La acción humana puede constituirse en el fundamento básico de las ciencias sociales por cuanto resulta ser el punto de coincidencia entre las principales ramas de tales ciencias, ya que fundamenta, a la vez, a la psicología social, a la sociología y a la economía (al menos en la versión de la Escuela Austriaca de Economía).
En psicología social aparece como un sistema de realimentación negativa, como el indicado en el esquema siguiente, en el que al hombre se le asocia una actitud característica que define una tendencia definida respecto de las acciones que ha de adoptar:
Lo que desea (+/-) => Hombre => Lo que logra
....................<= Realimentación <=
Respuesta (lo que logra) = Actitud característica x Estímulo (lo que desea)
En un primer momento, (lo que logra) puede no ser igual a (lo que desea), ya que aparece cierta diferencia, o error, que actúa como un nuevo estímulo, que el individuo intenta reducir hasta que la diferencia sea aceptable, o la menor posible. A la actitud característica se le pueden asociar cuatro componentes afectivas, estableciéndose una “teoría de la acción ética”, mientras que, al asociarle cuatro componentes cognitivas, se establece adicionalmente una “teoría del conocimiento”; ambas aparecen inicialmente en el libro “Una opinión sobre el mundo” de Pompilio Zigrino-Mendoza 1978.
En cuanto a la sociología, Talcott Parsons escribió: “El objetivo de este estudio es seguir con detalle un proceso de cambio fundamental de la estructura de un único sistema teórico de las ciencias sociales”. “Por conveniencias de referencias, se llamará a este esquema conceptual teoría de la acción”.
“Puede llamarse a la unidad básica «acto unidad»”. “Un «acto» implica lógicamente lo siguiente:
1- Un agente, un «actor»
2- A efectos de definición, el acto debe tener un «fin», un futuro estado de cosas hacia el que se oriente el proceso de la acción.
3- Debe iniciarse en una «situación» cuyas tendencias de evolución difieran, en uno o más aspectos importantes, del estado de cosas hacia el que se orienta la acción (el fin)”.
Parsons distingue la acción consciente de aquellas que realizamos en forma instintiva, agregando: “Esta situación es, a su vez, descomponible en dos elementos: aquellos sobre los que el actor no tiene control (es decir, los que no puede alterar, o evitar que se alteren, de acuerdo con su fin), y aquellos sobre los que tiene control. Cabe denominar a los primeros «condiciones» de la acción; a los últimos, «medios»”.
“La primera implicación importante es la de que un acto es siempre un proceso en el tiempo. La categoría tiempo es básica para el esquema. El concepto de fin implica siempre una referencia futura a un estado que, o no existe todavía, y no empezaría a existir si el actor no hiciese algo a este respecto, o, si existe ya, no permanecería invariable. Este proceso, visto fundamentalmente en términos de su relación con los fines, es denominado, indistintamente: «consecución», «realización» y «logro»” (De “La estructura de la Acción Social”-Ediciones Guadarrama SA-Madrid 1968).
Hasta aquí, todo indica que ambas visiones resultan enteramente compatibles, si bien la primera emplea un sistema realimentado mientras que la segunda está expresada mediante palabras, posiblemente por carecer su autor de una formación técnica o ingenieril. Parsons agrega: “En segundo lugar, el hecho de que se abra al actor un abanico de posibilidades (en relación tanto con los fines como con los medios), en combinación con el concepto de una orientación normativa de la acción, supone la posibilidad de «error», de fracaso en la consecución de los fines o en la elección «correcta» de los medios. Los varios significados del error y los diversos factores a los que cabe atribuirlo constituirán uno de los principales temas a tratar”.
“En tercer lugar, el marco de referencia del esquema es subjetivo en un sentido especial. Es decir, trata de fenómenos, de cosas y sucesos tal y como aparecen desde el punto de vista del actor cuya acción se analiza y considera. Desde luego, los fenómenos del «mundo externo» juegan una parte principal en el condicionamiento de la acción. Pero, en la medida en que puedan utilizarse por este esquema teórico, deben ser reductibles a términos subjetivos en este sentido concreto”.
Los economistas que adhieren a la Escuela Austriaca de Economía fundamentan su visión en la acción humana. Tal es así que el libro básico de Ludwig von Mises se titula precisamente “La Acción Humana. Tratado de Economía”. En la descripción del comportamiento económico del hombre, llegan a la conclusión de que el valor otorgado a los bienes económicos tiene un carácter subjetivo, lo que pareciera implicar que la economía, como ciencia social, estuviese fundamentada en lo subjetivo, sin constituir un conocimiento objetivo, de validez universal. Talcott Parsons aclara esta situación: “Cabe decir que es competencia de toda ciencia empírica la comprensión de los fenómenos del mundo externo. Luego los hechos de la acción son, para el científico que los estudia, hechos del mundo exterior (en este sentido, hechos objetivos). Es decir, se refieren simbólicamente a fenómenos «externos» al científico, no al contenido de su propia mente. Pero, en este caso concreto, a diferencia de las ciencias físicas, los fenómenos que se estudian tienen un aspecto subjetivo científicamente relevante. Es decir, así como no es de la competencia del científico social el estudio del contenido de su propia mente, sí lo es, y mucho, el estudio del contenido de las mentes de las personas cuya acción estudia. Esto hace necesario distinguir entre el punto de vista objetivo y el subjetivo. La distinción y la relación de los dos entre sí son de gran importancia. Al decir «objetivo» en este contexto, se quiere decir: «desde el punto de vista del observador científico de la acción»; y al decir subjetivo: «desde el punto de vista del actor»”.
