La palabra "religión" se asocia a "unir a los adeptos"; de ahí que las actualmente denominadas "religiones" resultan incompatibles con tal denominación. En el caso del cristianismo, al promover el amor al prójimo (siendo el prójimo todo ser humano), resulta evidente que es una religión en el sentido estricto de la palabra. Sin embargo, por errores de interpretación o de comunicación, se ha desvirtuado totalmente ese atributo unificador.
En nuestra época, por el contrario, se ha instalado lo que podríamos denominar "religión atea", es decir, lo que une a ciertos sectores para desunirlos del resto. Para ello, se desconoce totalmente cualquier forma de ley natural y de sus posibles efectos, bajo la tendencia a imponer criterios humanos desligados de toda ley natural (de ahí el atributo de ateo).
Si se considera que la religión bíblica es una propuesta esencialmente moral, o prioritariamente moral, un "ateo" (o no creyente) que cumpla con los mandamientos bíblicos, estaría en realidad cumpliendo con el objetivo esperado por los fundadores de la religión (el calificativo carecería de importancia). De ahí que convendría distinguirlo del ateo activo; del que promueve toda forma de división entre sectores sociales y entre individuos.
Mientras que la religión atea, en el sentido antes señalado, se caracterizaba por sembrar el odio entre burgueses y proletarios, luego entre ricos y pobres, ha ampliado actualmente su repertorio divisionista creando luchas que antes no existían, como es el de las mujeres en contra de los hombres, entre hetero y homosexuales, entre negros y blancos, entre abortistas y no abortistas, y así casi indefinidamente.
El ateísmo activo se advierte cuando se establece una multitud casi interminable de "preferencias sexuales". Incluso se llega al extremo de ignorar las bases genéticas de nuestra naturaleza humana exigiéndonos respetar la subjetiva opinión que cada uno tiene respecto de su género. Para colmo se han enfocado en los niños induciéndolos a rever sus orientaciones sexuales (fuera de una edad adecuada) con la perversa finalidad de llegar a convencerlos de un cambio respecto de su masculinidad o feminidad natural.
El ateísmo activo no se detiene en la promoción del relativismo moral extremo, sino que apunta a establecer un totalitarismo que, como todo totalitarismo, tiende a controlar a todo integrante de la sociedad influyendo en sus acciones y pensamientos. Agustín Laje comentaba que, en Canadá, el padre de una niña fue encarcelado por oponerse a que su hija se sometiera a una operación asociada a cuestiones sexuales.
El éxito inmediato que logran proviene de cierta identificación individual respecto de alguno de estos sectores; tal identificación pareciera poder elevar del anonimato a un individuo para integrarlo a alguno de los grupos en conflicto, dándoles, en cierta forma, un sentido de la vida, o un sentido para una lucha, que antes no poseía. Por este medio, sin embargo, se está en camino de construir una disociación generalizada, que es lo contrario a la asociación entre individuos vinculados por la cooperación voluntaria.
En la profecía del Apocalipsis se habla de una "caída de las estrellas", o algo similar. Como la Biblia es un libro de moral, seguramente que no se debe a la descripción de un fenómeno astronómico, sino a un importante trastorno y caída de los valores éticos esenciales que apuntan a una destrucción de la humanidad como tal. Ello se debe a que "supervivencia" de la humanidad no implica mantener la vida de cualquier forma, sino mantenerla respetando los atributos esenciales con que nos ha provisto el orden natural a través del proceso evolutivo.
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1 comentario:
Explicar las cosas así las hace mucho más entendibles y agrieta el llamado “pensamiento único”, una forma especialmente interesada y falsa de ver las cosas. El comunismo y el globalismo son esencialmente religiones amorales que buscan sectorializar, desunir y deshumanizar a las sociedades para hacerlas totalmente manejables.
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