jueves, 16 de mayo de 2024

Maquiavelo y el mal menor

En épocas en que predominaba la creencia en intervenciones divinas para promover o justificar acciones políticas poco favorables para las diversas sociedades, surge el método de Nicolás Maquiavelo, quien pone el foco de su atención en los aspectos psicológicos individuales de los líderes políticos observados. Con el tiempo se va perdiendo esta metodología para ser reemplazada por creencias en las fuerzas históricas u otros aspectos poco observables que, buscando explicarlo todo, terminan por no explicar nada.

Debido a que la ciencia política requiere de la posibilidad de considerar aspectos observables para facilitar las descripciones que han de ser verificadas posteriormente, la filosofía política de Maquiavelo se constituyó, desde ese punto de vista, en la base de la ciencia política del futuro. Miles J. Unger escribió: "Para combatir el tedio y la depresión Maquiavelo le pidió a Biagio que le enviara un volumen de las Vidas paralelas de Plutarco, ese antiguo compendio de biografías que inspiró a más de un tiranuelo del Renacimiento a imaginar que era otro César o Alejandro".

"Así mismo, su elección de material de lectura estaba inspirada, al menos parcialmente, por sus cotidianas discusiones con la figura militar más importante del momento, que podía soportar la combinación con los protagonistas de las biografías de Plutarco. La filosofía política de Maquiavelo se basaba en la clase de biografía comparada en la que Plutarco sobresalía indudablemente".

"En vez de considerar la historia como el desarrollo de fuerzas impersonales, un enfoque preferido por pensadores políticos como Hegel y Marx, Maquiavelo basó su ciencia en la psicología de los hombres, sus ambiciones, sus apetitos y sus instintos animales. Su consejo a un joven diplomático fue concentrarse en el carácter de un gobernante: «Digo que debes observar la naturaleza del hombre; si es avaro o generoso, si ama la guerra o la paz, si la fama u otra pasión influye sobre él, si el pueblo lo ama»".

"La definición de la política como un choque entre personalidades era un enfoque que resultaba natural para alquien criado en una ciudad donde todo el mundo se conocía y donde las opiniones políticas estaban definidas por el patrocinio y las rivalidades familiares. Convocado casi a diario ante la presencia del carismático y despiadado César Borgia, pasando casi todas sus noches dedicado a un volumen de su amado Plutarco, Maquiavelo concebía la historia como algo modelado por las figuras enormes que se erguían como gigantes en un paisaje habitado por pigmeos" (De "Maquiavelo. Una biografía"-Edhasa-Buenos Aires 2013).

La característica esencial de toda rama de la ciencia experimental radica en la posibilidad de ser vinculada a otras ramas de la misma. Así, el enfoque descriptivo de Maquiavelo queda ligado a las actitudes básicas de la Psicología social y también a la Sociología y a la moral natural.

Por lo general se asocia a Maquiavelo la figura de un precursor de la "mala política". Debe tenerse presente, sin embargo, que las descripciones hechas principalmente en su libro El Príncipe, han de ser de utilidad tanto a los tiranos como a quienes han de defenderse de ellos. Unger escribe al respecto: "Maquiavelo revela uno de los pilares de su filosofía política: una preferencia del orden por encima de la anarquía, incluso cuando ese orden fuera mantenido con crueldad. Casi cualquier atrocidad podía justificarse si el resultado era la mejora de la vida de los ciudadanos que ya no sufrirían las arbitrarias violaciones, los asesinatos y los robos que inevitablemente se producían ante la falta de autoridad".

"Observando, tal como lo había hecho Savonarola, un mundo que había caído en la violencia y se regodeaba en la corrupción, extrajo conclusiones radicalmente distintas, que no se basaban en alguna visión de transformación milagrosa de los hombres en ángeles, sino en una fría apreciación del animal humano. Maquiavelo reconocía, además, que en un mundo peligroso los mayores desastres solían ser resultado de una inadecuada aplicación de la bondad".

"Ya había visto cómo la indulgencia florentina para lidiar con las facciones en conflicto en Pistoia había permitido que la sangrienta lucha continuara año tras año; si bien los métodos de Valentino eran más brutales, también eran más eficaces: «César Borgia era considerado cruel», escribe en El Príncipe, «sin embargo su crueldad puso fin a los desórdenes de la Romaña, y la unió en la paz y la lealtad. Si esto se considera bueno, debemos considerarlo mucho más benévolo que el pueblo florentino que, para evitar que lo calificaran de cruel, permitió que Pistoia fuera destruida»".

Puede decirse que Maquiavelo apunta hacia el mal menor, o lo que se conoce como "la mano dura", para salvar la sociedad en situaciones de extrema corrupción y violencia, si bien sus consejos, en manos de tiranos despiadados puede conducir incluso hacia los asesinatos preventivos, como los impuestos por Lenin, si bien nada hubo más alejado de los propósitos de Maquiavelo.

Es importante considerar los extremos como el de la "mano dura", por una parte, y el "pacifismo suicida", por la otra, siendo el término medio lo más adecuado aún en situaciones extremas, ya que un gobierno de "mano dura" casi siempre es propenso a convertirse en una tiranía. En cuanto al "pacifismo suicida", es el vinculado a los países que acatan o concuerdan con aquellos países imperialistas que predican la paz entre sus vecinos de manera de ver facilitado un próximo sometimiento, como es el caso de la URSS cuando promovía la paz mundial mientras se preparaba armamentísticamente para una futura expansión en todo el planeta.

Respecto al generalizado desprecio por Maquiavelo, Unger escribió: "A lo largo de los años, los críticos de Maquiavelo se han indignado más por esta descarada defensa de la falsedad que por su defensa de un juicioso uso de la violencia. La caricatura de Maquiavelo como un individuo taimado e intrigante, que usa cínicamente cualquier herramienta para lograr sus objetivos, procede en general de los fragmentos de sus escritos en los que ensalza la virtud, o al menos la eficacia, del engaño".

"Lo que ha manchado su reputación no ha sido ninguna falsedad de su parte, sino un exceso de sinceridad. Todo el mundo sabe que los políticos pueden emplear el engaño, que en realidad no podrían funcionar sin recurrir de tanto en tanto a las evasivas, las verdades a medias y a las mentiras a secas. Muy pocos, sin embargo, son tan claros acerca de esta peculiar herramienta del gobierno como el Segundo Canciller de Florencia, cuya reputación de hombre malvado se debe, en general, a su admisión explícita de algo que, todo el mundo lo sabe, es cierto".

1 comentario:

agente t dijo...

Al respecto del pensamiento político de Maquiavelo una cosa parece incuestionable: sus consideraciones no pueden casar con una democracia como las actuales. Sus razonamientos, por muy realistas y verídicos que sean son incompatibles con la resistencia mayoritaria de los estómagos de los votantes occidentales o con la opinión pública o publicada que se da en nuestras sociedades, sean éstas del color que se quiera. La civilización en su estadio actual no puede transigir con tanta rudeza o cinismo, no podemos soportar la ausencia de ideales elevados declarados o de intenciones benéficas explícitas, no estamos para alambicados constructos por bien razonados que estén, sino que sólo se aceptan discursos que puedan asumirse por una generalidad de personas, no únicamente por especialistas del tema.