El sufrimiento que podemos padecer tiene tres orígenes principales. El primero está asociado a nuestros propios errores ante una limitada adaptación a las leyes naturales que rigen nuestras conductas individuales. El segundo origen se debe al medio social muy poco adaptado a dichas leyes mientras que el tercero implica la propia naturaleza con sus accidentes climáticos asociados a tragedias que, en general, resultan poco evitables por las acciones o las prevenciones humanas.
El sufrimiento debido a nuestros errores no siempre resulta negativo por cuanto es el medio que disponemos para una mejora personal. Recordemos que la evolución biológica procede en base a "prueba y error", es decir, el mismo proceso que nos conduce a adquirir conocimientos que favorecen nuestra propia supervivencia. Como, por lo general, los errores personales se traducen en alguna forma de incomodidad o de sufrimiento, muchas veces se interpreta que, para lograr la felicidad, o incluso la vida eterna, el camino es el sufrimiento previo. Ello implica exagerar las cosas por cuanto es el error el que favorece nuestro crecimiento y no el sufrimiento en sí mismo.
Asociado a lo anterior, Carlos Brandt escribió: "Spinoza, cual verdadero sabio, reconoce que el derecho está en la fuerza, y que la fuerza no está hoy en manos de los sabios, precisamente para hacernos sufrir, ya que el sufrimiento es el medio más eficaz para obligar a progresar a una humanidad que sin el auxilio del sufrimiento, permanecería estacionaria, sin adelantar. Por eso desea el filósofo holandés que algún día los hombres lleguen a ser suficientemente sabios, a fin de que no requieran más del sufrimiento, y sin necesidad de éste, poder continuar progresando" (De "Spinoza y el panteísmo"-Editorial Kier-Buenos Aires 1941).
También la ciencia experimental logra sus importantes resultados en base a "prueba y error". Así, en épocas de Johannes Kepler, predominaba la teoría copernicana asociada a las órbitas circulares de los planetas en sus movimientos alrededor del Sol. Tycho Brahe, el mayor astrónomo experimental previo a la invención del telescopio, había efectuado mediciones en las cuales surgía una pequeña diferencia de 8 minutos en determinado ángulo medido. Cualquiera hubiera pensado que tal diferencia implicaba un simple error de observación. Sin embargo, Kepler pensaba que no era tal tipo de error sino que en realidad las órbitas reales no eran circulares sino elípticas. Ello lo condujo a enunciar sus leyes astronómicas que le sirvieron luego a Isaac Newton para establecer la gran síntesis de la astronomía y la mecánica.
En cuanto al sufrimiento debido a otros factores deberíamos adoptar una postura similar a la adoptada frente a nuestros propios errores, considerándola como una causa previa a una mejora personal asociada a la adquisición de valores morales antes ignorados o despreciados. Baruch de Spinoza escribió: "La emoción, que constituye sufrimiento, deja de serlo tan pronto como nos formamos una idea clara y precisa del mismo" (De "Ética demostrada según el orden geométrico"-Fondo de Cultura Económica-México 1985).
Respecto al "sentido del sufrimiento", Viktor Frankl escribió: "Así pues, desde la perspectiva médica, o por mejor decir, desde la perspectiva del enfermo, el problema central gira en torno a la actitud con que uno se enfrenta con la enfermedad, la disposición o talante con que se contempla esta enfermedad. En una palabra: se trata de la actitud adecuada, del adecuado y sincero sufrimiento de un auténtico destino. Del modo de soportar un padecimiento necesario depende que se esconda en él un posible sentido".
"Lo que importa es cómo se soporta el destino, cuando ya no se tiene poder para evitarlo. Dicho de otra forma: cuando ya no existe ninguna posibilidad de cambiar el destino, entonces es necesario salir al encuentro de este destino con la actitud acertada" (De "Ante el vacío existencial"-Editorial Herder SA-Barcelona 1986).
El propio Viktor Frankl tuvo que padecer un encierro en un campo de exterminio nazi, advirtiendo que quienes tenían un sentido de la vida definido podían soportar la situación adversa en mucha mejor forma que quienes carecían de tal sentido. Gordon W. Allport escribió al respecto: “En esta obra, el Dr. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los bestiales campos de concentración, él mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Sus padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración o fueron enviados a las cámaras de gas, de tal suerte que, salvo una hermana, todos perecieron. ¿Cómo pudo él –que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio-, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de vivirla?”.
“El psiquiatra que personalmente ha tenido que enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie como él para juzgar nuestra condición humana sabia y compasivamente” (Del prefacio de “El hombre en busca de sentido”).
En el relato de su vida en Auschwitz, Víktor Frankl escribió: “Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar un hombre”.
“Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad –aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente –con dignidad- ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido” (De "El hombre en busca de sentido"-Editorial Herder SA-Barclona 1986).
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1 comentario:
Es difícil imaginar un mejoramiento personal sin pasar por algún tipo de sufrimiento. La tendencia natural es a dejarse llevar por lo fácil y grato, con lo que se cae en el adocenamiento y la vulgaridad, que tienen como resultado el rebajamiento de las actitudes y los pensamientos. El límite a considerar estaría en el grado, teniéndose que evitar los sufrimientos que fueran excesivos o muy difícilmente superables según las particularidades de cada individuo. En fin, tema para especialistas.
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