domingo, 30 de junio de 2019

Abandonemos el libertarismo ingenuo

Por John Alejandro Bermeo

El libertarismo es insuficiente

Cada día el pensamiento libertario se hace más popular, especialmente en aquellos países que padecen las consecuencias del socialismo. Mientras que el libertarismo nació en Estados Unidos como reacción a la derecha, en Latinoamérica nació como reacción a la izquierda.[1]

La manera en la que muchos entienden el libertarismo en Latinoamérica viene de la mano de Alberto Benegas Lynch (h): “El liberalismo es el respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo”, cita que ha sido popularizada por el economista Javier Milei gracias al cambio cultural que viene generando en la Argentina.

Considero absolutamente plausible que la primera noción y aproximación de muchos jóvenes a las ideas libertarias sea el «todo vale», el «vive y deja vivir», y el «respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo», pero considero muy problemático que permanezcan únicamente con esta visión ingenua, simplona e incompleta.

Las grandes cuestiones de la vida no se solucionan con el «vive y deja vivir». Es lamentable que muchas personas se queden apenas con lo corto de miras del pensamiento libertario.

El fundamento del libertarismo descansa en un principio ético-jurídico llamado el principio de no agresión, este nos dice que siempre es incorrecto «iniciar» el uso o la amenaza de uso de la fuerza física contra la persona y su propiedad. El énfasis en la palabra «iniciar» es muy importante, pues quiere decir que el libertarismo no es algún tipo de pacifismo autodestructivo, sino, que el libertarismo sí contempla el uso de la fuerza como defensa y represalia.

Si el libertarismo lo único que nos dice es que siempre es incorrecto iniciar la agresión contra Otro, ¿qué pasa con las otras preguntas importantes de la vida?, ¿cómo florecer uno mismo?, ¿cómo lograr la felicidad?, ¿cómo alcanzar lo que Aristóteles llamó eudaimonía? Hagámoslo más simple, pensemos en esto: ¿Qué nos dice el libertarismo sobre las drogas? Dirá que deben ser libres, no te dirá si está bien o está mal, si es correcto o incorrecto. ¿Qué nos dice el libertarismo de la necrofilia? Que debe ser libre siempre que haya consentimiento del fallecido, pero no te dirá si está bien o mal o si es correcto o incorrecto. Repito, el libertarismo solo se ocupa del papel de la agresión a la persona y su propiedad, empero, no se ocupa de la «buena vida» o el summum bonum, no se ocupa de la excelencia, la moral o las virtudes, todo esto es un mundo aparte al libertarismo. Es papel de filosofías completas, filosofías de vida, ocuparse de lo bueno, de lo bello y del florecimiento humano. Aquí las religiones, corrientes éticas, la moral y la costumbre e incluso las leyes, juegan un papel importante para dar forma a todos los aspectos del ser humano.

Escribe Hoppe:

“Muchos libertarios sostienen la opinión de que todo lo que se necesita para mantener un orden social libertario es la aplicación estricta del principio de no agresión (NAP por sus siglas en inglés). Por tanto, según su punto de vista, siempre y cuando uno se abstenga de la agresión, debería mantenerse el principio de «vive y deja vivir». Sin embargo, aunque este «vivir y dejar vivir» suena atractivo para los adolescentes en rebelión contra la autoridad paterna y toda convención y control social (y muchos jóvenes se han sentido inicialmente atraídos por el libertarismo, creyendo que «vivir y dejar vivir» es la esencia del libertarismo), y aunque el principio sí se sostiene y se aplica a las personas que viven lejos y que se tratan entre sí de manera indirecta y remota, no se sostiene ni se aplica, o más bien es insuficiente, cuando se trata de personas que viven cerca entre sí, como vecinos y cohabitantes de la misma comunidad”.

Aunque el libertarismo es lógicamente correcto y consistente, es insuficiente. Dada la claridad de lo mencionado por Hoppe, quiero ahondar en lo que menciona al final.

Cada día las relaciones de mercado son más impersonales, pero incluso, siendo personales, normalmente, poco o nada nos importa lo que haga esta persona en su vida privada, menos aún si son personas que «viven lejos» y hasta este punto, parece que el «vive y deja vivir» y el «respeto irrestricto por el proyecto de vida del prójimo» funcionan. Sin embargo, todo esto cambia cuando las personas «viven cerca». Hoppe plantea el caso del “mal vecino”. Supongamos que nuestro vecino ha hecho de su casa un burdel o supongamos que nuestro vecino es un necrofílico o anda todo el día desnudo por su casa y se masturba en su patio. Ninguno de estos actos atenta contra nuestra persona ni contra nuestra propiedad, pero claramente no es lo mejor ni es lo más deseable. A nadie le gustaría que su familia tuviera que soportar a un vecino como el mencionado, o a un vecino que “se dedica habitualmente al sacrificio ritual de animales”.[4] En estos casos el libertarismo no tiene una respuesta, es necesario aquí abandonar el libertarismo o si se quiere, complementarlo para lograr dar solución a estos problemas. En el mismo sentido, el libertarismo no te dirá nada sobre las virtudes o los vicios, es necesario abandonar el libertarismo o complementarlo con filosofías de vida que den razones por las cuales la drogadicción o el alcoholismo no son buenos para la vida ni el progreso personal y social.

