La palabra "teología" significa "estudio o conocimiento de Dios", por lo cual existen distintos caminos para lograr ese conocimiento. Si nos remitimos a la Biblia, podemos advertir el predominio de un mensaje que apunta hacia la obediencia de todo ser humano respecto a la voluntad de un Dios con atributos humanos. Es una etapa en que predominan las pasiones sobre la razón.
Con el afianzamiento de la filosofía, comienza un proceso que busca el predominio de la razón sobre las pasiones, siendo Baruch de Spinoza una figura representativa de ese método. Al negar los fundamentos esgrimidos en la etapa anterior, surgen reacciones en su contra. Mientras el primer periodo se caracteriza por la difusión de un conocimiento adaptado a las personas más simples, el periodo racionalista se caracteriza por dirigir sus conclusiones a un reducido sector de la sociedad.
Al respecto, Fernando Savater escribe: "Lo que la Sagrada Escritura intenta es lograr la obediencia de los judíos -pues a ellos iba en principio destinada-, mientras que aquello a lo que aspira la filosofía es a la verdad. «No es de admirar que los libros sagrados hablen tan impropiamente de Dios en todas partes y que le atribuyan manos, pies, ojos, oídos, alma y hasta un movimiento local, y además pasiones del ánimo, para hacerlo celoso, misericordioso, etcétera; y que, en fin, lo representen como un juez sentado en los cielos sobre un trono real y con Cristo a la derecha. Hablan de este modo según la inteligencia del vulgo, a quien la escritura pretende hacer no sabio sino obediente» (Spinoza)".
En el mismo sentido, Thomas Hobbes escribió: "La Escritura se escribió para mostrar a los hombres el reino de Dios, para preparar sus mentes a fin de que se hicieran sus súbditos obedientes, dejando el mundo, y la consiguiente filosofía, a discusión de los hombres, para el ejercicio de su razón natural. Que el movimiento de las tierras o soles haga el día y la noche o que las acciones exorbitantes de los hombres procedan de la pasión o del demonio (siempre que no le adoremos) es todo lo mismo en lo que toca a nuestra obediencia y sumisión a Dios todopoderoso, que es aquello para lo que se escribió la Escritura" (De "Leviatán"-Ediciones Altaya SA-Barcelona 1993).
Savater agrega: "Todos los hombres sin excepción tienen que relacionarse con la naturaleza divina y someterse a las disposiciones imprescindibles de la sociedad humana. La Biblia no es ni más ni menos que la solución que un pueblo determinado sin ventajas sobre las demás naciones, el pueblo judío, pergeñó para resolver este problema. La Sagrada Escritura es un empeño de la imaginación -como tal caprichoso y contradictorio- para proporcionar a unos hombres los conocimientos sobre cómo regir su vida que son necesarios para la buena organización de la comunidad humana. Por supuesto, la razón es capaz de conseguir este objetivo de forma mucho más directa y sin fábulas coactivas, pero en cambio está al alcance de muchos menos hombres" (De "El contenido de la felicidad"-Aguilar SA de Ediciones-Madrid 1994).
Además de la imaginación y la razón, debemos tener presente la observación de los efectos que producen las diversas formas de teología, o de caminos hacia el conocimiento de Dios. Esta manera de encarar el tema no es otra cosa que el método de la ciencia experimental. Esta vez se intenta conocer a Dios a través de su obra: las leyes naturales que caracterizan todo lo existente. También aquí vale aquello de que: "...por sus frutos los conoceréis".
Mientras que las religiones bíblicas adoptan como referencia los Libros Sagrados, elaborados por seres humanos inspirados en la idea de Dios, el científico adopta como referencia las propias leyes naturales, siendo un conocimiento directo del Creador, que pasa a ser una figura hipotética que se utiliza para describir el sentido de todo lo existente.
Como la religión moral no se distingue de la ética, puede decirse que se trata de una ética natural, que contempla los atributos que nos caracterizan como seres humanos. De ahí que la esencia de la religión moral consiste en despertar en todo individuo una actitud o predisposición favorable a nuestra adaptación al orden natural. Ello implica aceptar el gobierno de dichas leyes sobre cada uno de nosotros, materializando la idea del gobierno o Reino de Dios. De ahí la expresión de Cristo: "El Reino de Dios está dentro de vosotros", es decir, no se trata del gobierno exterior de un Dios que nos dirige desde algún lugar del universo sino que está inmerso en cada uno de nosotros a través de las leyes eternas e invariables que constituyen su esencia.
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1 comentario:
Notable y bien explicada esta sociología de la teología. Desde estos presupuestos racionales sí se puede hablar, sin fingir sentimientos o actitudes forzadas, en pos de una mejor relación entre humanos y de un principio general de abordamiento de la realidad.
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