El cristianismo presenta dos fundamentos distintos; por una parte asocia su legitimidad a una revelación divina (fundamento subjetivo e inverificable), mientras que la ética propuesta resulta tener un fundamento objetivo y verificable, como lo es la "empatía emocional". Teniendo presente todo aquello que resulta accesible a nuestras decisiones, como cumplir, o no, los mandamientos bíblicos, el cristianismo puede tener una incidencia importante en todos los sectores de la sociedad.
La visión monoteísta del universo presenta cierta compatibilidad con la actual visión científica que disponemos. Ello se debe a que un universo regido en cada una de sus partes por leyes naturales invariantes, no difiere demasiado de un supuesto Dios que responde de igual manera en similares circunstancias. Sin embargo, la semejanza tiende a desaparecer en cuanto se supone que Dios interviene en los acontecimientos humanos interrumpiendo momentáneamente las leyes naturales, o bien alterando las causas iniciales en una determinada secuencia de causas y efectos.
Si suponemos que Dios no interviene en los acontecimientos humanos, tenemos una "religión natural" enteramente compatible con la ciencia experimental. Esta religión, desprovista de misterios, milagros y revelaciones, centra su atención en los aspectos éticos del comportamiento humano, pudiendo ser de gran utilidad para el proceso de adaptación cultural al orden natural.
Desde los sectores liberales se presentan, por otra parte, dos formas extremas de considerar la moral. Así, las figuras más representativas (no todas) consideran que la economía de mercado requiere, para su buen funcionamiento, de una ética previa, surgida de la religión, la filosofía o las ciencias sociales, en donde la ética cristiana cumpliría un importante lugar. Sin embargo, otros sectores liberales sostienen que el proceso del mercado ya trae incorporada una ética implícita y que no es necesario incorporar éticas ajenas a dicho proceso.
Esta última postura ha sido denominada "economismo" o "economicismo", y comparte con el marxismo la idea de que el sistema económico adoptado por una sociedad determina los restantes aspectos culturales y sociales. Por el contrario, si se considera a la economía como una rama de las ciencias sociales, debe resultar compatible con las restantes ramas, especialmente en lo que ha sido corroborado experimentalmente.
Son los sectores economicistas, por lo general, los que sienten aversión por todo lo que sea religión, y por ello rechazan tanto los fundamentos subjetivos del cristianismo como a la ética propuesta, de la cual puede tenerse una idea concreta de su efectividad. Los creyentes, por otra parte, aceptan todo lo que involucra su religión mientras rechazan al resto de las religiones. Henri Poincaré escribió: "Dudar de todo o creerlo todo, son dos soluciones igualmente cómodas, pues tanto una como la otra nos eximen de reflexionar".
John Locke fue una de las figuras más representativas del liberalismo. Mariano Grondona escribió al respecto: “Locke está impregnado de la idea puritana de que el hombre se gana el cielo teniendo éxito en la Tierra. Por eso el rico que se enriqueció por métodos legales y correctos sospecha que se va a salvar. En el fondo, más que premiarse el trabajo se premia al mérito. Es un premio de tipo casi religioso. Fuiste honesto, trabajador, activo, diligente; tienes un premio en esta Tierra que anticipa y no anula el premio celestial: la propiedad. Los ricos de Locke pasan por el ojo de la aguja evangélica”.
“Se ha dado una explicación ingenua del liberalismo diciendo que elogia el egoísmo. No lo elogia, pero reconoce que una sociedad egoísta puede funcionar. Sería ideal que la gente fuera distinta, pero siendo como es, es razonable lograr un orden a partir de ella. Dice Locke: «Los hombres están de acuerdo y han estado de acuerdo en que comiencen las posesiones desiguales sobre la Tierra desde el momento en que por tácito consenso encontraron en la moneda una manera de acumular sin que lo acumulado se corrompa». La moneda es el producto de un consenso, de un contrato, los hombres lo quisieron así. A Locke moralista no le gusta, pero Locke pensador práctico lo reconoce. La gente, en el momento mismo en que aceptó la creación de la moneda, aceptó la desigualdad porque los metales –hoy, los ceros a la derecha de la cuenta bancaria- se pueden acumular en forma ilimitada” (De "Los pensadores de la libertad"-Editorial Sudamericana SA-Buenos Aires 1986).
