Por D. Pastor Petit
A lo largo y ancho de la historia universal, se han registrado autócratas de muy diversa factura, y no fuera cuerdo catalogarlos a todos bajo el mismo rasero. Los ha habido más o menos radicales, más o menos agudos u obtusos y, en fin, con todas las tendencias ideológicas, tanto de derecha, centro como izquierda. Ello no obstante, se han observado algunas constantes, algunos tics peculiares, los cuales vamos a reseñar como materia orientativa.
Con arreglo a lo que procede, podríamos aventurar que los ingredientes caracterológicos del autócrata presentan una gama de motivaciones especiales, de carácter permanente o esporádico, y de ellas se deriva lo que pudiera llamarse la plataforma del líder absolutista. Este aglutinará todos o gran parte de los ingredientes que vamos a reseñar, acaso alternando unos con otros, o evolucionando a tenor de las circunstancias. Helos aquí:
1. Sed de poder y afán de protagonismo.
2. Egocentrismo exacerbado.
3. Mesianismo nacional, racial, ideológico o político.
4. Miedo a la libertad.
5. Frustraciones en la niñez o adolescencia, o posteriores, o de orden profesional.
6. Insuficiencia física o sexual.
7. Endeble formación intelectual.
8. Pobreza de esquemas interiores.
9. Involucionismo gubernamental y político.
10. Inadaptación al medio y/o marginación.
11. Envidia a ciertos niveles.
12. Desmedida autovaloración.
13. Religiosidad peculiar o ausente, o de tinte retrógado.
14. Ética: el fin justifica los medios.
15. Sacralización de la disciplina.
16. Objetividad en lo prójimo o inmediato, y fantasía divagante en lo lejano y abstracto.
17. Carácter emprendedor, seguro de sí mismo y carismático.
18. Repugnancia ante la pluralidad de pareceres.
19. Carácter impositivo.
20. Temor al ridículo con ciertos complejos de inferioridad.
No podría decirse que los autócratas del siglo XX difieran sustancialmente del perfil arriba descrito, pero el avance de las ciencias sociales y políticas propició ciertos medios -que sofisticaron su irradiación- antes desconocidos. De ahí que el autócrata de la actual centuria deba requerir para su estudio determinados planteamientos y, en suma, otras luces, otras herramientas.
(De "La guerra psicológica en las dictaduras"-E. P. TANGRAM. S.L.-Barcelona 1994).
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1 comentario:
El desarrollo fulgurante de la tecnología y la aplicación de ésta a la propaganda, la demoscopia y la comunicación es lo que en el siglo XXI marca la diferencia con respecto a la centuria anterior. Si podemos afirmar sin temor a equivocarnos que bajo un régimen democrático el poder del estado usa esos medios en el filo de lo legal o ético, no cabe duda que, bajo un régimen autocrático, esas herramientas se usan sin restricción cuando se trata de obtener rendimientos para el poder.
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