Mientras que los sectores socialistas no distinguen entre capitalista y empresario, incluso suponiendo que se los puede reemplazar sin gran inconveniente por un burócrata cualquiera, constituyen en realidad dos especialidades, o funciones diferentes, dentro de una empresa. En el caso del accionista, puede advertirse que se trata de alguien que busca optimizar sus ganancias teniendo en cuenta también el riesgo que presenta toda inversión, por lo que debe decirse que busca una optimización que contemple tanto ganancia como riesgo. Por lo general, este inversor no contempla tanto los atributos de los bienes o servicios que se fabricarán con sus aportes monetarios, cambiando fácilmente de empresa ante mejores perspectivas de inversión.
El empresario auténtico, por el contrario, es un apasionado por la actividad emprendida. Resulta difícil imaginar a un Henry Ford o a un Enzo Ferrari con poco apasionamiento por los automóviles. Tal vocación hace que no sea sencillo reemplazarlos por cualquier administrador de empresas, especialmente durante las primeras etapas de la formación de una empresa.
Los casos mencionados son casos extremos, existiendo en la vida real casos intermedios, como el del capitalista que se apasiona por la calidad de los productos que ayuda a producir o el empresario que aspira a lograr grandes fortunas aún a costa de limitar la calidad de sus productos. Ello no implica que el empresario auténtico sea indiferente a las ganancias; la diferencia radica en que para unos las ganancias son un objetivo mientras que para otros es una consecuencia de haber producido con calidad y precios adecuados.
Un empresario exitoso, como Steve Jobs, en algunas circunstancias le tocó decidir entre optimizar ganancias u optimizar calidad, debido justamente a que, en Apple, el administrador del momento había orientado a la empresa por el camino de las ganancias prioritarias. Jobs expresó: “Mi pasión siempre ha sido la de construir una compañía duradera en la que la gente se sienta motivada para crear grandes productos. Todo lo demás era secundario. Obviamente, era fantástico obtener beneficios, porque eso es lo que te permite crear grandes productos. Pero la motivación eran los propios productos, no los beneficios. Sculley les dio la vuelta a esas prioridades y convirtió el dinero en la meta. Es una diferencia sutil, pero acaba por afectar a todos los campos: la gente a la que contratas, quién recibe ascensos, qué se discute en las reuniones”.
“Algunas personas proponen: «Dales a los clientes lo que quieren». Pero esa no es mi postura. Nuestro trabajo consiste en averiguar qué van a querer antes de que lo sepan. Creo que fue Henry Ford quien dijo una vez: «Si les hubieras preguntado a mis clientes qué querían, me habrían contestado: ¡Un caballo más rápido!». La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca me he basado en las investigaciones de mercado. Nuestra tarea estriba en leer las páginas que todavía no se han escrito”.
“Edwin Land, de Polaroid, hablaba acerca del cruce entre las humanidades y la ciencia. Me gusta esa intersección. Hay algo mágico en ese lugar. Hay mucha gente innovando, y esa suele ser la característica principal de mi línea de trabajo. El motivo por el que Apple cuenta con la aceptación de la gente es que existe una corriente profunda de humanidad en nuestra innovación. Creo que los grandes artistas y los grandes ingenieros se parecen, porque ambos sienten el deseo de expresarse. De hecho, algunas de las mejores personas que trabajaron en el Mac original eran también poetas y músicos. En los años setenta, los ordenadores se convirtieron en una herramienta para que la gente pudiera expresar su creatividad. A los grandes artistas como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel también se les daba muy bien la ciencia. Miguel Ángel sabía mucho acerca de la extracción de las piedras en las canteras, y no sólo cómo ser un escultor” (De “Steve Jobs” de Walter Isaacson-Debate-Buenos Aires 2011).
También Jobs menciona otras compañías advirtiendo que las ganancias prioritarias limitan el crecimiento de las mismas como también la vida de las empresas. “Resulta sencillo arrojarle piedras a Microsoft. Ellos han caído claramente desde su puesto de dominio. Se han convertido en algo casi irrelevante. Y aun así valoro lo que hicieron y lo duro que resultó. Se les daba bien el aspecto empresarial de las cosas. Nunca fueron tan ambiciosos en cuanto a sus productos como deberían haberlo sido. A Bill le gustaba presentarse como un hombre de productos, pero en realidad no lo es. Es un hombre de negocios. Vencer a otras empresas era más importante que crear grandes productos. Acabó siendo el hombre más rico que había, y si esa era su meta, entonces la alcanzó. Sin embargo, ese nunca ha sido mi objetivo, y me pregunto, al fin y al cabo, si era el suyo. Lo admiro por la empresa que construyó –es impresionante- y disfruté del tiempo que trabajé con él. Es un hombre brillante y de hecho tiene un gran sentido del humor. Sin embargo, Microsoft nunca contó con las humanidades y las artes liberales en su ADN. Incluso cuando vieron el Mac, no lograron copiarlo correctamente. No acabaron de comprenderlo del todo”.
“Tengo mi propia teoría acerca de por qué compañías como IBM o Microsoft entran en decadencia. Una empresa hace un gran trabajo, innova y se convierte en un monopolio o en algo cercano a ello en un campo determinado, y entonces la calidad del producto se vuelve menos importante. La compañía comienza a valorar más a los grandes comerciantes que tienen, porque ellos son los que pueden aumentar los beneficios, y no los ingenieros y diseñadores de productos. Así pues, los agentes de ventas acaban dirigiendo la compañía. John Akers, de IBM, era un vendedor fantástico, listo y elocuente, pero no sabía absolutamente nada sobre los productos. Lo mismo ocurrió en Xerox. Cuando los chicos de ventas dirigen la compañía, la gente que trabaja en los productos pierde importancia, y muchos de ellos sencillamente se marchan. Es lo que ocurrió en Apple cuando entró Sculley, y eso fue culpa mía, y también ocurrió cuando Ballmer llegó al poder en Microsoft. Apple tuvo suerte y se recuperó, pero no creo que nada vaya a cambiar en Microsoft mientras Ballmer siga al frente”.
“Odio que la gente se etiquete a sí misma de «emprendedora» cuando lo que en realidad está intentado hacer es crear una compañía para después venderla o salir a bolsa para poder recoger los beneficios y dedicarse a otra cosa. No están dispuestos a llevar a cabo el trabajo necesario para construir una auténtica empresa, que es la tarea más dura en este campo. Así es como puedes hacer una contribución real y sumarte al legado de los que vinieron antes que tú. Así es como construyes una compañía que siga representando unos valores dentro de una o dos generaciones. Eso es lo que hicieron Walt Disney, Hewlett y Packard, y las personas que construyeron Intel. Crearon una compañía para que durase, y no sólo para ganar dinero. Eso es lo que quiero que ocurra con Apple”.
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2 comentarios:
¡Totalmente de acuerdo!
Pero conjuntaría: Qué perduren ganando dinero.
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