Quien no conoce Cuba, tiene diversas imágenes de ese país, ya que los partidarios del socialismo, que por lo general tampoco lo conocen, nos hablan de una sociedad justa que se destaca por su alto nivel en educación y medicina. Sin embargo, por provenir toda estadística de un gobierno dictatorial, tal información es poco confiable, por lo que resulta más apropiado escuchar las versiones de quienes han podido ir más allá de los lugares permitidos a los turistas. Abilio Estévez escribió: “La Habana no es sólo la ciudad de las columnas o la ciudad de los palacios, sino además la ciudad de los derrumbes. Ofrece múltiples y variados modelos de derrumbe y no precisamente al modo de Roma. No son como el Coliseo, derrumbes que informan sobre el paso del hombre por la historia, sino todo lo contrario, derrumbes que informan del paso de la Historia sobre el hombre” (Citado en “Los funerales de Castro” de Vicente Botín-Editorial Ariel SA-Barcelona 2009).
Los gobiernos totalitarios se caracterizan por tener como objetivo el poder, lo que implica, en el caso del socialismo, no sólo el poder político, sino el económico, cultural, informativo, militar, etc. La principal crítica de los socialistas a la economía de mercado implica un supuesto egoísmo inherente a toda la clase burguesa, ignorando que las ambiciones de poder del sector socialista implican un egoísmo a niveles alarmantes. George Orwell sintetizaba la situación de la siguiente manera: “El Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos importa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro…Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura” (De “1984”).
Entre las diversas alternativas que tienen los funcionarios socialistas para encubrir el desinterés por el bienestar de la población, aparecen expresiones como la atribuida a Francisco Soberón Valdés (ministro presidente del Banco Central de Cuba): “La política económica de Cuba no tiene como objetivo desarrollar un modelo consumista que imite al de los países del primer mundo, por cuanto se tiene la más profunda convicción de que tal modelo enajena y denigra al ser humano, resulta insostenible y conduce a la desaparición de la especie humana mucho más pronto que lo que hoy somos capaces de prever” (Citado en “Los funerales de Castro”).
Vicente Botín, por su parte, escribe: “En 2005, el canciller Felipe Pérez Roque planteó, sin ningún rubor, que había que mantener el apoyo de la mayoría de la población, «no sobre la base del consumo material, sino sobre la base de las ideas y convicciones». El brillante ministro venía a decir que los mercados y las despensas que el Gobierno no ha conseguido llenar son una cuestión menor, frente a las convicciones revolucionarias”.
Teniendo en cuenta los problemas asociados al consumo, el gobierno cubano asigna cierta cantidad mensual de alimentos, indicados en una libreta de racionamiento; si la entrega mensual es insuficiente, cada ciudadano podrá adquirir alimentos adicionales aunque a precios prohibitivos en comparación con el sueldo promedio de los cubanos. En el libro mencionado aparece una lista indicativa del contenido de tal asignación mensual. Botín escribió: “Salvo el pan, unas incomestibles barras hechas con boniato (batata), que se expende a diario, éstos son los productos que en 2008 podía comprar una persona en la bodega ¡para todo el mes! por la libreta:
Pollo: ½ libra (227 gramos) a 0,70 la libra; Pescado congelado: 10 onzas (283,8 gramos) a 0,40; Picadillo de soja: ½ libra a 0,35 (Dos veces al año se sustituye la soja por perritos calientes: 1 paquete con 5 unidades por persona, a 1,20 pesos).
Huevos: 10 unidades por persona a 0,15…Arroz: 5 libras (3,689 kg) a 0,25 la libra…Frijoles: 20 onzas (567,6 gramos) a 0,32; Aceite vegetal: ½ libra a 0,40; Azúcar: blanca, 3 libras (1,362 kg) a 0,15…, negra, 2 libras a 0,10 la libra”.
Sigue la lista con cantidades bastante limitadas de patatas, espaguetis, galletas, jabón, jabón líquido, pasta de dientes, café, chocolate, yogur y leche (para menores de 7 años y mayores de 65: 1 litro diario).
La Venezuela chavista ha establecido este tipo de “distribución socialista de alimentos” con una caída en el peso promedio de los venezolanos estimada en unos 6 kg por persona. De todo esto surge la pregunta: ¿Por qué existe todavía en la mayor parte de los países tanta admiración por Fidel Castro y tantos deseos de instalar el socialismo? Por dos razones principales; aspira al socialismo quien confía en formar parte del nuevo gobierno, y también quien está carcomido por un intenso sentimiento de odio, por lo que encuentra altamente satisfactoria la idea de que aquellos por quienes siente envidia padecerán similares incomodidades y sufrimiento.
Para colmo de males, el sistema socialista prohíbe a todo ciudadano, por cuestiones ideológicas, realizar actividades productivas en forma particular, es decir, fuera del ámbito y control del Estado. Esta ordenanza tiene excepciones en épocas de severa crisis alimentaria. “El Modelo Económico Reformado logró evitar que el país se colapsara, y si Fidel Castro no se hubiera empeñado en dar marcha atrás, hubiera permitido sentar las bases para que el país desarrollara su potencial económico. Pero el dictador no estaba dispuesto a renunciar al control del Estado sobre la economía y mucho menos permitir que se institucionalizara el trabajo por cuenta propia”.
