jueves, 2 de febrero de 2023

La felicidad social

El nivel de felicidad logrado por una persona resulta ser algo individual, o personal, que depende tanto de factores biológicos heredados como de la influencia del medio social en donde desarrolla su vida. Sin embargo, algunas acciones, o hechos, que elevan el nivel de felicidad individual, pueden también elevar la felicidad a nivel social. Este es el caso del campeonato mundial de fútbol; un éxito logrado por un grupo de jugadores que no sólo eleva el nivel de felicidad de tales protagonistas, sino también el de todo un pueblo. De ahí que a este proceso pueda denominarse como "felicidad social".

No siempre las cosas así suceden, ya que, además del mérito de quienes logran éxitos de algún tipo, debe existir también una predisposición para compartir la felicidad asociada a dichos éxitos. Así, varios de los jugadores campeones en 2022 y gran parte del pueblo argentino, a pesar de que se llegó a la final del mundial de 2014, tal logro no fue considerado un éxito, sino un fracaso. De ahí que la felicidad social, o felicidad compartida, no se contruye sólo con éxitos, sino también con predisposiciones favorables a observarlos como tales.

La felicidad social está asociada también a espectativas de cada época y de cada sociedad. Julián Marías escribió: "Hay que determinar lo que la pretensión vital tiene de pretensión de felicidad. Las diferencias individuales son muy grandes, pero lo que aquí interesa es la diferencia entre sociedades. Somos españoles de 1987; si lo hubiéramos sido de 1740 o de 1420, o si en vez de españoles fuéramos alemanes, suizos o chinos, tendríamos otro tipo de pretensión vital y otro grado de pretensión de felicidad. Ahí es donde se plantea la cuestión de la felicidad media de una sociedad".

"Cada forma de vida tiene una expectativa; cada persona imagina lo que la vida puede dar de sí (quizá esta expresión coloquial «dar de sí» sea la más apropiada), y hay grandes diferencias, sobre todo en explicitud" (De "La felicidad humana"-Alianza Editorial SA-Madrid 1994).

La felicidad social debería ser un objetivo a lograr, siendo una especie de "negocio" de gran rendimiento por cuanto las felicidades individuales deberían "contagiar" al resto de los integrantes de la sociedad sumándose en cada caso a las felicidades propias adquiridas. Al menos éste parece ser el requisito que nos ha impuesto el orden natural para asegurar nuestra supervivencia y nuestra plena adaptación al mismo.

Algunos autores critican, acertadamente, cada vez que alguien invoca al orden natural, o a la evolución, como justificativo de cualquier opción posible. Así, respecto de la psicología evolucionista, David G. Miers escribió: "Este planteamiento recuerda al funcionalismo, una teoría dominante en psicología durante la década de 1920. «¿Por qué se produce esa conducta? Porque desempeña tal o cual función»" (De "Exploraciones de la psicología social"-McGraw-Hill Interamericana de España SA-Madrid 2007).

Cuando decimos que las leyes naturales nos "presionan" para adaptarnos a ellas, no estamos asegurando que los seres humanos vayamos a responder favorablemente, ya que el sufrimiento humano depende esencialmente de hacer todo lo contrario a lo que tales leyes parecen "sugerirnos".

Justamente, son las posturas totalitarias las que nos inducen a no compartir la felicidad de otros, sino a entristecernos por el éxito ajeno, lo que no es otra cosa que el odio promovido por socialistas, peronistas, nazis y otros grupos de fanáticos que sólo viven, pareciera, para oponerse a todo lo que favorece a nuestra adaptación al orden natural, o a las leyes de Dios (en el lenguaje y simbología religiosa).

1 comentario:

agente t dijo...

Estamos hablando de un objetivo verdaderamente nacional o público. Y por lo tanto que se entiende necesario favorecer con medidas adoptadas desde los poderes públicos, algo que en principio contradice la filosofía liberal de libertad de acción con límites únicamente negativos. Pero claro que existe un interés general que debe ser favorecido desde el Estado, aunque sólo sea mediante la penalización de determinados comportamientos y la promoción, obligatoria según los casos, de otros.