Si bien es recomendable que cada individuo tome decisiones por su propia iniciativa y voluntad, resulta inevitable que algunas decisiones, que incumben a toda la sociedad, sean adoptadas por algunos individuos a cargo del gobierno respectivo. De no existir tal gobierno, como lo es actualmente el Estado, se transita el camino hacia la anarquía y, posiblemente, al caos (excepto que la mayoría de los individuos carezca de defectos morales).
En épocas del Imperio Romano, las sociedades respondían a la "voluntad del Emperador", limitada por el Senado. Luego, en la época medieval, tanto los reyes como los papas trataban de cumplir con la "voluntad de Dios", si bien interpretada por las jerarquías monárquicas y eclesiásticas, respectivamente, por lo que se mantenían los gobiernos del hombre sobre el hombre, es decir, por imposición de la "voluntad del gobernante", algo un tanto alejado de la mencionada "voluntad de Dios" (Reino de Dios sobre los hombres).
Posteriormente se propone realizar la "voluntad general", o la "voluntad del pueblo", propuesta principalmente por Jean Jacques Rousseau. Como tal "voluntad" debe ser interpretada por alguien, tal intérprete termina imponiendo sus propios criterios sobre el resto de la sociedad. Este ha sido el origen ideológico que justificó las revoluciones de tipo totalitario que se realizarán en el futuro.
Adviértase que, mientras que el emperador romano tenía el contrapeso del Senado y el monarca medieval tenía el contrapeso de la Iglesia, bajo los sistemas fascistas, nazis y comunistas no existía contrapeso alguno por cuanto los ideólogos respectivos se encargaron de convencer a la gente que era beneficioso para todos disponer, bajo una sola voluntad, todo el poder político, económico, militar, cultural, etc, etc.
En oposición a estas tendencias surgieron los pensadores liberales que van a proponer la división del poder económico (democracia económica o economía de mercado) y la división de poderes del Estado (democracia política) para atenuar y limitar el peligro que surge cuando algún ser humano dispone del poder total y absoluto, como ocurre con los sistemas totalitarios.
La tendencia más efectiva es la de adaptarnos a la "voluntad aparente del orden natural", que no difiere esencialmente de adaptarnos a la "voluntad de Dios", por lo cual esta vez la misión de la Iglesia debería limitarse a conseguir que la mayoría de los seres humanos cumplan, o intenten cumplir, con los mandamientos bíblicos.
Mientras que Cristo pronunciaba: “Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo…”, Jean Jacques Rousseau sostenía que “La voz del pueblo es la voz de Dios”, concepto representativo de la “voluntad general”. Rousseau escribió al respecto:
“La voluntad general no coincide pues con la decisión tomada por la mayoría de los ciudadanos y de sus representantes. Hace falta que:
-La decisión sea tomada por los individuos, que voten los unos independientemente de los otros, sin sufrir las influencias de los grupos, facciones, partidos que sean o puedan hacerse paladines de intereses particulares.
-Pero como el ciudadano desea el bien más no lo conoce, debe ser instruido y conducido por quien conoce el bien común.
-El ciudadano así instruido debe inclinarse ante el resultado del voto, aun si quedó en minoría.
-Pero no tiene el derecho de seguir propugnando la que él considera la verdad y tampoco la tiene, cuando consiga persuadir a otros, de volcar la minoría en mayoría y modificar la ley.
-Nada de eso; el resultado de la decisión le hace sólo saber que él estaba en el error y no conocía la verdad. Los votantes no han afirmado con el voto de la mayoría una voluntad general. Esta preexistía y ellos la han sólo reconocido. Ella se impone con la evidencia de un axioma.
-El hombre es verdaderamente libre sólo si se somete a esta voluntad general que él no ha querido sino que ha simplemente reconocido porque lo iluminaron los que saben”.
(Citado en “Florilegio del buen gobierno” de Luigi Einaudi-Organización Techint-Buenos Aires 1970).
Respecto de estas sentencias, Luigi Einaudi, como figura representativa del pensamiento liberal, escribió: “Tal mensaje del ciudadano de Ginebra. No el voto de los ciudadanos sino el reconocer a los dioses es lo que afirma la voluntad general”.
“Tal vez Rousseau no preveía que su doctrina hubiera sido fecunda de efectos tan graves. Aparecieron los dioses por decenas y asumieron el cargo de conductores de los pueblos. De Robespierre a Babeuf, de Buonarroti a Saint-Simon, de Fourier a Marx, de Mussolini a Hitler, de Lenin a Stalin, se sucedieron los conductores para enseñar a los pueblos, ignaros de cuál era la verdad, cuál era la voluntad general que ellos desconocían; pero que una vez enseñada y reconocida, los pueblos no podían rehusarse a realizar”.
“Los pueblos han aprendido que la libertad no consiste en discutir primero e inclinarse la minoría después ante el deseo de la mayoría, salvo que exista el derecho a continuar discutiendo para reducir la mayoría a minoría. En el sistema de los dioses y de los conductores que descubrieron la verdad verdadera, los hombres se sienten libres sólo cuando el guía enviado por el oráculo divino ha indicado el camino de la verdad y condenado el error. El error, la desviación, la oposición al principio declarado en las tablas fundamentales del hombre-guía es ilícito, es un delito contra la voluntad general y debe ser eliminado”.
“No tiene importancia la fórmula con la cual el oráculo conduce a los hombres al descubrimiento de la verdad. Para Rousseau y Robespierre toma el nombre de «virtud», para Saint-Simon de religión de la ciencia, para Hitler el dominio de la sangre y la raza, para Marx la dictadura del proletariado. Las fórmulas cambian y pasan. La doctrina de una verdad que, descubierta, debe ser reconocida y obedecida, queda”.
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1 comentario:
La verdad de Rousseau es de carácter revelado y, por lo tanto, accesible a pocos, los elegidos. En realidad, actuó como el fundador de una nueva religión con su correspondiente clero.
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