Una creencia negativa supone la creencia en la inexistencia de algo. De ahí que no resulta extraño que los fanatismos se establezcan tanto en los creyentes como en los no creyentes, ya sea en Dios o en un tirano déspota. En la actualidad se presenta una situación similar en el caso de los sistemas autoorganizados, que hacen innecesaria la existencia de un Dios que actúe en los acontecimientos humanos o de un Estado que dirija la economía de una nación.
Si observamos el estado mental de la mayor parte de los habitantes de los distintos países, advertimos que son dos las principales causas de conflictos. Por una parte, el conflicto religioso, surgido de la creencia en un Dios que envía sus representantes humanos y que, casi todos son reconocidos por un sector y rechazados por los restantes. Si se considerara que el mundo está regido por leyes naturales invariantes, que bastan para que el mundo funcione sin necesidad de intervenciones divinas que las interrumpan, se dejarían de lado varias de esas discusiones y varios de esos conflictos.
En forma bastante similar, si se aceptara que el sistema de mercado es un sistema autoorganizado, al cual nos debemos adaptar, y que las intervenciones del Estado, en materia económica, tiende a empeorar las cosas, se dejarían de lado varias discusiones de política y economía. Como, parece, los no creyentes en los sistemas autoorganizados son mayoría, es de esperar que los conflictos sociales se mantengan por bastante tiempo, al menos los derivados directamente de este tipo de creencia.
Los sistemas autoorganizados son esencialmente sistemas de realimentación negativa, que funcionan en forma similar al tanque de agua de una vivienda, que se carga solo, sin necesidad de que actuemos una vez que ha descendido el nivel de agua debido al consumo de la misma. En el caso de la ética, no hace falta la existencia de un Dios que premie o castigue nuestras acciones, ya que nuestro sistema emocional tiende a actuar en ese sentido.
Un sistema de realimentación negativa es aquel en que las causas son controladas por los efectos. Así, el nivel de agua de un tanque (efecto) controla la entrada de agua (causa) en la búsqueda de cierto objetivo (tanque lleno). Nuestro propio cuerpo funciona en base a múltiples sistemas realimentados por lo cual resulta evidente que la naturaleza se adelantó a los seres humanos, quienes construimos sistemas automáticos imitando a la naturaleza. De ahí que la cibernética ha sido definida como "control y comunicación en organismos, animales y máquinas".
En el caso de la economía de mercado, no hace falta un Estado que controle los precios (mano visible) ya que la competencia entre empresarios (mano invisible) impide que algunos se excedan en sus pretensiones de ganancias. Sin competencia empresarial, por falta de un plantel suficiente de empresas, no existe una economía de mercado y, en ese caso, al menos se justificarían los reclamos.
La "mano invisible" postulada por Adam Smith, está constituida en realidad por un sistema de realimentación negativa en la cual el precio estable resulta ser el objetivo del sistema. Cuando el precio es fluctuante, implica que existe una diferencia entre oferta y demanda también fuctuante. Si es mayor la oferta (producción) tienden a bajar los precios; si es mayor la demanda (consumo) tienden a aumentar. El sistema se estabiliza cuando la oferta iguala a la demanda, lo que conduce a que el precio resulte estable.
Mientras que las ideas elementales empleadas en ciencia y tecnología no sean comprendidas por los dirigentes sociales, que actúan en el Estado y en las instituciones religiosas, las cosas seguirán marchando por el camino de la crisis y de la ignorancia. Tales conceptos elementales no son comprendidos porque ni siquiera se hacen intentos por comprenderlos y se mantienen las discusiones de tipo filosófico con "ambos pies firmemente sostenidos en el aire".
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1 comentario:
No es que los dirigentes se empecinen en no entender o conocer los principios elementales de la economía, es que los saben muy bien pero los manipulan en su propio beneficio. El caso más paradigmático es el control de precios que genera mercado negro, mercado que da pingües beneficios a quienes lo provocan desde la Administración.
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