Entre los argumentos esgrimidos por los opositores a los concursos de belleza, aparecen las palabras "cosificación" y "discriminación" de la mujer, tal los adjetivos esgrimidos por el Intendente de Guaymallén, Mendoza, principal saboteador de la Fiesta Nacional de la Vendimia.
En la provincia de Mendoza, la Reina de la Vendimia es valorada casi en forma semejante a cómo en la Argentina se valora a los integrantes del Seleccionado nacional de fútbol; un lugar tan valorado que muchos quisieran llegar a ocuparlo. Sin embargo, para el saboteador tal lugar preeminente implica una "cosificación" de la mujer.
También aduce que tal fiesta es "discriminatoria" hacia la mujer. En todo caso será así considerada por quienes carecen de atributos para ocupar tal lugar y por ello lograrán cierta "igualdad" favoreciendo la prohibición de tal tipo de concurso. Es una "solución" eficaz para calmar la envidia de quienes no soportan la existencia de mujeres atractivas. Esta tendencia se hace evidente en agresiones que sufren algunas adolescentes en las escuelas secundarias por ser atractivas.
Cuando en la Fiesta Nacional de la Vendimia se deje de elegir su reina y cuando su lugar sea ocupado por una representante departamental cuyo principal atractivo sea el discurso de tipo político-populista, tal fiesta comenzará a perder su atractivo, incluso ahuyentando a los turistas que todos los años vienen a participar en la misma.
Debe mencionarse que tal Intendente proviene de un partido asociado a la Internacional Socialista y de ahí que no sea tan extraño que intente boicotear algo que personalmente no es de su agrado, sin tener presente el daño que le hará a la provincia. Al igual que al típico líder socialista, le resulta tanto o más importante sus gustos personales que los gustos y expectativas de miles de integrantes de la sociedad.
A los izquierdistas les repugnan los títulos monárquicos como "rey" o "reina". Sin embargo, apoyan abiertamente a líderes socialistas cuyos poderes son mucho mayores que los que antes estuvieron en manos de monarcas.
Un artículo al respecto fue publicado en el diario digital La Prensa de Buenos Aires:
¿La belleza hace daño?
Por Claudio Chaves
Seguramente al lector le interese un rábano la determinación tomada por el Municipio de Guaymallén, Mendoza. Posiblemente dedicarle algunas líneas a la estupidez política parezca una pérdida de tiempo y de energías. Puede ser, concedo. De todos modos y no obstante los riesgos voy a hacerlo, aunque mi expertis sean los documentos, los libros y la historia, me apura la sangre y se me hace difícil correrme de un hecho que, aunque chiquito, evidencia cómo el progresismo destruye el pensamiento y el sentido común. Y voy a escribir la nota, precisamente porque hoy la batalla contra la estupidez se da en territorio del sentido común.
Resulta que el intendente radical de Guaymallén, Marcelino Iglesias, recordar su nombre porque con el tiempo puede pasar a ser ejemplo del mal gusto, ha prohibido los concursos de belleza. El funcionario asegura que el rol de la mujer ha ido evolucionando y es absolutamente anacrónica la elección de reinas y princesas. Es no sólo una cosificación de la mujer sino que también es una desvalorización de todos los roles que cumplen, etc, etc, etc.
¡En síntesis la belleza no debe premiarse y menos si de mujeres se trata! Bien a tono con el feminismo extremo. En los votos esa estupidez no garpa, Iglesias.
¿La belleza no es un valor, acaso? ¿En la belleza no hay armonía, consonancia, medida, proporción? ¿No hay también subjetividad, esto es, individualidad y singularidad? Va de suyo que no es el único valor. Hay otros, por ejemplo, la lealtad, la defensa de la vida, de la Patria, de las tradiciones, de las costumbres, de la familia, pero lo cierto es que la belleza es grato a la vista y da placer, como un paisaje, una escultura, una pintura, una pieza musical. La belleza física si bien es un don natural que nos hace diferentes, hay que trabajar sobre ella. No es soplar y hacer botellas. Dice un viejo proverbio chino que después de los 40 uno es responsable de su rostro.
La belleza no discrimina, es así, un don. ¿Hay que negarlo entonces? Este asunto de la cosificación de la que habla el Intendente es un disparate, en tanto y en cuanto la mujer o el hombre que se distinguen por su belleza física tengan en claro el juego que practican. Esta zoncera se asimila, en otro orden y en otro ámbito, a la determinación tomada bajo el gobierno del doctor Raúl Alfonsín, ya que de radicales hablamos, y defendida por el progresismo a lo largo de los tiempos de no calificar con nota a los alumnos porque el mérito, a veces natural y a veces trabajado, lastima a los que no están en la cima. Entonces jerarquizar es inconveniente, es dañino a la sociedad democrática. Lo que esconde medidas de esta naturaleza es la dificultad ideológica de aceptar la diferencia y para que esto no se note hay que prohibir las acciones que la promueven. ¡El igualitarismo llevado al extremo!
El intendente justicialista de Maipú se ha manifestado en contra de esta absurda decisión. ¡Muy bien! Como también el Pro, que afirma: "Algunos vientos de modernidad ven en ello `violencia y degradación a la mujer'. Por nuestra parte, nosotros no vemos ex reinas que se sientan denigradas por su participación, al contrario, observamos ex soberanas con roles centrales".
Además del FMI, en Juntos por el Cambio deberán poner la casa en orden en temas tan pequeñitos como este. Se agradece.
(De www.laprensa.com.ar)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Sin mencionar que los concursos de belleza pueden ser un trampolín para la promoción social de muchachas provenientes de estratos no privilegiados a los que no veo que tengan que renunciar por la envidia de otros y otras, hay que considerar que la belleza humana sin aditamentos que llamen a la pulsión libidinosa más bien exalta los espíritus y eleva las almas. Pero tampoco debemos ser tan ingenuos para obviar los problemas que a menudo se han asociado a este tipo de eventos como son el favoritismo previo pago “en especie” y otros de semejante inmoralidad.
En realidad, la elección de las reinas departamentales, (18) en total, son elegidas con sus largos vestidos tradicionales, sin tener que desfilar en trajes de baño, como ocurre en otros casos.
De ahí que en estas fiestas no existen los riesgos y abusos que pueden darse en otros concursos, por lo que se acentúan las críticas a tal intendente (que resulta una maravilla comparado con el delincuente kirchnerista que lo antecedió en la intendencia).
Publicar un comentario