Por otra parte, John Locke escribió: “Dado que usted quiere saber cuál es mi pensamiento sobre la tolerancia entre cristianos, con toda sinceridad, debo decirle, que creo que es la peculiaridad de la verdadera Iglesia. Aunque existan algunos que se jacten de la antigüedad de sus lugares de culto y nombres, o de la suntuosidad de su culto, o de la reforma de su doctrina, y todos de la ortodoxia de su fe –ya que todos se consideran a sí mismos ortodoxos-, éstas y otras cosas de la misma naturaleza son más bien características de la lucha de los hombres por el poder y por la autoridad que particularidades de la Iglesia de Cristo”.
“Si alguien posee prestigio, majestuosidad y ortodoxia de la fe, pero está desprovisto de caridad, humildad y buena voluntad hacia todos los hombres sin distinción, no sólo hacia los que se profesan cristianos, no es aún cristiano….El fin de la verdadera religión, que no nació para vanagloriarse de sus riquezas exteriores, ni para ejercer el dominio eclesiástico, ni tampoco para utilizar la fuerza, sino para guiar la vida de los hombres con integridad y piedad. Quien quiera ser parte de la Iglesia de Jesucristo debe, ante todo, despojarse de sus propios vicios, de su soberbia y de su propio placer” (De “Carta sobre la tolerancia”-Gradifco SA-Buenos Aires 2005).
En la actualidad, en la sociedad existe un predominio del relativismo moral, por lo que se rechaza no sólo la religión, sino toda sugerencia de tipo moral, reviviendo la antigua época de los sofistas. S. E. Frost (h) escribió: “Muchos sofistas representativos, como Eutidemo, Trasímaco y Calicles, sostenían que la moral era mero convencionalismo, hábito; que no había leyes morales ni principios exclusivos de bien ni de mal. Estos pensadores trataron de justificar el principio de que cada hombre debe vivir como desee, conseguir lo que quiera por cualquier medio y establecer su propio código moral. El resultado de esta teoría fue la anarquía moral, el individualismo puro y el más alto grado de egoísmo”(De “Las enseñanzas de los grandes filósofos”-Editorial Claridad-Buenos Aires 1946).
Friedrich Hayek escribió respecto al individualismo: “Aquí no sólo se abandonan los principios de Adam Smith y de Hume, de Locke y de Milton. Aquí se abandonan las características más básicas de la civilización desarrollada por los griegos y los romanos y el Cristianismo, es decir, de la civilización occidental. Aquí no se renuncia sólo al liberalismo del siglo XVIII y del XIX, es decir, al liberalismo que completó dicha civilización. Aquí se renuncia al individualismo que gracias a Erasmo de Rotterdam, a Montaigne, a Cicerón, a Tácito, a Perícles, a Tucídides, heredó dicha civilización. El individualismo, el concepto de individualismo, que a través de las enseñanzas proporcionadas por los filósofos de la antigüedad clásica, del Cristianismo, del Renacimiento y de la Ilustración nos ha hecho tal y como somos. El socialismo se basa en el colectivismo. El colectivismo niega el individualismo. Y el que niega el individualismo niega la civilización occidental” (Citado en “La Fuerza de la Razón” de Oriana Fallaci-Editorial El Ateneo-Buenos Aires 2004).
Juan Bautista Alberdi también encontraba en la religión una base moral para la mejora individual y social, escribiendo al respecto: “La religión cristiana es el único medicamento que puede curar la República de sus achaques morales. Ella es la religión de la libertad porque enseña el dogma de la igualdad y el de la hermandad de los hombres, además de inculcar las cualidades del hombre libre: humildad, mansedumbre, indulgencia, desprendimiento”. “La religión misma es el primero de los bienes humanos” (Citado en “Alberdi y su circunstancia histórica” de Guillermo G. Mosso-Mendoza 1984).
“Se dice a menudo que la religión cristiana es el fundamento de la libertad moderna; que el pueblo que no es cristiano no puede ser libre. Yo no conozco verdad más grande en la política moderna. Ha dicho Montesquieu, inspirado en la libertad inglesa, que la religión cristiana tiene el privilegio de hacer la felicidad de este mundo, sirviendo a la del otro. ¿Por qué razón el cristianismo es el secreto de la libertad moderna? Porque es la única religión que nos enseña a amar a nuestros enemigos; a responder a la ofensa con un servicio; al disidente como un hermano, en lo cual consiste la fraternidad, no de la familia, sino de la patria, de la sociedad entera”.
