miércoles, 7 de agosto de 2024

La realidad histórica ante las interpretaciones antagónicas

Por lo general, tenemos la esperanza de llegar a comprender la verdad acerca de algún acontecimiento histórico, suponiendo que los historiadores se han puesto de acuerdo en cuanto a las interpretaciones establecidas respecto de la única realidad pasada. Sin embargo, pronto advertimos que se trata de una esperanza vana por cuanto podemos encontrar versiones casi opuestas respecto de esa realidad histórica.

Como consecuencia de esta aspiración insatisfecha, surge la tendencia a leer y a seguir la versión histórica que mejor coincida con nuestra propia visión de la realidad. Es por ello que pocas veces tendremos la predisposición a afirmar que en el pasado "sucedió tal cosa por tal razón", sino que nos limitaremos a decir "tal historiador afirma que sucedió tal cosa por tal razón". De todas las versiones existentes habrá alguna más cerca de la verdad que otras, aunque cueste distinguirla.

Quienes han de padecer las visiones opuestas de sus profesores, son los alumnos de humanidades que deben rendir exámenes ante un tribunal compuesto por docentes con visiones dispares, debiendo hacer una especie de "gimnasia ideológica" contestando preguntas cuya perspectiva debe concidir con quien se las hace, de lo contrario se reducen sus posibilidades de aprobar el examen.

Toda esta incertidumbre histórica, al menos parcial, surge por el hecho de que los acontecimientos sociales son fenómenos extremadamente complejos ya que dependen bastante de lo que la gente común y los líderes tienen en sus respectivas mentes, algo muy difícil de saber. Mariano Grondona escribió: "Ninguna nación tiene una visión homogénea de su pasado. Cada sector de intereses y cada corriente de pensamiento axalta, inevitablemente, a aquellas figuras o episodios que concuerdan con su posición fundamental".

"Pero esta actitud, que es general y constante, puede ser llevada en los momentos de división a un verdadero enfrentamiento histórico, a una verdadera ruptura de la memoria nacional. Surgen entonces, como interpretaciones opuestas del pasado, dos historias. Y entonces existen también, de alguna manera, dos naciones".

"Los matices que separan habitualmente las versiones del pasado común se convierten en visiones antagónicas en los momentos de crisis. Así, cuando la Reforma protestante y el liberalismo escindieron el alma europea, se llegó a dos concepciones totalmente contradictorias de la Edad Media. Para algunos, la Edad Media pasó a ser la «edad oscura», ámbito y recinto de todos los errores y de todas las mistificaciones".

"Para otros, en cambio, la Edad Media fue una era de juventud y es a partir del Renacimiento y la Reforma que comienza el desvío y la crisis del hombre occidental. En este debate entre anticlericales y católicos -que ya ha llegado a su fin, pero arreció entre las dos guerras- no importaba tanto la verdad que, como siempre, estaba en un punto medio, sino la proyección hacia el pasado de opuestos sistemas de valores" (De "La Argentina en el tiempo y en el mundo"-Editorial Primera Plana SRL-Buenos Aires 1967).

El citado autor sigue dando ejemplos históricos que pueden servir de orientación para una mejor comprensión de varios hechos del pasado y de sus proyecciones hacia el presente: "Algo similar ocurrió con la Revolución Francesa, que fue para algunos el punto de partida de la liberación del hombre y, para otros, el lugar de encuentro de todas las maldades y todas las aberraciones".

También Grondona se refiere al caso argentino, complejo de por sí, por lo que la descripción de las posturas antagónicas puede aclarar las cosas: "Es forzoso admitir que la interpretación del pasado argentino se acerca mucho a estos dos ejemplos. No hay solamente perspectivas y ángulos diversos en la comprensión de nuestro pasado. Existen, en rigor, dos historias argentinas claramente determinadas y concretas y, también, simétricamente opuestas. Y éste es uno de los elementos más activos de la crisis nacional".

"Las dos historias argentinas están perfectamente estructuradas, con sus argumentos, sus villanos y sus héroes. Sólo que lo que es blanco en una, es negro en la otra. Y la verdad está aquí también, como en los debates sobre la Edad Media o la Revolución Francesa, en ese medio que sólo alcanza el desapasionamiento".

