Por Octavio Bermudez
Ludwig von Mises visitó Argentina en junio de 1959 invitado por el Dr. Alberto Benegas Lynch. Las conferencias que Mises pronunció en la Universidad de Buenos Aires se reproducen en el libro Política económica: pensamientos para hoy y mañana. Como sugiere el título, los conocimientos económicos transmitidos por Mises eran tanto para aquellos días como para el futuro. La Argentina de 1959 estaba en recesión, el gobierno de Frondizi intentaba hacer frente a la terrible situación dejada por el presidente Juan Domingo Perón (1946-55) y el gobierno militar que lo llevó al exilio.
En su época, Perón convirtió la economía argentina en una economía dirigida con regulaciones masivas de precios, descapitalización que perjudicó enormemente a los salarios y las infraestructuras, nacionalizaciones, inflación, control de divisas y restricciones a la importación y la exportación (impuestos y limitaciones cuantitativas) entre una miríada de intervenciones. El golpe militar que lo destituyó tenía opiniones encontradas sobre cómo dirigir la política económica.
Hubo cierto consenso en que la política debía orientarse hacia la recapitalización y la reducción de las restricciones. Se eliminó el sistema de tipos de cambio múltiples, y los depósitos bancarios que antes se habían nacionalizado y trasladado al Banco central se devolvieron a los bancos privados. Sin embargo, el gobierno militar intervino en las finanzas y la banca de otras maneras, como determinando los tipos de interés y realizando operaciones en el mercado abierto comprando o vendiendo divisas y documentos de absorción. El gobierno militar ni se preocupaba por la inflación ni daba paso al libre mercado. Sí hizo retroceder algunos «excesos» de la administración anterior, pero el papel general del Estado en la economía permaneció inalterado.
A finales de 1958 se celebraron elecciones, y Arturo Frondizi fue elegido presidente (con la ayuda de Perón desde el extranjero). Los errores de Perón y del gobierno militar estaban frescos cuando Mises visitó Argentina, y Frondizi acababa de iniciar sus reformas económicas de sustitución de importaciones por inversiones extranjeras. Para decirlo más claramente, se desalentaban las importaciones y se buscaba la inversión extranjera para sustituir lo que se desalentaba.
Mises hablaba de la libre empresa, de la importancia de la libre circulación de capitales, de la acumulación de capital y de la lucha contra la inflación mediante la reducción de la cantidad de dinero. Acertó en su análisis pero desentonó con el plan político implementado en esos días en Argentina. Frondizi pretendía bajar la inflación deshaciéndose del gasto deficitario y obteniendo el equilibrio fiscal como ancla monetaria. Como Mises sabía, esta no era forma de enfrentar la inflación.
Las lecciones de Mises no fueron escuchadas en aquellos días, y los argentinos sufrirían las políticas gubernamentales durante muchos años. Sin embargo, mirando al presente, las cosas parecen estar cambiando. Las lecciones de Mises han vuelto a Argentina con la actual administración. Especialmente entre los jóvenes, las enseñanzas de Mises han encontrado su lugar. Javier Milei ha logrado canalizar los pensamientos de Mises hacia la gente común, a la que durante años sólo se le habían ofrecido programas estatistas.
Atrapados en el paradigma estatista, muchos señalan a los «monopolios» y a la competencia «desleal» como las causas de los problemas de Argentina. El Estado se omite por completo del análisis; no se le toma como lo que es, un monopolio coercitivo que se expande donde puede y que superará todas las barreras que supuestamente le limitan. El proceso de mercado sale perjudicado por el Estado, mientras que los individuos que realizan transacciones voluntarias hacen lo mejor que pueden dentro del marco que se les da. ¿Qué se puede esperar de las actividades de los individuos en este tipo de economía? Si se excluye al Estado del análisis, el capitalismo parece bastante defectuoso. Mientras no se tenga en cuenta al Estado como actor destructivo, la política que se seguirá será el estatismo.
Aunque Argentina se encuentra en un bache económico, pues ha cesado la «fiesta» del gasto público, ya ha entrado en una senda de recuperación. La inflación desciende a un ritmo acelerado. Sin embargo, la recuperación necesita algunos ajustes importantes, y la administración Milei tendrá que cumplirlos si quiere que la recuperación se lleve a cabo rápidamente. El mayor obstáculo es el control de divisas y los impuestos; es crucial que Milei se deshaga de estas dos barreras para permitir la libre entrada de capitales e inversiones. Sólo así aumentarán los salarios reales y se ganará a la inflación.
El capitalismo fue «el principio de la producción en masa», como argumentó Mises con decisión. Esto es cierto para todos los países que han abrazado en cierta medida la libre empresa individual. Argentina ha descuidado durante mucho tiempo la producción para las masas. La producción para los burócratas ha sido el proyecto durante muchos años. Con el gobierno de Milei en funciones, los comentaristas políticos igualitaristas preguntan: «¿Y la redistribución del ingreso?». La respuesta debería ser: ¿Y qué? La distribución la decidirá la gente en el mercado y no tú.
Como habría querido Mises, el avance hacia el libre mercado debe ser rápido y decisivo. Si prevalece el estatismo —incluso a corto plazo—, será más difícil recuperarlo, y lo que se ha hecho estará aquí para quedarse. Volviendo al principio del artículo, las conferencias de Mises eran para su tiempo y para mañana. Pues bien, el mañana ha llegado. Si ha de producirse un cambio real, entonces debe ser el tiempo de Mises y —si la historia lo permite— el tiempo de la libertad.
(De www.mises.org.es)
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1 comentario:
El desarrollismo supuso un grado mayor de libertad y entendimiento de lo económico que lo que caracterizó a la situación a la que sucedió, pero deja mucho que desear desde un punto de vista liberal, tal como demuestra su compadreo con los peronistas o su política de intromisión en la sexualidad de los individuos. De todas formas, no deja de ser un sarcasmo que quienes se tenían por sus opositores desde postulados más liberales fueran los militares que acabaron imponiendo por la fuerza su Reorganización Nacional. La historia de Argentina es fascinante, chocante y especial a partes iguales.
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