La vida inteligente se caracteriza esencialmente por la capacidad de adquirir, mantener, procesar y transmitir información codificada adecuadamente; de ahí que la memoria sea la base de todo el proceso cognitivo. En cuanto a la forma para ubicar alguna información en la memoria, se procede en forma análoga a la del buscador Google cuando busca información en la web; red que constituye una especie de memoria colectiva establecida por los usuarios. Por ejemplo, si en el mencionado buscador colocamos la palabra “economía”, nos aparece un listado con varios subtítulos como “economía nacional”, “economía tradicional” y varios más. Ello implica que el buscador tiene la posibilidad de agrupar la información en base al título solicitado en forma semejante a la del bibliotecario que ordena los libros por temas, o por especialidad. De lo contrario, sería sumamente engorroso ubicar un libro ordenado al azar.
Supongamos que una biblioteca pública dispone de unos 300.000 libros y queremos ubicar uno de ellos. Si estuviera ordenada al azar (o desordenada), deberíamos buscar el libro requerido entre cualquiera de los 300.000 existentes. Por el contrario, si los libros están ordenados por especialidad, la búsqueda puede limitarse a unos 300 libros, a lo sumo. Como nuestra memoria contiene una enorme cantidad de información, para que sea útil en el momento preciso, es necesario que esté previamente ordenada para poder así encontrar lo buscado en forma rápida.
La información guardada en la memoria presenta un soporte establecido en base a un agrupamiento neuronal que se activa plenamente en cuanto una o varias de sus neuronas se activan. Recordemos que las neuronas pueden adoptar sólo dos estados: activas o inactivas.
Supongamos que estamos interviniendo en una conversación sobre fútbol. Al inicio de la conversación casi no tenemos ninguna información presente en la mente hasta que escuchamos alguna frase. Si alguien habla del “mejor jugador de todos los tiempos”, en forma casi inmediata surgirán de nuestra memoria los nombres de algunos jugadores y también algunas estadísticas asociadas a los mismos, es decir, hemos actuado casi de la misma manera en que lo hace el buscador Google (cuyo nombre proviene de “gogol”, un número muy grande, que simboliza la gran cantidad de información que puede buscar).
Este proceso asociativo surge del comportamiento de las neuronas, que tienden a reforzar sus vínculos a medida que son utilizadas conjuntamente. Eric R. Kandel escribió: “Es interesante hacer notar que en 1949 el psicólogo D. O. Hebb había postulado la existencia de algún tipo de detector de coincidencias en el cerebro durante el aprendizaje: «Cuando el axón de la célula A … excita a la célula B y participa del disparo que se produce en ella reiterada o persistentemente, se lleva a cabo algún proceso de desarrollo o se generan cambios metabólicos en una o en las dos células involucradas, de modo que la eficacia de A aumenta»”.
“Aristóteles y, mucho después, los filósofos empiristas británicos, así como muchos otros pensadores, habían supuesto que el aprendizaje y la memoria son el resultado de la capacidad de la mente para asociar dos ideas o estímulos y establecer entre ellos algún tipo de conexión mental duradera. Al descubrir la función del receptor NMDA y la potenciación de largo plazo, los neurobiólogos habían sacado a luz un proceso molecular y celular que bien podía ser responsable de ese proceso asociativo” (De “En busca de la memoria”-Katz Editores-Buenos Aires 2007).
Como ejemplo podemos mencionar el caso en que un niño indaga acerca de un objeto tal como un lápiz, con su punta, mango y goma de borrar en el otro extremo. B. R. Hergenhahn escribió: “De acuerdo con Hebb, en el cerebro de los recién nacidos la interconexión neuronal se da esencialmente de manera aleatoria. Es la experiencia la que provoca que esta red de neuronas se organice y proporcione los medios para la interacción eficaz con el entorno. Hebb especuló que todos los objetos del entorno que experimentamos ponen en acción un complejo paquete de neuronas denominado «conjunto de células» (también conocido como «asamblea de células»)”.
“Cuando vemos un lápiz, por ejemplo, nuestra atención se desplaza de su punta al mango y de ahí al borrador. Cada cambio de atención ocasiona la activación de diferentes neuronas, independientemente de las demás al principio. Sin embargo, poco después y en vista de que ahora ante la presencia de un lápiz, las neuronas se activan en forma simultánea o en sucesión inmediata, se convierten en un paquete neurológico que corresponde a la experiencia de un lápiz. Según Hebb, es esta actividad neuronal reverberante la que permite que las neuronas temporalmente separadas lleguen a asociarse”.
“Cuando el conjunto de células se activa, experimentamos el pensamiento del objeto o evento del entorno correspondiente. Desde el punto de vista de Hebb, el conjunto de células constituye la base neurológica de un pensamiento o una idea. De esta manera explicaba por qué no es preciso que los objetos del entorno estén presentes para que podamos pensar en ellos” (De “Introducción a la Historia de la psicología”-Cengage Learning Editores SA-México 2009).
