Los Evangelios transmiten información a través de ideas y simbolismos, además de inducir mediante cierta empatía implícita, una actitud a adoptar frente al mundo y frente al prójimo. Sin embargo, muchos no perciben los aspectos emocionales subyacentes y los interpretan de tal manera que favorecen conductas totalmente opuestas a lo que expresamente se intenta promover. También sus detractores descartan tales aspectos emocionales tergiversando los objetivos de las prédicas cristianas.
En varias etapas de la larga tradición de la Iglesia Católica se advierte un desvío esencial respecto de los fundamentos del cristianismo, por lo cual se tergiversa la idea del Reino de Dios, o gobierno de Dios sobre el hombre, promoviendo el gobierno del hombre sobre el hombre, y más precisamente, el gobierno de los supuestos seguidores de Cristo sobre el resto de la población. En lugar de orientar en la vida a todo ser humano, se encargaron de dirigirlo con criterios personales o sectoriales, ocasionando serios trastornos a las sociedades bajo su influencia.
La palabra "totalitarismo" surge en el ámbito de la política y significa "todo en el Estado", implicando el gobierno de quienes dirigen el Estado aún al nivel de las ideas y de los pensamientos de los ocasionales súbditos, llegando al extremo de castigar severamente la disidencia en materia ideológica. Este último aspecto ya fue empleado en épocas pasadas por la Iglesia Católica, castigando las herejías y desobediencias bajo maneras violentas. Ellen White escribió respectos de la matanza de los hugonotes: "Lo más inicuo que se registra en el lóbrego catálogo de los crímenes, el más horrible de los actos diabólicos de aquella sucesión de siglos espantosos, fue la «matanza de San Bartolomé»".
"Todavía se estremece horrorizado el mundo al recordar las escenas de aquella carnicería, la más vil y alevosa que se registra. El rey de Francia instado por sacerdotes y prelados de Roma sancionó tan espantoso crimen. El tañido de una campana, resonando a media noche, dio la señal del degüello. Millares de protestantes que dormían tranquilamente en sus casas, confiando en la palabra que les había dado el rey, asegurándoles protección, fueron arrastrados a la calle sin previo aviso y asesinados a sangre fría".
"Asi como Cristo era el jefe invisible de su pueblo cuando salió de la esclavitud de Egipto, así lo fue Satanás de sus súbditos cuando acometieron la horrenda tarea de multiplicar el número de los mártires. La matanza continuó en París por siete días, con una furia indescriptible durante los tres primeros. Y no se limitó a la ciudad, sino por decreto especial del rey se hizo extensiva a todas las provincias y pueblos donde había protestantes. No se respetaba edad ni sexo. No escapaba el inocente niño ni el anciano de canas. Nobles y campesinos, viejos y jóvenes, sucumbían juntos. La matanza siguió en Francia por espacio de dos meses. Perecieron en ella setenta mil personas de la flor y nata de la nación" (De "La gran controversia"-Talleres Gráficos IRAP-2018).
En épocas cercanas, sectores de la Iglesia repiten la insinuación de producir asesinatos selectivos, esta vez bajo la ideología marxista-leninista, que en los años 70 produjo cientos de miles de víctimas a lo largo y a lo ancho de Latinoamérica. Recordemos que el ideólogo es el primer eslabón de la cadena que termina con la ejecución de actos terroristas, por lo que los sacerdotes del Tercer Mundo deben considerarse autores ideológicos de gran parte de los masivos asesinatos mencionados.