"Para la versión liberal de nuestro pasado, ésta era una colonia hundida en el atraso y en la incuria en que la suma de lo español y de lo indio la tenían sometida hasta que, trayendo consigo las ideas de renovación y de progreso propias de los países anglosajones y del liberalismo francés, un grupo de patriotas la despertó de su sueño y la echó a andar por la historia. Estos patriotas, hombres de letras y de espada, debieron luchar contra la pasividad del gaucho, contra la indocilidad del montonero y, también, contra la resistencia intermitente que los caudillos, salvajes y autoritarios, opusieron a su tarea. Y fue a partir de Caseros que la empresa comenzó a marchar hasta que los caudillos del siglo XX, Yrigoyen y Perón, la detuvieron otra vez".

"En la versión revisionista («revisionista» porque nació después, como una desmentida y una rectificación de la historia liberal que, a partir de las obras de Mitre, fue la historia oficial), las cosas sucedieron exactamente al revés. Aquí había una vigorosa colonia española que, con el resto de las posesiones hispanas en el Nuevo Mundo, había formado una suerte de «mercado común» de incipiente industrialización. Un grupo de teóricos ligados a los intereses del puerto de Buenos Aires quebró entonces, con las barreras aduaneras, las posibilidades de desarrollo, mientras se alineaba cultural y económicamente con el imperialismo británico".

"La lucha heroica de los montoneros y, sobre todo, de Juan Manuel de Rosas fue, al fin, inútil: subordinado a los intereses brasileños, el general Urquiza abrió el país a las ideas liberales y permitió la destrucción de la cultura y las posibilidades nativas. La inmigración masiva desbordó, por fin, los esquemas tradicionales, reemplazando a la población criolla por nuevas clases ávidas de dinero y carentes de sentido nacional".

"Estas dos historias argentinas, por efecto de su áspera polémica, se opusieron en cada detalle y en torno de cada hombre: se llegó así a la perfecta simetría de un anverso y un reverso en la explicación del pasado común. Los canales de expresión de las dos historias, sin embargo, no fueron idénticos. La corriente liberal tuvo por voceros a nuestros mejores prosistas y a nuestros escasos pensadores políticos".

"Ya Mariano Moreno, en su severa condenación del sistema de gobierno español, adelantaba una cierta «leyenda negra» sobre la colonia. La cumbre de la condenación de la Argentina criolla se alcanzaría en el magistral «Facundo» de Sarmiento. Y, si bien su posición es matizada y converge hacia una unificación que nunca se alcanzó, Alberdi sueña también con la Argentina migratoria y eficiente cuya contrapartida es la Argentina heroica que debe dejarse atrás".

"El revisionismo, en cambio, sólo logró expresión ideológica en las últimas décadas, merced a la corriente nacionalista que inspiró a historiadores como Manuel Gálvez y, más recientemente, Ernesto Palacio y José María Rosa. El nacionalismo constituye un movimiento intelectual reflejo y tardío: la elegía de algunos intelectuales inspirados en pensadores europeos como Charles Maurras -igual mimetismo cultural, al fin, que los liberales- por esa Argentina criolla que ya no existía".

"La intelectualización del revisionismo tuvo, así, un carácter póstumo. Las expresiones originales del antiliberalismo deben buscarse en otras vías que las del pensamiento político e histórico. En la poesía gauchesca -el «Martín Fierro», por encima de todo-, en los cantos tristes del folklore y en las letras quejosas de ciertos tangos. Pobre en sistematizaciones intelectuales, el revisionismo halló, en cambio, fuertes canales políticos. La trayectoria Rosas-Yrigoyen-Perón no es solamente un «slogan». Es el esfuerzo nunca abandonado para reemplazar los esquemas liberales por otros que se ajusten a la originalidad de un pueblo antiguo, doliente y relegado, al que han venido a sumarse las capas menos afortunadas de la inmigración".

1 comentario:

agente t dijo...

La Historia es susceptible de interpretación (interpretaciones) porque su conocimiento se hace sobre unos hechos que sólo son parte del conjunto de lo realmente acaecido, a lo que se suma el interés ideológico o simplemente personal. Digamos que a mayor volumen de hechos conocidos de determinado período o intervalo histórico menor margen queda para la interpretación a expensas de un puro análisis objetivo.