sábado, 4 de mayo de 2024

El pacto Massera-Firmenich

En los años 70, cuando los terroristas cubano-soviéticos (la mayor parte nacidos en la Argentina) cometían atentados y asesinatos, mientras que, con similares tácticas, las Fuerzas Armadas los reprimían, hubo un pacto que puede parecer inverosímil. Este fue el pacto entre uno de los integrantes de la Junta Militar, a cargo del gobierno nacional (Massera), y el líder de Montoneros (Firmenich).

Cuesta imaginar que luego de tantas muertes, por ambos lados, se produciría un principio de acuerdo entre estos sectores, ideológicamente incompatibles. Aunque, en realidad, no fue un acuerdo entre sectores, sino entre individuos pertenecientes a cada uno de los bandos.

Por lo general, en la política argentina predomina el individuo que poco o nada le interesa el destino del país y la suerte de sus habitantes, ya que prioriza en forma absoluta sus intereses y sus proyectos personales, aunque tales proyectos se opongan a todo beneficio para la sociedad y la nación.

Quienes pretenden describir la política argentina pensando en la adhesión de sus actores a ciertas ideologías, seguramente pasará por alto el hecho de que tales adhesiones serán irrelevantes ante el predominio total de la búsqueda de poder personal y de una posible trascendencia a través de los libros de historia.

En cuanto al pacto mencionado, Armando Rubén Puente escribió: “En noviembre de 1978 llegó a París Massera, cuya aspiración era ser Presidente tras la dictadura. Los oficiales de la Armada que trabajaban en el Centro Piloto le prestaron todo su apoyo para ese viaje, que incluyó también Rumania e Italia. El almirante esperaba reunirse con dirigentes europeos para exponerles las bases de su partido «social-demócrata». Logró que lo recibiera el presidente Valerie Giscard d’Estaing, pero no pudo hablarle de su proyecto porque el mandatario galo lo interrumpió entregándole la lista de los 14 franceses muertos o desaparecidos en Argentina”.

“Uno de los objetivos de Massera en París, quizás el más importante, era llegar a un acuerdo con Montoneros. Cuando Elena Holmberg [personal civil de la Armada] se enteró en el Centro Piloto que Massera se había reunido con Firmenich en el Hotel Internacional se escandalizó: el hombre cuyos subordinados torturaban a los prisioneros en la ESMA y cuyos aviones de la Armada los arrojaban al mar conversaba durante horas a solas con el jefe que había conducido a tantos guerrilleros a la muerte, al suicidio y a asesinar a los enemigos de un tiro en la nuca o con bombas”.

“Elena consiguió una foto en la que los dos enemigos charlaban sonrientes y pactaban un posible futuro del país. Firmenich prometió apoyar el proyecto de Massera y con ese fin le dio un millón y medio de dólares, fruto de extorsiones y secuestros, y el almirante ofreció «la paz de los valientes» y que sus enemigos de entonces podrían desempeñar cargos en la futura administración”.

“Holmberg supo también que Licio Gelli, el gran maestre de la logia Propaganda Due (de la que era miembro José López Rega y otros militares y políticos argentinos), se había reunido con Massera en Roma y le había prometido el apoyo de políticos y grandes empresarios italianos que pertenecían a la logia”.

“Elena escribió a su hermano Enrique, teniente coronel, diciéndole: «Hasta fin de año tengo que permanecer callada. Luego, cuando llegue a Buenos Aires, te lo voy a contar». Sin poder contener su indignación, insinuó el motivo de sus preocupaciones a dos diplomáticos de la embajada”.

“Massera lo supo y ordenó su traslado inmediato a Buenos Aires, adonde Elena llegó a principios de diciembre siendo destinada a un anodino despacho del departamento de Ceremonial de Cancillería. En la calurosa tarde del 20 de enero, fue detenida en una calle del Barrio Norte, su barrio, y el 23 apareció su cuerpo flotando en el río Luján. Estaba tan irreconocible que tardaron una semana en saber quién era” (De “Yo, argentino”-Distal-Buenos Aires 2015).

1 comentario:

agente t dijo...

Gelli y la Propaganda Due eran parte de un dispositivo continental antisoviético, pero también antidemocrático, controlado en última instancia por el gobierno norteamericano que contaba con la anuencia de los gobiernos europeos occidentales. Los verdaderos intereses tras todos estos episodios y tramas son, más que cualquier otra cosa, de tipo económico muy particular, oligárquicos por supuesto.