En cuanto al comportamiento del hombre económico, se lo puede sintetizar en la siguiente secuencia:
1- El hombre actúa
2- La gente tiene diversos fines
3- Hay una variedad de recursos o medios mediante los cuales la gente puede conseguir esos fines.
(De “Una introducción al razonamiento económico” de David Gordon-Pdf en www.anarcocapitalista.com).
En este caso se observa cierta similitud con la secuencia antes mencionada, de Talcott Parsons, lo que indica que se está hablando de una misma cosa, o de un proceso similar.
Al no existir, aparentemente, vinculación alguna entre los autores de las tres versiones, se advierte que no ha de ser una mera coincidencia, sino que todos están describiendo el mismo proceso observado en el mundo real. Si bien esta coincidencia no debe considerarse como una “prueba” de la veracidad de las mismas, al menos es un indicio de que se marcha por el buen camino.
Ludwig von Mises considera que el fundamento de la economía, la acción humana, cumple un papel similar a los axiomas en las ciencias formales, como la lógica y las matemáticas, en lugar de constituir un principio básico que puede ser adoptado como fundamento de las ciencias experimentales como la psicología social y la sociología. Por lo visto, tanto estas últimas, como la economía, tienen un fundamento enteramente experimental, es decir, accesible a la observación directa y a la verificación experimental. Mises escribió: “El prerrequisito más general de la acción es un estado de insatisfacción, por un lado, y, por otro, la posibilidad de eliminarlo o aliviarlo mediante la acción”.
En el caso de las matemáticas, puede decirse que están constituidas por entes y estructuras simbólicas sin una aplicación concreta al mundo real. No porque no tengan cabida, sino porque, por lo general, tienen muchas aplicaciones concretas. Son como esqueletos que adquieren vida cuando se les da una aplicación, siendo la ciencia de los modelos y las estructuras generales que prescinde, en su realización, de la aplicación concreta que se les pueda dar. También el sistema realimentado puede considerarse como una estructura o modelo matemático de múltiples aplicaciones, ya que “lo que desea” puede ser confeccionar una estatua, establecer una teoría científica, satisfacer una necesidad por medios económicos, etc., es decir, todo lo que se realiza mediante “prueba y error”; de ahí que el criterio adoptado por Mises haya sido el empleado por la lógica y las matemáticas.
Óscar Rodríguez Carreiro escribió: “La praxeología es el método distintivo de la Escuela Austriaca de Economía. El término, acuñado por Ludwig von Mises significa «la ciencia de la acción». La praxeología toma como punto de partida el axioma de la acción, que nos dice, simplemente, que el hombre actúa. Actuar significa escoger un fin y usar los medios que se crean adecuados para la consecución de ese fin. Actuar implica intentar pasar de un estado que se considera menos satisfactorio a otro más satisfactorio. Este axioma es autoevidente y no necesita de experiencia alguna para ser demostrado. No es autoevidente en un sentido psicológico, es decir, que se hace evidente a todo el mundo, sino en el sentido de que cualquier intento de refutación sólo lo confirma. Efectivamente, si alguien pretendiera negar el axioma de la acción estaría realizando una acción: tendría un fin y para conseguirlo usaría los medios que considerara adecuados (algún tiempo para pensar, ciertos argumentos, su propio cuerpo para realizar esos argumentos, etc.)”
“La praxeología se construye a partir de los principios intelectuales incluidos en la categoría de la acción humana por medio de deducciones lógicas y nos dota con el conocimiento teórico necesario para interpretar la realidad” (De “El método de la Escuela Austriaca: la praxeología” en http://xoandelugo.org).
La deducción lógica, no sólo tiene validez para las ciencias formales, sino también para las ciencias experimentales, ya que a partir de principios establecidos experimentalmente, cuando son compatibles con la realidad, pueden realizarse deducciones lógicas cuyas conclusiones también tendrán cabida en el mundo real, como es el caso de la física. Toda estructura descriptiva compatible con la realidad “hereda” la coherencia lógica del mundo real, o la coherencia matemática de las teorías de la física, siendo la coherencia lógica un requisito necesario, aunque no suficiente.
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