De la misma forma en que resulta necesario tener en cuenta el marco de la guerra fría a fin de analizar la guerrilla de los setenta, resulta necesario tener presente la expansión del islamismo a fin de analizar los atentados terroristas de los noventa (Embajada de Israel y AMIA) y que todavía no han sido resueltos en forma satisfactoria. Los distintos totalitarismos surgen en una misma época y se basan en la creencia en la supremacía racial, de clase o de religión, de quienes en el futuro gobernarán al resto. Gustavo D. Perednik escribió: “Los tres totalitarismos nacidos en los años veinte pregonan la supremacía de raza/clase/religión. Su verdad absoluta ha de esparcirse, por medio de la fuerza, a lo largo y ancho de la Tierra confundida. Descreen de la libertad individual, de la libre expresión, de la libertad de conciencia, de la aplicación de derechos humanos a sus enemigos. Su soberbia incluye al historicismo: la certeza acerca de cómo será el futuro, en el que ellos dominarán”.
El totalitarismo teocrático, impulsado por un sector musulmán, está amparado por el “multiculturalismo” propuesto por quienes serán sus victimas y ejecutado por grupos terroristas que ponen en peligro la paz mundial. El citado autor agrega: “El Islam es la respetable religión de Mahoma, creada en el siglo VII y practicada por más de mil millones de personas. El islamismo, por su parte, es la corriente política que, por medios terroristas, aspira a someter al mundo entero a la versión más sanguinaria del Islam. Su centro, hoy en día, está en Irán. A la pregunta de si puede haber un Islam que no aspire a dominarnos, la respuesta es afirmativa”.
“De hecho, el primer Estado gobernado por ayatolás fue el Irán de Jomeini en 1979. Pero hay una base en el Islam para impedir que éste se apodere del Estado: el Corán demanda un gobierno consultivo. El mismísimo Mahoma lo estableció en Medina cuando la gobernó durante los diez últimos años de su vida. No imponía la ley coránica, sino en la llamada Constitución de Medina (Dastur al-Medina), 622) que trataba a las minorías con tolerancia y gobernaba por consentimiento” (De “Matar sin que se note”-Grupo Editorial Planeta SAIC-Buenos Aires 2009).
Los atentados mencionados fueron atribuidos al grupo Hezbolá: “Agrupación creada por Irán, entre los chiítas libaneses, como un brazo armado de la revolución islamista de 1979. Es el ejército de los ayatolás en el exterior y fue injertada en el Líbano en 1982. Sus objetivos son: destruir Israel y someter a «los infieles» por medios terroristas. Los que están dispuestos a dejar que se cumpla el primer hemistiquio en aras de que el Hezbolá y similares los dejen en paz, no leen la segunda parte y así saltean que, para el «Partido de Dios», infieles somos todos”.
“El terrorismo puede ser definido. Es la acción que mata civiles (cuantos más, mucho mejor) y lo celebra. La actitud que adopta el agresor ante el atentado es definitoria. Como en rigor no existe guerra en la que no mueran civiles inocentes, lo que define que una acción es terrorista no es que las víctimas sean civiles, sino que éstos sean el blanco deliberado, y que quien los mata se deleite en ello, en vez de tomar distancia de la tragedia”. “El terrorista islamista busca matar civiles, bien porque los considera a todos infieles, o bien para aterrorizar a la población y someterla. Por lo tanto, argüir que un poco terrorista es Osama y un poco lo son sus víctimas, es diluir el concepto de terrorismo hasta el extremo de hacerlo inaplicable. Eso desean los terroristas”.
El apoyo gubernamental y sectorial al terrorismo impulsado por Irán, no debe extrañarnos, por cuanto en la Argentina existe cierta tradición favorable a tales actividades. Así, cuando el país fue agredido por el terrorismo promovido por la URSS, vía Cuba, con más de 20.000 atentados a la propiedad, más de 1.700 secuestros extorsivos y algo menos de 1.000 asesinatos, los terroristas fueron elevados a la categoría de “héroes”, ya que, supuestamente, “dieron sus vidas por un mundo mejor”. Incluso el Estado concedió un importante resarcimiento económico a sus familiares mientras que las victimas del sector argentino terminaron en la cárcel, no por haber cometido excesos, como ocurrió en muchos casos, sino simplemente por haber defendido el país del ataque impulsado por el marxismo-leninismo. Además, durante el gobierno de Raúl Alfonsin, se le concedió un préstamo a Cuba, que no fue devuelto, siendo que desde ese país se promovió el terrorismo por todo el continente.
Posteriormente, en 1992, colapsado el Imperio Soviético, se produce el atentado contra la Embajada de Israel, en Buenos Aires, esta vez anunciando la aparición de un nuevo terrorismo. Como era de esperar, no hubo el menor interés por buscar y condenar a los culpables, siendo tal actitud una especie de llamado a otros atentados. “Amen de las malezas que imposibilitaban la investigación, el atentado contra la embajada fue considerado por los servicios de inteligencia como un éxito del terrorismo, porque no hubo culpables. Ni hubo ruptura de relaciones con Irán: el terrorismo daba réditos, no castigos. La apatía generalizada fue casi una invitación a que se repitiera la experiencia”. “El líder de Hezbolá, Muhamad Fadlallah, declaró: «La resistencia tiene mucho oxígeno. Los combatientes musulmanes hemos probado que nuestras manos pueden llegar a la Argentina. El frente se ha extendido a todo el mundo y la batalla se desarrollará a lo largo del tiempo»”.
