Cuando el hombre entra en una etapa de decadencia, también lo hacen todas sus actividades, como es el caso del arte. Si bien existen aspectos subjetivos al respecto, se advierte una tendencia hacia la superación y destrucción de todo mensaje que apunte hacia mayores niveles de adaptación al orden natural, que es lo esencial de la cultura y de todo lo asociado a la evolución cultural.
El proceso decadente en el arte del siglo XX estuvo asociado, entre otras causas, a los diversos intentos destructivos contra la cultura y las sociedades occidentales, debido a ser caracterizadas como "burguesas, capitalistas y consumistas", por lo cual hubo intentos por borrar el pasado que condujo a ese estado de cosas. Si bien los errores y defectos de toda sociedad son evidentes, siempre están presentes las dos posibilidades extremas: mejorarla o destruirla.
Al respecto, Hans Graf Huyn escribió: "Procede el surrealismo de la izquierda radical del movimiento dadaísta, y estuvo en sus orígenes ligado al materialismo dialéctico. De aquí su resonante proclama en pro de que se acabe con todo lo anterior haciendo tabla rasa. Il faut tout recommencer á zero, decía Le Corbusier; y uno de los padres del surrealismo, Louis Aragon, añadirá: «Somos los derrotistas de Europa»".
"Más lejos todavía va Le Corbusier: «Hay que pulverizar el corazón de nuestras viejas ciudades, con todas sus iglesias catedrales y colegiatas, para que en su lugar se eleven rascacielos». Más clara todavía es Hilla Rebay, que dirigiera el Museo de Pintura No Objetiva en Nueva York: «Es una lástima que las bombas no hayan ahondado lo bastante para descuajar lo antiguo»" (De "Seréis como dioses"-Ediciones Internacionales Universitarias SA-Barcelona 1991).
Luego de la etapa destructora de lo anterior le sigue la etapa del reemplazo por el nuevo arte, o la nueva arquitectura, de la misma manera en que el revolucionario pretende construir una nueva sociedad sobre los escombros de la antigua. El citado autor agrega: "De estas citas resulta que el odio contra el Arte, y más en particular frente a lo que en el Arte hay de divino, alcanza un grado tal, que a su tenor habría que destruir todo cuanto procede del pasado. Por ello el modernismo, aunque mirando a razones sobre todo comerciales no siempre lo confiese, no se entiende a sí mismo como Arte, sino lo más contrario: un anti-arte. ¿Qué tiene ya que ver con el Arte, por ejemplo, un lienzo embadurnado con un solo color, o un bloque hecho de fieltro y de materia grasa?".
Entre los pintores destacados del siglo XX encontramos a Pablo Picasso, cuyos cuadros se presentan, por lo menos al no especializado en arte, como de una baja calidad respecto de las obras de varios pintores del siglo XIX. Incluso el propio Picasso reconoció esta posibilidad. Hans Graf Huyn escribe al respecto: "Es muy de señalar que, en ocasiones, el propio Picasso se riera de sí mismo llegando a cuestionarse como artista. He aquí lo que decía en unas declaraciones del día 2 de mayo de 1952: «Cuando el Arte ha dejado de ser un alimento destinado a los mejores, el artista puede hacer con su talento cualquier clase de antojo o veleidad que le sugiera su fantasía. No hay caminos cerrados para un charlatanismo intelectual. La gente ya no encuentra en el Arte alivio ni acicate. Pero los exquisitos, los ricos, los ociosos y los ávidos de efectos le piden novedades, rarezas, originalidad, extravagancias y provocaciones».
«Desde que se inició el cubismo, e incluso antes, yo mismo he complacido a esos críticos con cuantas humoradas se me iban ocurriendo, y ellos las admiraban tanto más cuanto les eran menos comprensibles. Con todos esos juegos, enigmas y arabescos conseguí rápidamente la fama. Y ya se sabe lo que para el artista significa la fama: vender, ganar dinero, hacerse rico. Yo, además de famoso, soy ya rico. Pero, cuando me encuentro a solas conmigo, no me puedo considerar como un artista en la más alta acepción de la palabra. Pintores grandes fueron el Tiziano, Giotto, Rembrandt y Goya; pero yo no soy más que un bromista que ha entendido a su tiempo y ha sabido sacar cuanto podía de la simpleza, la avidez y la vanidad de sus contemporáneos»".
Estas palabras, atribuidas a Picasso, hacen recordar los comentarios que le hacía John Lennon a Paul McCarney cuando introducían en el texto de una canción alguna palabra que compatibilizara con la música respectiva, diciéndole: "Ya verás cómo comienzan a buscarle significados extraños". También los Beatles sufrieron de la idolatría de sus seguidores en el sentido de que dejaron de actuar en vivo debido a los excesivos festejos que recibían incluso por unas notas musicales de pobre calidad.
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1 comentario:
El éxito del arte moderno hace buena la afirmación de que la educación de estas últimas décadas es engaño, y más concretamente, que aleja de la realidad y fomenta el autoengaño.
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