viernes, 23 de agosto de 2024

Homo eroticus vs. Homo emoticus

Los seres humanos hemos sido formados de tal manera que podemos distinguir tres aspectos básicos que debemos intentar cuidar y desarrollar: el cuerpo o físico, la mente o intelecto y lo emocional o ético. Cuando, por las razones que fueren, descuidamos o rechazamos algunos de estos aspectos, podemos hablar de un ser humano que perdió el equilibrio básico y que por ello es un ser incompleto o mutilado.

En las sociedades en decadencia se advierte un descuido del aspecto emocional, ligado estrechamente a lo ético, siendo prácticamente reemplazado por lo sexual, como el aspecto esencial en la búsqueda de felicidad. Se ha llegado al extremo que, en la educación de los niños, se atienda tanto o más sus posibles "elecciones sexuales" que la formación emocional o ética. Se intenta un reemplazo del sexo por el alma, en la forma tradicional de expresar lo emocional; al menos esto es lo que parece.

Desde los organismos supranacionales se estimula la adopción de la "ideología de género", mediante la cual no sólo predomina lo sexual sobre lo ético, sino también se promueve la posible "elección social" de la orientación sexual, que difiere muchas veces de la normalidad biológica.

Si bien la homosexualidad no responde a la normalidad biológica, no debería reprimirse cuando no trasciende fuera de la intimidad de quienes lo adopten, ya sea porque genéticamente hayan heredado tal predisposición o porque la hayan adquirido por influencia social. Lo que resulta negativo es la promoción abierta de tal anormalidad biológica, lo cual atenta con la idea básica de adaptarnos a las leyes naturales, o leyes de Dios, en el lenguaje religioso.

Es oportuno mencionar uno de los tantos casos en los que se promueve en los niños la "elección del sexo", con la posibilidad cierta de que el "elijan" lo que no concuerda con su sexo biológico traído de nacimiento, por lo cual es una forma explícita de promover la homosexualidad en los niños; algo completamente descabellado y perverso:

EXPERTOS EN DETECTAR "NIÑOS TRANS"

Por Guillermo Aguayo y Christian Rosas

¿Sabe usted qué son los transgender whisperers? Son básicamente docentes pagados por el Ministerio de Educación de Australia para localizar e identificar a los niños que podrían sentirse más cómodos en el sexo contrario al que nacieron y animarles a ello.

¿Puede alguien imaginar algo más retorcido, un abuso infantil tan evidente?

Hay una consigna frontal para destruir a las nuevas generaciones, para someterlas a los caprichos del pensamiento único y dejarnos bien claro a los padres que los niños son suyos, no nuestros.

Hoy en día "los niños trans" han aumentado un 200%. Quien iba a imaginarlo, ¿verdad?, una profecía autocumplida, y de manera tan obvia.

Oír hablar a los ideólogos de género es siempre una ocasión inapreciable de comicidad desternillante y de falta de sentido común, de otra manera sabrían que un niño de 5 años no puede ser transgénero, así como no puede ser doctor en física de partículas, con la diferencia de que cualquier adulto en posición de autoridad puede convencerlo de ello o de lo que sea.

Eso, en definitiva, es abuso infantil.

Con 5 años, los niños creen en los reyes magos y en el Ratón Pérez, y están convencidos de que serán astronautas o cantantes. A esa edad, los "científicos de género" son capaces de observar imperceptibles señales de un niño, lo que les indica que, en realidad, una tímida María o una reprimida Sara se esconde dentro del pequeño José, pugnando por salir.

Allí empieza el calvario de tratamientos, cambio de nombre y ropa, terapia y quizá cirugía. Sobre todo, una serie de daños psicológicos potencialmente devastadores. Ningún creador de distopías del siglo pasado imaginó un detalle tan horrendo, una tiranía tan brutal disfrazada tras una sonrisa de tolerancia, en un sistema implacablemente democrático en el que elegimos a quienes pueden, por un capricho burocrático, destruir a nuestros hijos.

En el Daily Telegraph, John Whitehall, catedrático de Pediatría de la Universidad de Sidney Occidental, explica que el Ministerio de Educación paga 700 dólares australianos a quien "informe a niños y niñas que no son realmente niños o niñas; sino que están en algún punto intermedio de un arcoíris fluido de género".

Aunque sea contradictorio, la excusa para implementar estos "expertos en detectar niños trans" es (se supone) acabar con el abuso escolar...

Al respecto, Whitehall afirma: "Hay muchas maneras de abusar de los niños; creo que esta es la forma de abuso escolar más amplia, cruel y peligrosa que pueda imaginarse".

(De "Ideología de género"-Ediorial Peniel-Buenos Aires 2019).

1 comentario:

agente t dijo...

Mejor sería que se dedicasen parejos esfuerzos en detectar pequeños diablos que amargan la vida a sus compañeros y profesores por sus tendencias antisociales y violentas antes de que se manifiesten en todo su horror en la preadolescencia.