“Con la sangre de Cristo fue sellado el triunfo de la doctrina, que haciendo libres, iguales y hermanos a todos los hombres y pueblos de la tierra, debía fecundar la historia moderna, echando los fundamentos de una sociabilidad humanitaria y nueva, sobre las ruinas de una sociabilidad estrecha y vieja” (De “El pensamiento vivo de Alberdi” de Jorge Mayer-Editorial Losada SA-Buenos Aires 1983).
“La moral cristiana es la moral de la civilización actual por excelencia; o al menos no hay moral civilizada que no coincida con ella en su incompatibilidad absoluta con la guerra. El cristianismo como ley fundamental de la sociedad moderna, es la abolición de la guerra, o mejor dicho, su condenación como un crimen”.
“Ante la ley distintiva de la cristiandad, la guerra es evidentemente un crimen. Negar la posibilidad de su abolición definitiva y absoluta, es poner en duda la practicabilidad de la ley cristiana. El evangelio es el derecho de gentes moderno, es la verdadera ley de las naciones civilizadas, como es la ley privada de los hombres civilizados” (De “El crimen de la guerra”-Editorial Molino-Buenos Aires 1943).
Wilhelm Röpke considera la base moral individual como el requisito necesario para el desarrollo de una economía de mercado, escribiendo al respecto: “Los individuos que compiten en el mercado en procura de su propio beneficio, necesitan más que nadie de las normas sociales y morales de la comunidad, sin las cuales la competencia degenera hasta los extremos más penosos. Como dijimos antes, la economía de mercado no lo es todo. Debe ocupar su lugar en un ordenamiento más elevado, que no se gobierna por la oferta y la demanda, la libre formación de los precios o la competencia. Debe estar firmemente insertada en un ordenamiento global de la sociedad, en el cual las imperfecciones y rudezas de la libertad económica sean corregidas por el derecho, y donde no le sean negadas al hombre las condiciones de vida adecuadas a su naturaleza. El hombre sólo puede realizar plenamente su naturaleza si se integra libremente en una comunidad con la cual se sienta solidario. De lo contrario, su existencia será desdichada, y él lo sabe”.
“Para poder apreciar hasta qué punto es importante para nuestro mundo este espíritu «burgués», pensemos en lo difícil que resulta implantar las modernas formas de la economía a los países subdesarrollados, que a menudo carecen de las condiciones espirituales y morales que estamos analizando. Los occidentales las damos por sobreentendidas, y por eso apenas somos conscientes de que existen, pero los dirigentes de los países subdesarrollados, con frecuencia, sólo advierten los éxitos económicos exteriores de las naciones de Occidente, sin percibir los cimientos espirituales y morales que sustentan esos éxitos”. (Citado en “Enfoques económicos del mundo actual” de L.S. Stepelevich–Editorial Troquel SA-Buenos Aires 1978).
Otro economista liberal, Henry Hazlitt, escribió: “Se piensa, por lo general, en los enfoques ético y económico, que la ética y la economía tienen poco que ver una con la otra. Sin embargo, ambas se encuentran íntimamente vinculadas. A ambas les interesan los actos de los hombres, la conducta humana, la decisión humana, la elección humana. La economía es una descripción, explicación o análisis de los factores determinantes, consecuencias e implicancias de la conducta y elección humanas. Pero apenas llegamos a lo que es la justificación de esos actos y decisiones o a la cuestión acerca de si este o aquel acto o regla de acción sería más conveniente a largo plazo para el individuo o la comunidad, penetramos en el mundo de la ética. Esto es también verdad si lo que se discute es la conveniencia de una política económica comparada con otra”.
“Prácticamente no existe problema ético alguno, en realidad, que no presente un aspecto económico. Nuestras decisiones éticas cotidianas son, en general, decisiones económicas y, a su vez, casi todas nuestras decisiones económicas cotidianas tienen un aspecto ético” (De “Los fundamentos de la moral”–Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires 1979).
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1 comentario:
Muy interesante, pero todo esta referido solo en torno a la RELIGION CRISTIANA,y que sucede entonces con las otras tres Religiones, incluso mas antiguas que el Cristianismo: EL Judaismo,(Religion de Jesus), El Islamismo y EL Budismo.- Que importancia e influencia han tenido en la Humanidad.- ¿Ninguna?.- Y, haciendome eco de sus opciones economicas, resulta Ud. un gran promotor de la Industria Editorial de su Pais, ya que toda su Bibliografia es de procedencia Argentina.- Gracias de todas formas por su aporte a la cultura y al conocimiento.-
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