria homicida prosperaba también en la Unión Soviética. Muchos recibieron las revelaciones de Rousset con el mismo horror e incredulidad de aquel que de pronto descubre una lepra secreta en Venus Afrodita".

"Los comunistas y sus amigos respondieron airadamente: la denuncia de Rousset era una burda invención de los servicios de propaganda del imperialismo norteamericano. Los intelectuales «progresistas» no se portaron mejor. En la revista Les Temps Modernes, Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty asumieron una curiosa actitud (véanse los números 51 y 57 de esa revista, enero y julio de 1950). Los dos filósofos no trataron de negar los hechos ni minimizar su gravedad, pero se rehusaron a extraer las consecuencias que su existencia imponía a la reflexión: ¿hasta qué punto el totalitarismo estaliniano era el resultado –tanto o más que del atraso económico y social de Rusia y de su pasado autocrático- de la concepción leninista del partido? ¿No eran Stalin y sus campos de trabajos forzados el producto de las prácticas terroristas y antidemocráticas de los bolcheviques desde que conquistaron el poder en 1917?" (De "Las palabras y los días"-Fondo de Cultura Económica-México 2008).

Los sistemas totalitarios limitan tanto las libertades individuales que los organismos represivos resultan necesarios para mantener el poder absoluto sobre toda la población. William Ebenstein escribió: "El totalitarismo como forma de gobierno y como sistema de vida se caracteriza por un propósito fundamental: el control total del hombre por el Estado, no reconociendo límites en cuanto a metas o medios".

"En lo primero, las metas, el totalitarismo reclama al hombre en su totalidad, en cuerpo y alma, y no existe ninguna actividad humana -política, económica, social, religiosa o educacional- que se exceptúe del control y el dominio del gobierno. El objetivo es el máximo poder del Estado, conquistable únicamente mediante la represión máxima de la libertad individual".

"El Estado es el amo, el individuo el servidor, exactamente opuesto al concepto democrático. Como resultado de ello, el sistema totalitario no reconoce derechos «inalienables» al individuo".

"El derecho del individuo a la intimidad es rechazado completamente e incluso no se permite que relaciones tan personales como la amistad, el amor o la familia, se interpongan en la marcha de la todopoderosa aplanadora que es el Estado" (De "El totalitarismo"-Editorial Paidós-Buenos Aires 1965).

En cuanto a los campos de concentración soviéticos (GULAG: Dirección General de Campos de Concentración), Alexander Solyenitsin escribió: "Cuando nos enteramos por la BBC de que M. Mijailov había averiguado que ya en 1921 existían campos de concentración en nuestro país, muchos de nosotros (y muchos también de Occidente) nos preguntamos, asombrados: «¿Será posible...? ¿Ya en 1921?»".

"¡Pues claro que no! Claro que Mijailov estaba equivocado. En 1921 los campos de concentración ya iban a toda marcha (incluso estaban en trance de desaparición). Mucho más justo sería afirmar que el Archipiélago nació al sol de los cañonazos del Aurora".

"¿Es que acaso podía haber sido de otra manera? Reflexionemos sobre este punto".

"¿No enseñaban Marx y Lenin que era necesario destruir el viejo sistema burgués de represión y reemplazarlo de inmediato por otro nuevo, expresamente construido con ese propósito? Ahora bien, un sistema de represión está constituido por: el Ejército (no nos extrañe que el Ejército Rojo fuera creado a principios de 1918), la Policía (antes todavía que el Ejército se creó la milicia), los Tribunales (creados el 22 de noviembre de 1917) y... la cárcel".

"¿A santo de qué, al instituir la dictadura del proletariado, habría de demorarse el régimen de las nuevas cárceles? Porque, nuevas o viejas, las cárceles resultaban imprescindibles. Ya en los primeros meses que siguieron a la Revolución de Octubre, Lenin exigía «las medidas más draconianas para restablecer la disciplina»".

"¿Qué innovaciones puede aportar en ese aspecto el régimen proletario? Ilich intentaba abrir nuevos caminos. Ya en diciembre de 1917 había propuesto la siguiente lista de penas: «Confiscación de todos los bienes..., encarcelamiento, envío al frente y trabajos forzados a todos los que desobedezcan la presente ley». La idea motriz del Archipiélago, los trabajos forzados, fue expuesta, pues, en los mismos comienzos de la Revolución de Octubre".

"Aun estando por entonces idílicamente instalado en el campo, respirando el perfume del heno recién segado y con la música de los abejorros en sus oídos, Ilich no podía dejar de preocuparse por el futuro sistema punitivo. Así, ya en aquellos días sacó la cuenta y nos tranquilizó: «La represión de la minoría explotadora por la mayoría de los que hasta ayer han sido esclavos asalariados es un hecho relativamente tan sencillo, fácil y natural, que costará mucha menos sangre y le saldrá a la Humanidad mucho más barato» que las anteriores represiones de la mayoría por la minoría".

"De acuerdo a los cálculos de Kurganov, profesor de estadística actualmente emigrado, esa represión interna «relativamente tan sencilla», nos costó, desde principios de la Revolución de Octubre hasta el año 1959, 66 (sesenta y seis) millones de seres humanos. Naturalmente, no podemos garantizar la absoluta autenticidad de esa cifra, pero no disponemos de ninguna otra que sea oficial. En cuanto esta última aparezca, los especialistas podrán hacer una comparación crítica" (De "Archipiélago Gulag" Tomo 2-Plaza & Janés SA Editores-Barcelona 1977).

1 comentario:

agente t dijo...

Dictadura del proletariado o dictadura sobre el proletariado: el derecho de huelga fue abolido en la Unión Soviética en 1918, nada más llegar al poder los bolcheviques, quienes crearon los “comités de fábrica” que funcionaban a modo de sindicato oficial bajo el control del partido comunista, y que tenían por misión la promoción de la producción y el control del cumplimiento de sus cuotas por parte de los trabajadores. Cualquier otra organización de trabajadores estaba prohibida y perseguida.