Incluso se dan casos en que, por estar prohibido matar a un animal para consumir su carne, el dueño simula un accidente “aproximando” una vaca a las vías del tren. “A Oswaldo Medina le salió caro matar una vaca de su propiedad; fue condenado a tres años y seis meses de cárcel. El sacrificio de ganado vacuno, aunque sea el propio…es un delito severamente castigado en Cuba, con penas de hasta cinco años de prisión”.
Otro medio para luchar contra el hambre consiste en criar cerdos en los propios domicilios, pero teniendo la precaución de hacerlos operar previamente para que los ruidos producidos no delaten al dueño ante la prohibición existente. “Los porqueros urbanos recurren a un ardid para evitar que los chillidos de los cerdos los delaten. Por 5 dólares, «veterinarios» especializados extirpan las cuerdas bucales de los animales, dejándolos mudos”.
A pesar de que las economías centralmente planificadas descartan el comercio exterior, todas las culpas asociadas a los problemas económicos son adjudicadas al bloqueo de los EEUU. Sin embargo, aun cuando tuviese la importancia que se le asigna, resulta evidente que son muchos los errores cometidos por los dirigentes socialistas. “El bloqueo es el remedio para todos los males, el culpable de que los cubanos vivan mucho peor que sus abuelos. Si no hay suficientes alimentos es por culpa del bloqueo. Si no hay vacas en el campo es por culpa del bloqueo. Si no hay medicinas ni transporte ni suficiente luz ni agua, es debido al bloqueo. Pero el bloqueo está muy desgastado, muy pocos en Cuba se tragan ya ese cuento”.
Uno de esos errores consiste en despreciar la ciencia económica “burguesa” incluyendo la creencia de que cualquiera puede ser un buen empresario, incluso el propio Fidel Castro. El socialismo vendría a ser una sociedad cuya producción es dirigida, no por empresarios, sino por políticos. “Aquel «experimento» [ganadero] fracasó como fracasaron la mayoría de los desatinos visionarios del comandante, entre ellos los planes arroceros en la Ciénaga de Zapata, los pastoreos intensivos, el plan fresa, el café caturra en el cordón de La Habana, las granjas de faisanes para producir carne, las plantaciones de bambú altamente maderables, la presa Paso Seco en el parque Lenín, la zafra de los 10 millones, o la producción de quesos «que superaría a la de Francia». Ese ‘hombre está loco’cantaba la solista Tanya, del grupo Montespuma, y no es para menos, porque el dictador nunca cejó en su empeño de inventar la rueda”.
Aun cuando la población mundial aumenta a razón de 100 millones de habitantes por año, hay quienes no advierten que la producción de alimentos resulta un negocio rentable, o potencialmente rentable. Esto no fue tenido en cuenta por Fidel Castro que prácticamente destruyó la industria azucarera cubana, tan floreciente en otras épocas. Vicente Botín escribe al respecto: “Los vaivenes de la dictadura castrista dañaron seriamente a la industria del azúcar hasta hacerla casi desaparecer. Dos sentencias, ambas pronunciadas por Fidel Castro, al principio y al final de su «era», marcan también el cenit y el ocaso del azúcar en Cuba. La primera de ellas, «Sin azúcar no hay país», indica el regreso al monocultivo de la caña de azúcar, después de los fallidos intentos de diversificar la economía de la isla; la segunda, «Del azúcar no volverá a vivir este país, pertenece a la época de la esclavitud», es el acta de defunción de la industria azucarera, cuyo ocaso comenzó después del fracaso de la zafra de los 10 millones de toneladas, en 1970”.
“Lejos de aquella cifra utópica, la industria azucarera de la isla mantuvo niveles aceptables de producción, con un comprador seguro, la Unión Soviética, cuyo compromiso ideológico con la Revolución se tradujo en la compra del azúcar cubano a precios superiores a los del mercado internacional. El ‘periodo especial’ [luego de la caída de la URSS] puso fin a esa bicoca y Cuba tuvo que enfrentarse a la dura realidad. Su industria, falta de inversiones, perdió el tren; la maquinaria era anticuada y los costes de fabricación resultaban muy elevados”.
“En el año 2002 se cerraron 71 de los 156 ingenios azucareros que había en la isla. Dos años más tarde, en marzo de 2005, desaparecieron casi dos millones de hectáreas de caña de azúcar para sembrar, según se dijo, otros productos más rentables. Pero fue el espinoso marabú quien se adueñó de aquellos fértiles cañaverales y 400.000 trabajadores, el 25% de la fuerza laboral del sector, se quedaron sin trabajo”.
“Apenas un año después, los precios del azúcar se dispararon en el mercado internacional, y el dictador tuvo que dar marcha atrás. Siempre caprichoso y errático…dio orden de reabrir algunas centrales azucareras y aumentar en un 28% los volúmenes de caña disponibles para la molienda. Pero la mayoría de los ingenios que habían sido desmantelados no pudieron hacer sonar sus muelas, agravadas las heridas que arrastraban del pasado por falta de mantenimiento; otros fueron desmontados y enviados como regalo del comandante a la hermana República Bolivariana de Venezuela y a Nicaragua”.
Aun con la experiencia cubana, y la de otros socialismos, gran parte de la población mundial teme al “mercado” por cuanto aduce que brinda mayor seguridad dejar las decisiones económicas en manos de un líder político que en manos de millones de consumidores y productores que cotidianamente deciden inmersos en el proceso del mercado. Jean-Françoise Revel dijo que la principal fuerza que mueve al mundo es la mentira, a lo que habría que agregarle el odio, ya que odio y mentira van siempre juntos.
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