El ideólogo no incita directamente al acto terrorista, sino que repite cientos o miles de veces que el sistema capitalista provoca explotación laboral y que lo que tienen los ricos se debe a lo que le robaron a los pobres, y que la pobreza de éstos nunca se debe a la incapacidad, vagancia o irresponsabilidad personal, sino al robo ocasionado por parte del sector productivo. Luego, la violencia surge en cada uno según sea el entendimiento personal de la prédica socialista. Joseph Höffner escribió: "La Teología de la Liberación aborrece tanto al capitalismo que ya desde ahora se puede presumir su aprobación del empleo de la violencia contra este sistema. Se preguntará: ¿empleo de la violencia por la misma Iglesia, por la jerarquía, por los sacerdotes y religiosos, por las parroquias y comunidades eclesiales de base? ¿O empleo de la violencia por medio de la doctrina social de la Iglesia?".
La peligrosidad del cura marxista radica en que, al igual que todo socialista, considera el asesinato de quienes profesan "ideas incorrectas" como un paso previo para un "bien mayor general", mientras que sólo rechazan las reaccionen de quienes intentan defenderse de la violencia marxista. Höffner agrega: "Las violencias revolucionarias atizan el espíritu bélico y amenazan la paz. De hecho es «malo», opina el ex profesor de la Universidad Salesiana de Roma, Giulio Girardi, que a veces sea inevitable «tener que matar por amor», pero el «recurso a la violencia» sería lícito cuando no hubiese «ningún otro camino»" (De "¿Doctrina social de la Iglesia o Teología de la Liberación?"-Ediciones Gladius-Buenos Aires 1985).
La Iglesia Católica promueve actualmente la ideología que permitió la unificación absoluta del poder en manos de Mao-Tse-Tung, de Stalin, y de otros dictadores que produjeron más de cien millones de asesinatos durante el siglo XX. Se opone, además, al liberalismo por cuanto la democracia política como la democracia económica (mercado) favorecen la división de poderes, ya se trate del poder político o del económico, proceso utilizado para evitar la concentración de poder en pocas manos y el riesgo de producir catástrofes sociales como las producidas por el socialismo.
Puede advertirse la falsedad de las propuestas socialistas en base a la siguiente síntesis:
a) Economías subdesarrolladas: pocos empresarios, no hay mercados competitivos, favorecen la explotación laboral y la pobreza.
b) Economías desarrolladas: muchos empresarios, hay mercados competitivos, se descarta la explotación laboral y la pobreza.
c) Economías socialistas: existe una sola empresa (el Estado), no hay mercados competitivos, favorecen la explotación laboral y la pobreza.
Los promotores del odio entre sectores, nunca culpan a quienes no son empresarios ni nunca lo serán, siendo los principales culpables de la pobreza generalizada, sino que critican a los pocos empresarios considerándolos como únicos culpables de tal flagelo. Al eliminarlos, o al expropiarlos, sólo se logra empeorar las cosas.
Las críticas de los sectores cristianos de la Iglesia hacia los sectores marxistas-leninistas (promotores de la Teología de la Liberación), no se fundamentan en cuestiones concretas sino en cuestiones doctrinales llegando a conclusiones absurdas como que el problema de los ideólogos marxistas no está en la promoción del odio sino en el rechazo de lo sobrenatural, y cosas semejantes. Alberto García Vieyrá escribió: "El problema actual de este movimiento es identificar o confundir: lo sagrado con lo profano, lo natural y lo sobrenatural; la Iglesia y el mundo, la Teología reducida o sustituida por una antropología naturalista; la concepción de un Dios lejano que no interviene en el mundo del hombre. Todo esto está en pugna con la teología católica y las enseñanzas auténticas de la Iglesia. Para aclarar digamos: el hombre se vuelve cristiano por el carácter sacramental del bautismo; buen cristiano por la gracia santificante y las virtudes infusas" (De "La quimera del progresismo"-Varios autores-Cruz y Fierro Editores-Buenos Aires 1981).
Para el mencionado autor, los sacerdotes marxistas-leninistas estarían errados, no por promover asesinatos a través de la difusión de mentiras y de falsos análisis de las sociedades actuales, sino por adoptar posturas coincidentes con la religión natural. Esta forma absurda de "combatir" la herejía socialista dentro de la Iglesia, resulta completamente inefectiva.
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