En épocas pre-científicas predominaban los mitos (para describir el pasado) y las utopías (para proyectarse hacia el futuro). Aun en la actualidad siguen teniendo vigencia a pesar de los errores y debilidades que conllevan sus principios básicos. Ello no implica que necesariamente todas estas expresiones sean completamente falsas, ya que deben interpretarse como procesos previos y necesarios para afrontar la realidad cuando no se disponía de otros medios.
Respecto de los mitos, Víctor W. Turner escribió: "Los mitos relatan cómo una situación pasó a ser otra, cómo se pobló un mundo despoblado, cómo se transformó el caos en cosmos, cómo los inmortales se hicieron mortales, cómo aparecieron las estaciones en un clima que carecía de ellas, cómo la unidad primigenia de la humanidad se escindió en una pluralidad de tribus y naciones, cómo seres andróginos se convirtieron en hombres y mujeres, etc. Los mitos son fenómenos liminales; suelen relatarse en un tiempo o en un lugar que está «entre una cosa y otra»" (De la "Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales"-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1975).
Las utopías, por otra parte, se originan en mitos, como el que sostiene que en el pasado existió una Edad de Oro y que por ello deberíamos establecer sociedades similares en el futuro. George Kateb escribió: "Los teóricos del utopismo han tratado de encontrar equivalentes artificiales, civilizados y admitidos por la sociedad a las condiciones descritas en las viejas historias. El utopismo es en realidad un esfuerzo por imaginar cómo sería de armoniosa la vida si se la alejara del marco natural o pastoral. Y se supone que la sociedad perfecta sería aquella en que la vida transcurriera armónicamente, aquella en que todos los hombres querrían vivir si pudieran. No sería ésta una sociedad perfecta de acuerdo con los excéntricos proyectos de un pensador aislado, sino de acuerdo con las tendencias de toda la humanidad" (De la "Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales").
Se dice que las utopías son necesarias para vislumbrar cambios futuros de la sociedad y que, sin tales proyectos ideales, resultaría casi imposible establecer progresos importantes. Si bien esta postura extrema puede no ser demasiado frecuente, es necesario desmentirla. Por empezar, considerando el principio científico de la valoración de las distintas posturas según los resultados obtenidos, puede decirse que las diversas utopías, materializadas de alguna forma en el pasado, fracasaron rotundamente, en especial el socialismo.
Las utopías, por lo general, apuntan a un modelo de sociedad a construir bajo ciertos principios, que esencialmente implican la propiedad colectiva y la disolución de la familia tradicional. Parecieran constituir objetivos destinados a combatir el egoísmo de los seres humanos y a eliminar las posibilidades de envidia por parte de quienes adhieren a tales proyectos. En ningún caso contemplan los atributos asociados a la naturaleza humana individual, sino que proponen una adaptación de tal naturaleza humana al proyecto social "artificial" surgido de la mente de algún hombre.
La izquierda política propone la implantación del "socialismo científico", que en realidad es la misma utopía propuesta por los "socialistas utópicos", con la diferencia de que la primera es obligatoria y la segunda optativa. El marxismo considera como "fundamento científico" lo que en realidad es un mito, como es el caso de la "lucha de clases" y la "explotación laboral" asociadas a las sociedades capitalistas.
En las economías competitivas, cada empresario trata de mantener y de agrandar su capital, especialmente su capital humano (empleados) que predomina sobre el capital material en la actual sociedad del conocimiento (las empresas de mayor cotización son las informáticas). Quien pretende "explotar laboralmente" a sus empleados, pronto los perderá, por lo que en toda economía desarrollada (competitiva) la "lucha de clases" es un mito que constituye la única razón de ser de la izquierda política.
Sin embargo, tal sector tiende a descalificar la ética cristiana, basada esencialmente en la empatía. Con el descubrimiento de las neuronas espejo, se advierte la existencia de un fundamento neurológico de la empatía e, indirectamente, de la ética natural, por la cual se propone al "amor al prójimo" como la mejor actitud a adoptar. También aquí falla la izquierda política, como también otros sectores, al no utilizar el criterio de valorar o calificar las distintas propuestas según el criterio científico de su compatibilidad con la realidad.
La mayor "lucha de clases" de la historia se estableció en el siglo XX cuando las clases dirigentes maoístas y stalinistas asesinaron a decenas de millones de individuos pertenecientes a las "clases sociales incorrectas". Jordan B. Genta escribió: "Bertrand-Serret denuncia el mito marxista de clases antagónicas, rígidas, herméticas como compartimientos estancos, en que se irían polarizando todos los pueblos: una de ellas -la clase obrera- encierra todas las virtudes y soporta todas las injusticias; la otra -la clase burguesa- arrastra todos los vicios y comete todas las injusticias".
"No hay entendimiento ni conciliación posibles. La lucha es a muerte hasta que una de las clases sea aniquilada. Se puede anticipar el desenlace inevitable porque el sentido de la historia es la promoción obrera: desde la externa inhumanidad (alienación) llegará a ser la humanidad verdadera y plenamente recuperada en sí y por sí misma, la sociedad sin clases, sin fronteras y sin diferencias que engendran odio".
"El mito marxista de las clases lo ha invadido todo; domina cada vez más la mentalidad no sólo de las masas, sino de los cuadros dirigentes. Ha penetrado hasta en los lugares santos y en los cuarteles" (Del Prólogo de "El mito marxista de las clases" de René Bertrand-Serret-Editorial Huemul SA-Buenos Aires 1967).
Otro ámbito propicio para los mitos es la religión. Como ejemplo puede citarse la influencia de Calvino, quien creía en una predestinación por la cual Dios elegiría a quienes irían a la vida eterna y quienes al infierno. Los elegidos habrían de ser los exitosos y ello se evidenciaría en la capacidad de crear y poseer riquezas. De ahí que los poco exitosos seguramente habrán vivido una vida atormentada suponiendo que estaban destinados al castigo eterno.
Según Calvino, ni siquiera las virtudes humanas del "no creyente" conducirían a la vida eterna, sino que la creencia o la adhesión a Dios determinaría tal destino. La religión cristiana dejaría de ser una cuestión de moral para convertirse en un puro misticismo. Roger Bastide escribe sobre la idea de Calvino: "Los paganos, aunque provistos de cualidades morales, están condenados y destinados a la «muerte eterna»" (De "El prójimo y el extraño"-Amorrortu Editores SCA-Buenos Aires 1970).
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1 comentario:
Aunque te aferres, las ciencias sociales se han unido a ese grupo de mitos . . . a conveniencia.
Recomiendo leer el reciente y revelador ensayo: ACADEMIC GRIEVANCE STUDIES AND THE CORRUPTION OF SCHOLARSHIP by Helen Pluckrose, James A. Lindsay and Peter Boghossian.
https://areomagazine.com/2018/10/02/academic-grievance-studies-and-the-corruption-of-scholarship/
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