Sin virtudes no hay capitalismo

El sistema económico que los libertarios defienden depende de unos valores, de una moral, y una vez esta es abandonada su propio sostenimiento se hace inviable. Las virtudes de autocontrol, de trabajo, de honestidad y una baja preferencia temporal, en resumen, la frugalidad, hacen posible la existencia del capitalismo. Cualquier libertario debe tener esto en cuenta a la hora de defender el capitalismo. Una sociedad avocada al presente, al consumismo, al endeudamiento, al entretenimiento y los vicios, en resumen, al hedonismo o el carpe diem, no puede sostenerse y da lugar a un proceso de descivilización. Deben promoverse los valores y las virtudes que dan sustento al sistema que defendemos.

No soy el primero ni el último en señalar la importancia de cierto tipo de valores para el sostenimiento y reproducción del capitalismo. Daniel Bell en su obra “Las contradicciones culturales del capitalismo”, ya señalaba cómo el sistema capitalista lleva dentro de sí la semilla de su propia destrucción al socavar las instituciones y valores que le dieron nacimiento. Escribe Bell:

“La estructura de carácter heredada del siglo XIX, con su exaltación de la autodisciplina, la gratificación postergada y las restricciones, aún responden a la estructura técnoeconómica; pero choca violentamente con la cultura, donde tales valores burgueses han sido rechazados de plano, en parte, paradójicamente, por la acción del mismo sistema económico capitalista”.

En suma, los valores y la cultura que dieron origen al capitalismo hoy son rechazados por el sistema, por lo tanto, el capitalismo no podrá sostenerse.

Una sociedad que hoy se mueve hacia el ocio y el entretenimiento, hacia el lujo excesivo y el derroche, hacia los placeres carnales y el hippismo, hacía la drogadicción, el libertinaje sexual, el porno y la masturbación, en pocas palabras, hacia la inmoralidad o si se prefiere, el «pecado», no puede sostenerse.

Vivimos en una sociedad en donde existe una crisis de los valores. Los antivalores florecen. Los libertarios ingenuos creen que con el “todo vale siempre que tu libertad no atente contra la mía” es suficiente para construir familias, vecindades, sociedad y civilización, no obstante, este credo es el credo de la destrucción. Ya lo diría el gran pensador Nicolás Gómez Dávila:

“El liberalismo pregona el derecho del individuo a envilecerse, siempre que su envilecimiento no estorbe el envilecimiento del vecino”.

Y el resultado de tal envilecimiento del «todo vale» conduce a la «imposibilidad práctica» de la filosofía libertaria. Escribe Wiliam M. Sullivan:

“El liberalismo ha enturbiado las raíces sociales y morales de su propia viabilidad. Es cada vez más patente la incapacidad de un credo liberal simplista para sostener sus propias condiciones de posibilidad”.

El libertarismo y su defensa del capitalismo sin moralidad, resulta pues, en una erosión y en una contradicción de los mismos. Como mencionó el economista e historiador Joseph Schumpeter: “El éxito mismo [del capitalismo] socava las instituciones sociales que lo protegen”.

Es necesario abandonar ese libertarismo ingenuo y adolescente del «todo vale» para volver a las raíces que le dieron origen. El libertarismo y el capitalismo necesita «nutrirse de virtudes», de las virtudes burguesas. El espíritu del capitalismo (ascetismo y puritanismo) con la disciplina personal, el trabajo, la prudencia, la honradez, la rectitud, la puntualidad, el ahorro, la inversión y la austeridad dispararon el proceso civilizatorio que nos ha traído bienestar y riqueza como nunca antes en la historia de la humanidad.

[1] Aquí entiendo la palabra liberalismo y libertarismo como sinónimos ya que estoy hablando de autores argentinos, y en la Argentina no ha existido un robo de la palabra “liberalismo” por parte de la izquierda, como sí ha ocurrido en EE. UU. y en Colombia donde se usa el término “Libertario”. También presumo que los autores no están pensando en el liberalismo clásico decimonónico ya que este va mucho más allá de solo “respetar al prójimo”.

(De https://misesreport.com/abandonemos-el-libertarismo-ingenuo/)

1 comentario:

agente t dijo...

Ya desde los padres protofundadores del liberalismo (como Locke o Hume) los pensadores liberales han hecho hincapié en que el género humano no puede ser dispensado de todo límite moral, recomendando en este ámbito la prudencia, la renuncia a los deseos espontáneos que impliquen dolor en los demás, y conocían la ambigüedad del potencial humano y que éste incluye la vileza, algo que debe ser reprimido. Porque una cosa es la independencia personal y otra el aislamiento o la falta de conciencia acerca del otro. Esa independencia personal que uno de los mayores bienes para el liberalismo presupone la existencia y el cumplimiento de normas, así como de instituciones que las hagan realmente operativas.