El agrupamiento neuronal simple, que permite llevar en la memoria la imagen de un lápiz, puede vincularse con otros agrupamientos constituyendo agrupamientos mayores que permiten llevar en la memoria verdaderas escenas con los detalles correspondientes. Donald O. Hebb escribió al respecto: “Los conjuntos de células que se activan al mismo tiempo quedan interrelacionados. Los eventos comunes en el entorno del niño establecen esos conjuntos y luego, cuando los eventos ocurren (nuevamente), los conjuntos se conectan (porque se activan juntos). Cuando el bebé escucha, digamos, un ruido de pasos, un conjunto se activa; mientras éste sigue activo, el bebé ve un rostro y siente que unas manos lo levantan, lo cual excita la activación de otros conjuntos; así, el «conjunto ruido de pasos» se conecta con el «conjunto rostro» y con el «conjunto ser levantado en brazos». Después de que esto ocurra, cuando el bebé escuche un ruido de pasos los tres conjuntos se activarán; entonces el bebé tendrá algo así como una percepción del rostro materno y del contacto de sus manos antes de verlos y sentirlos en realidad. Ahora bien, dado que los estímulos sensoriales todavía no tienen lugar, esto es tan sólo imaginería, no una percepción” (Citado en “Introducción a la Historia de la psicología”).
Teniendo presente que nuestra memoria se materializa mediante agrupamientos de neuronas, y también de agrupamientos a otros niveles superiores, se extrae que la forma óptima del proceso de enseñanza-aprendizaje implica la presencia de un docente que ya dispone en su mente de los agrupamientos neuronales asociados a la materia que dicta, tratando de transferir ese conocimiento “prefabricado” al alumno, quien de esa forma habrá aumentado en forma rápida su nivel de conocimientos.
Supongamos que un estudiante ha de estudiar física; entonces el docente, o los docentes, le transmitirán sus conocimientos de mecánica, electromagnetismo, relatividad y mecánica cuántica, construyendo en su mente la información básica que le permitirá en el futuro seguir agregando conocimientos en forma individual. Sin embargo, la nueva tendencia de la pedagogía se basa en que el alumno debe afrontar la etapa del aprendizaje autónomo sin antes haber recibido la instrucción “prefabricada” por parte del docente, lo que implica sugerir que construya un edificio sobre cimientos inexistentes.
El serio deterioro de la calidad educativa se debe, entre otros aspectos, a la introducción de ideas marxistas, ya que sus ideólogos ven en todas partes desigualdades, explotación y vínculos del tipo dominante-dominado, que deben destruirse de cualquier manera. Para buscar la “igualdad” entre docente y alumno, proponen que el primero “acompañe” al segundo en el proceso del autoaprendizaje. Jorge Bosch escribió: “Si se habla de «dominantes» y «dominados», de «inculcar conocimientos» y de poseer «verdades prefabricadas», no es porque se desee simplemente dar unos buenos consejos didácticos que todo el mundo, en la actualidad, estaría dispuesto a aceptar; no, si se usa ese lenguaje es porque se desea realizar un cuestionamiento a fondo y provocar una verdadera ruptura en la pedagogía moderna. Si se juntan todas estas piezas más otras que provienen de distintas pero análogas fuentes, podemos dar una forma más precisa y descarnada a los argumentos contrapedagógicos de los expertos de la UNESCO, del siguiente modo: «En la actualidad, la relación maestro-alumno es un caso particular de la relación dominante-dominado. El maestro ejerce su dominio comportándose en forma autoritaria, inculcando conocimientos y haciendo valer verdades prefabricadas. Hay que romper esta relación, para lo cual el proceso educativo debe centrarse en la interacción, la discusión, la comprensión y el estímulo; el maestro debe ser un consejero y un interlocutor, pero el alumno debe ser quien busque y encuentre el conocimiento»”.
“Una primera aproximación al tema parecería indicar justamente lo contrario. Me parece que una de las principales tareas del enseñante actual consiste en idear formas adecuadas para transmitir una mayor y más compleja masa de información a una gran cantidad de gente. Este problema no se resuelve con animadores sonrientes y felices que «ayuden a buscar en común los argumentos contradictorios». Con el método de los animadores sonrientes la cantidad de información que se logrará transmitir será cada vez menor y la educación marchará para atrás” (De “Cultura y contracultura”-Emecé Editores SA-Buenos Aires 1999).
Bajo las nuevas ideas, se propone que el alumno cuestione la enseñanza recibida por cuanto, según afirman los ideólogos, el conocimiento avanza mediante la dialéctica hegeliana y sus tres entes básicos; tesis, antítesis y síntesis, a pesar de que la ciencia experimental progresa y se construye de una forma totalmente distinta. Alejandro Rozitchner escribió: “Un gran número de docentes lo repiten como si fuera el padre-nuestro: lo más importante es que los alumnos desarrollen el pensamiento crítico. La palabrita anda dando vueltas y aparece cada vez que se quiere caracterizar la inteligencia. ¿Qué es ser inteligente? Ser crítico. O sea: la mirada sobre las cosas debe partir de una manifestación de desconfianza, debe estar a la defensiva, sentirse amenazada y resistirse. ¿No es un mecanismo para crear paranoicos, seres desconfiados, temerosos, encerrados? Tal vez la idea de base es que la realidad es mala y te tiende trampas todo el tiempo, pero ¿quién dijo que es así?”.
“La crítica actúa siempre produciendo distancia, dando a entender que el que la ejerce es superior y ve más lejos. El no crítico resulta ingenuo. El crítico parece inteligente. El que busca algo parece tonto. A mi modo de ver es exactamente lo contrario: el valor de un pensamiento, de una idea, está en la capacidad de entusiasmo, en su capacidad para decir y apoyar lo que quiere, en su posibilidad de querer algo. El crítico actúa por rechazo y no produce, el entusiasta acepta, quiere, produce” (De “Ideas falsas”-Editorial del Nuevo Extremo SA-Buenos Aires 2004).
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