miércoles, 31 de julio de 2024

El rechazo a la naturaleza humana

En el ámbito de las ciencias humanas y sociales se acepta que la conducta humana depende tanto de factores hereditarios como de la influencia cultural que proviene del medio familiar y social, estimándose la importancia de ambos factores en un 50%. De ahí que se denomina naturaleza humana al aspecto enteramente biológico, sobre el cual ha de incidir el aspecto cultural.

Haciendo una analogía con una computadora digital, puede decirse que la naturaleza humana se asemeja al hardware (circuitos eléctricos) mientras que la influencia cultural resulta similar al software (programación). Podemos precisar algo más la definición de la naturaleza humana identificándola con el contenido de los estudios derivados de la neurociencia, la cual estudia la estructura básica del cerebro tal como fue moldeado por el proceso de la evolución biológica.

En la actualidad, no resulta difícil aceptar tal afirmación, por cuanto estamos familiarizados con los resultados que provienen de los estudios acerca del cerebro como también lo estamos respecto de las computadoras digitales, algo que no ocurría algunas decenas de años atrás. Sin embargo, todavía persisten las opiniones de quienes afirman que “no existe algo así como la naturaleza humana”. En ese caso, tienen presentes seguramente sólo los aspectos culturales del comportamiento humano, que admiten diversas variantes, sin advertir que existe un sustrato cerebral sobre el cual se deposita tal influencia. Robert Greene escribió: "Llamaremos naturaleza humana al conjunto de esas fuerzas que tiran de nosotros desde lo más profundo de nuestro ser. La naturaleza humana surge de la programación específica del cerebro, la configurción del sistema nervioso y la forma en que los seres humanos procesamos las emociones, todo lo cual se desarrolló y emergió en el curso de los cinco millones de años de nuestra evolución como especie".

"Podemos atribuir muchos detalles de nuestra naturaleza al modo peculiar en que evolucionamos como un animal social para garantizar nuestra supervivencia, gracias a lo cual aprendimos a cooperar con otros, coordinamos nuestras acciones con el grupo en un alto nivel y creamos novedosas formas de comunicación y modos de mantener la disciplina grupal. Este desarrollo temprano subsiste aún y continúa determinando nuestro comportamiento, incluso en el moderno y sofisticado mundo en que vivimos".

"Para poner un ejemplo, considere la evolución de la emoción humana. La supervivencia de nuestros más remotos antepasados dependió de su capacidad para comunicarse entre sí mucho antes de que se inventara el lenguaje. Ellos hicieron evolucionar nuevas y complejas emociones; júbilo, vergüenza, gratitud, celos, rencor, etcétera. Los signos de estas emociones se advertían de inmediato en sus rostros; ellos comunicaban su estado de ánimo rápida y efectivamente. Se volvieron muy sensibles a las emociones ajenas como una forma de unir más al grupo -de sentir alegría o dolor en común- o de permanecer juntos de cara al peligro".

"Hasta la fecha, los seres humanos somos muy susceptibles a los humores y las emociones de quienes nos rodean, lo que nos induce a adoptar toda suerte de conductas: imitar inconscientemente a los otros, desear lo que tienen, dejarnos llevar por virulentas sensaciones de cólera o indignación. Creemos actuar movidos por voluntad propia, sin saber que nuestra susceptibilidad a las emociones de los demás miembros del grupo influye en alto grado en lo que hacemos y en el modo en que reaccionamos" (De "Las leyes de la naturaleza humana"-Editorial Océano de México SA de CV-México 2019).

El rechazo a la existencia de la naturaleza humana, suponiendo que sólo actuamos en base a la influencia social, ha permitido la proliferación de autores que proponen establecer diversas "naturalezas artificiales", como fue el intento de crear al "hombre nuevo soviético". Ante la creencia en la herencia de los caracteres adquiridos, se suponía que tal hombre nuevo iría reemplazando a la especie humana tal como la conocemos.

En la actualidad ha surgido un importante sector que promueve la creencia de que la masculinidad y la feminidad no provienen de nuestra naturaleza humana biológica, sino que son "construcciones sociales", con el agravante de que inducen en los niños la posibilidad de "elegir" entre acentuar su propia naturaleza o bien convertirse en homosexual.

Otra de las tendencias que desconocen la naturaleza humana, o bien la consideran tan imperfecta que intentan cambiarla, es el transhumanismo, como un intento de implantar chips en el cerebro para alterar los atributos negativos observados en los seres humanos.

Todos los intentos por negar la existencia de leyes naturales invariantes que existen como consecuencia del proceso biológico evolutivo, llevan asociados serios riesgos para la humanidad. De ahí que lo conveniente sea apuntar a una óptima adaptación cultural al orden natural teniendo siempre presente la existencia de las leyes naturales que conforman nuestra naturaleza humana.

1 comentario:

agente t dijo...

Muy buena descripción del concepto “naturaleza humana”, así como una sabia conexión con asuntos de gran calado y actualidad que están muy relacionados con este trascendental asunto.