El nuevo atentado no se hizo esperar y fue perpetrado dos años más tarde en la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Esta vez se realizó un simulacro de investigación para ser encubierto por el propio gobierno de Carlos Menem. “En su posterior reunión de gabinete anunció que había que romper con Irán, anuncio que fue doblemente impugnado. La primera objeción fue del Canciller Guido Di Tella: «De ninguna manera. A Irán no lo podemos tocar. No los irritemos más» -un eufemismo de «nos van a meter otra bomba»”.
“Además –agregó el Ministro Domingo Cavallo impulsando la segunda impugnación –no podemos perder un mercado como Irán. Han reemplazado a la ex Unión Soviética como compradores de granos argentinos. Les estamos vendiendo 800 millones de dólares. ¿Cortar con ellos? ¿Estamos todos locos? Si nosotros apenas les compramos veinte millones. ¿Cortar con nuestro principal cliente?”.
“En la SIDE se pensaba que el atentado contra la Embajada de Israel había sido efecto directo de la suspensión de los acuerdos de tecnología nuclear y que el de la AMIA resultó de la cancelación de dichos acuerdos. La sensación generalizada era que había llegado la hora de evitar toda provocación; de escarmentar de lo sucedido y de dejar abierta la vía de la negociación”.
Las “investigaciones sobre el caso AMIA” se convirtieron en una simple maniobra de distracción por la cual el principal detenido era la persona que había vendido a los terroristas el vehículo utilizado en el atentado (Renault Trafic). Un desertor iraní, al poco tiempo, había dado los nombres de los planificadores del complot, de ahí que se trató de “protegerlos” para no deteriorar las relaciones con Irán. A su vez “Irán pedía que en la Argentina la Justicia funcionara políticamente, como en la teocracia”.
Al igual que la Argentina, otros países optan por no enfrentar el avance del totalitarismo teocrático. “Daniel Kindere [personaje ficticio de la historia novelada] iba construyendo un rompecabezas de cómo Occidente se entregaba. De cómo permitía que se censuraran sus óperas, que obligaran al Papa a pedir perdón, que modificaran los planes de estudio. De cómo se exilian sus caricaturistas, se eluden películas que pueden abordar temas espinosos, se prohíben muestras en museos, en fin, de cómo los occidentales iban aprendiendo a cuidarse en sus expresiones culturales y libres”. “Los islamistas denominan «liberación» a su imposición de la ley coránica y «paz» al imperialismo iraní”.
Durante la presidencia de Néstor Kirchner, posiblemente ante presiones extranjeras, se apoya la gestión del fiscal Alberto Nisman a fin de establecer una investigación seria. Sin embargo, la alianza con Venezuela e Irán hizo que nuevamente se volviera a la actitud “tradicional”.
Así como en la ciencia experimental aparece generalmente un experimento crucial, que determina el rechazo o bien la aceptación provisoria de una teoría, el fiscal Alberto Nisman consigue una foto de Ibrahim Berro, el autor material del atentado. Varios años atrás se había confeccionado un identikit elaborado en base a una testigo que lo vio en una arriesgada maniobra instantes antes del atentado a la AMIA. La compatibilidad de la foto con el identikit, confirmada por la testigo, mostró que la investigación había resultado exitosa.
Luego de la dudosa muerte de Nisman, los dirigentes kirchneristas repiten que tal investigación y la posterior denuncia por encubrimiento es un “absurdo”, mientras en la televisión se escuchan grabaciones de las que se infiere la existencia de un “ministerio de relaciones exteriores paralelo”, a cargo de Luis D’Elía, en amistoso vínculo con alguien de la Embajada de Irán. Los funcionarios deben repetir una y otra vez descalificaciones al fiscal desaparecido por cuanto pueden recibir un serio llamado de atención desde Irán. Perednik agrega: “En política, el gobierno argentino corre el riesgo de zigzaguear entre, por un lado, Occidente y los derechos humanos y, por el otro, los aliados de los ayatolás. Una línea brega por esclarecer los atentados en Buenos Aires, ergo enfrentarse a Irán si es necesario, y la otra, por coquetear con los aliados de Irán, lo que pone a la Argentina en riesgo de ditecavallizar [de Di Tella y Cavallo]”.
“La mezquita At-Tauhid, que había tenido un rol nada despreciable en los atentados antiargentinos, tuvo su destacado stand en la Feria del Libro de Buenos Aires, en mayo del 2008. La víctima hospeda a su agresor. Hasta le rinde homenaje: una escuela porteña lleva por nombre «República Islámica de Irán»”.
“El representante de Irán en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, no sólo mantiene en alto el honor de su gobierno, sino que se permite regañar a la Argentina. En febrero de 2007 señaló que «la Justicia argentina es parcial» y propuso que la cuestión no sea resuelta por la Justicia, sino a través de un acuerdo político entre ambos gobiernos. En diciembre de 2008, Irán llamó «corruptos» a todos los jueces argentinos”. “Por si alguien llegara a desechar su indicación, agregó «En Irán hay una ley contra quien difame al país. Si este proceso sigue adelante, pediremos la captura de los fiscales y el juez argentinos»”.
Alberto Nisman seguramente pensaba que este país debía volver a tener la dignidad que tuvo en otras épocas; ese parece haber sido el objetivo de su vida. Aunque todavía tiene mayor influencia el sector que, por el contrario, confunde dignidad humana con prejuicio moral.
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1 comentario:
Interesante análisis!
Gracias por compartirlo!
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